Con una puesta en escena que se adentra en el corazón de las quemas en las sierras cordobesas, la película Bajo la Corteza (estreno en El Cairo Cine Público, la función de hoy es a las 22.30) logra sentir el calor terrible de una situación sin escrúpulos, que induce a las propias víctimas a un juego del que parece no haber salida. Hay miseria, pobreza. Y hay ricos. En el medio, la gente, la comunidad, el ecosistema. Nada importa a los intereses del sector concentrado. Nada diferente a las quemas que suceden en otros lugares del país, como la que de manera crónica y malsana sucede en los humedales santafesinos.
Bajo la Corteza está dirigida por el cordobés Martín Heredia Troncoso, y el guion está firmado por el director junto al santafesino Federico Alvarado. Oriundo de Santo Tomé, el guionista se formó en Buenos Aires, en la ENERC, y fue allí donde conoció al realizador. Bajo la Corteza es, también, otro ejemplo de la excelente referencia que significa la tarea audiovisual cordobesa. “Es una de las pocas provincias que tiene un polo audiovisual, un Fondo de Fomento que apoya el cine y funciona muy bien. Por suerte, a las producciones que están saliendo de Córdoba, a partir de este Fondo de Fomento, les están yendo muy bien en festivales, en Buenos Aires, y también en el extranjero”, explica Alvarado a Rosario/12.
-¿Cómo surge Bajo la Corteza?
-Estudié con Martín (Heredia Troncoso) en Buenos Aires, y fue él quien se acercó con esta idea, la de escribir una película que tuviera que ver con la problemática de los incendios forestales. Él es de Villa Dolores, de la zona de Traslasierra, donde transcurre la película. Es una realidad que siempre le ha tocado vivir, que conoce de cerca. Desde un principio, fuimos a investigar porque queríamos lograr transmitir lo más fielmente posible esta realidad, con su zona y sus personas. Y nos encontramos con esto de que la gente de la comunidad sabe quiénes son los responsables, quiénes son esas personas, pero no se puede hacer nada y no hay consecuencias al respecto. A partir de esto y lo que fuimos encontrando, empezamos a construir el guion. Nos llevó unos años, entre varios tratamientos, y en 2017 tuvimos la primera versión. El trabajo con Martín siempre fue fluido, nos dimos la consigna de estar de acuerdo los dos en todas las decisiones que se tomaban. Y nos propusimos tratar de contar una historia sin señalamientos ni sobre-dramatizaciones, para que el espectador pudiera reconstruirla con lo justo y necesario.
-El casting debió ser particularmente interesante, ¿Ricardo Adán Rodríguez es actor profesional?
-A partir de obtener los fondos para filmar, Martin estuvo decidido a que el protagonista fuera alguien de Traslasierra, que transmitiera el espíritu de la zona y se viera tan verosímil como real. Se hizo una convocatoria abierta, a todo tipo de personas, con o sin formación. De todos modos, Ricardo apareció después, a través de un conocido que se acercó a comentar sobre una persona que había trabajado en un largometraje independiente, en Villa Dolores. Era Ricardo Rodríguez y lo fueron a buscar. Le propusieron el casting y terminó elegido. Él tiene una formación actoral de muchos años de teatro en Córdoba, pero luego no la continuó. Lo último que había hecho era esta participación en esa película, pero esa formación previa seguramente ayudó a que el trabajo fuera más fluido, si bien fue su primera experiencia en un rodaje profesional.
-Una tarea que encuentra un complemento óptimo en Eva Bianco y Pablo Limarzi; ella como su hermana, y él como su empleador.
-Son dos actores con trayectorias profesionales que ayudaron mucho a Ricardo, eso produjo también una confluencia de estilos distintos de actuación, que quedó muy bien en la película.
-Hay una escena notable, sobre el comienzo, cuando César (Rodríguez) pide trabajo al estado, no le dan una solución pero sin embargo lo contactan con el terrateniente que hace quemar los campos.
-En devoluciones de la película nos han criticado un poco que quizás no éramos demasiado duros con el papel del estado en relación a los incendios forestales, pero nos parecía lo contrario, a través de herramientas un poco más sutiles y no tan señaladas. Justamente, yo nombraba esa escena, en la que César va a buscar ayuda y trabajo al estado, para que se haga presente en su situación, pero el estado lo manda a un sector privado, donde es obvio que el trabajo va a ser precarizado. Nos parecía que esa pequeña escena criticaba el lugar del estado en la cuestión laboral y en el abordaje en relación al tema de los incendios. Otro detalle es que una vez que en la película sucede el incendio, es la comunidad la que se dedica a ayudar y juntar donaciones para los damnificados. Incluso al comienzo de la película, César y parte de la comunidad son quienes van a ayudar a los bomberos a apagar los incendios.
Una película como Bajo la Corteza es posible gracias a una política de distribución de fondos que en estos momentos peligra. Consciente de la situación y de la importancia de un cine (que debe ser) federal, el guionista santafesino explica que “el Fondo de Fomento Cinematográfico está en una situación de emergencia, que incluye también al teatro, la música y las bibliotecas populares. Si el Incaa deja de financiar sus proyectos perdería su autarquía, y ese dinero irá al patrimonio nacional, donde el gobierno de turno decidirá qué se hace con esos fondos. El Incaa no podrá más disponer de ellos. Y eso es algo muy preocupante. Hay que difundir esta problemática para exigir a nuestros representantes que hagan algo, porque afectará a la pequeña industria de cine que tenemos pero también a otras industrias culturales como las del teatro, la música e incluso las bibliotecas populares. Pequeñas películas como la nuestra no son grandes como las de Campanella, pero también generan muchos puestos de trabajo”.