A fuerza de constancia, originalidad y peso creativo, Carlos “Negro” Aguirre se ha convertido en una de las figuras más destacadas de la música popular argentina. El compositor, pianista, guitarrista y cantor entrerriano suma un nuevo episodio a su vasta y versátil discografía: Va siendo tiempo (2022, Sagrada Medra). Se trata de un disco en el que recorre un repertorio de obras propias y motivos folklóricos en formato de quinteto. Esta vez, Aguirre deja descansar el piano y emprende un viaje musical a partir del sonido de la guitarra, acompañado por Luis Medina, Mauricio Laferrara, Sebastián Narváez y Mauro Leyes.

A diferencia de su disco solista anterior, La música del agua (2019), en el que versionaba solo con el piano obras de Alfredo Zitarrosa, Aníbal Sampayo, Ramón Ayala y Chacho Muller, entre otros, el disco nuevo pone el acento en las posibilidades de la guitarra y lo hace con una impronta colectiva. Con excepción de la versión de “Los amores de Cabré”, del venezolano Enrique Hidalgo, el resto de las canciones –13 en total- son composiciones propias.

El disco abre con la chacarera “Va siento tiempo”, inspirada en el amor y sus circunstancias. Y sigue con la zamba “Siempre azul”, una composición que Aguirre recuperó para el disco y fue escrita en la década del '90, en uno de sus viajes a Chile. Además de tocar guitarra y acordeón, el músico nacido en Seguí, Entre Ríos, despliega su faceta de cantor y logra momentos de profunda melancolía en canciones como la preciosa “Puerto Soledad” –con letra del cantautor venezolano Henry Martínez- o “Zamba de los almacenes”, que evoca sus días de infancia.

También se pone reflexivo en piezas como la chacarera “Don Ángel Borda”, dedicada a un sindicalista anarquista, una canción que le permite también hablar sobre la vida social y política en los puertos. Hay dulzura, calidez y templanza en piezas instrumentales como “Siesta de domingo”, “Chaya errante” o “Niní”, una canción litoraleña que rinde tributo al acordeonista y bandoneonista correntino Niní Flores, fallecido en 2016.

El acordeón levanta vuelo también en las instrumentales “Color despedida” y “Camino a Puerto Alvear”, un chamamé tradicional. Pero luego el ensamble musical pasea nuevamente por el noroeste argentino en el gato “A gatas”. De alguna manera, el formato de quinteto recuerda a las formaciones guitarrísticas típicas de la música cuyana. Pero acá Aguirre y compañía llevan la musicalidad a su territorio -algo experimental, muy lúdico, siempre innovador- y trascienden fronteras musicales más allá de interpretar ritmos tradicionales.

Va siendo tiempo: el título parece remitir a la necesidad de encontrar un nuevo contrato social que se base en el cuidado de la naturaleza y todos los seres vivos que la componen. Una idea que siempre está presente en la obra de Aguirre, que participa en la Multisectorial por los Humedales de Paraná. De hecho, el disco cierra con “Canción para Santiago”, una obra dedicada a la memoria de Santiago Maldonado. “Nos parecía importante aludir a todas las naciones indígenas que están vigentes en nuestros país, no solo a la mapuche”, explicó el músico sobre la canción, en el streaming de presentación.