La idea de rendirle homenaje a uno de los mayores jugadores de la historia del fútbol brasileño derivó en un descubrimiento que entristeció a todos: los restos de Garrincha no están en su tumba en Magé, estado de Río de Janeiro. El alcalde Rafael Tubarão había propuesto un homenaje al crack, pero al ir a ver su tumba descubrió que no está allí. Para peor: no hay documentos que prueben la exhumación de Manuel Francisco dos Santos.
Nacido en 1933, Garrincha fue uno de los más grandes wings de la historia. Brilló en el Botafogo y fue la pieza clave de Brasil en el Mundial de Chile 62, cuando la verdeamarilla logró su segundo título. Consumido por el alcohol y la pobreza, murió en 1983.
A los dos años de su muerte se levantó un monumento, a 200 metros de donde se lo enterró, con lo que el cementerio de Magé tuvo dos lugares señalizados con su nombre.
"Mi padre no merecía esto, no sabemos dónde está sepultado", señaló a la prensa una de las hijas del astro. "No tenemos la seguridad de que esté enterrado. Tenemos la información de que fue exhumado y llevado a un nicho, pero no tenemos ningún documento que lo pruebe", afirmó por su parte Priscila Libéria, responsable del cementerio.
Las sospechas apuntan a lo que pudo haber sucedido tras la muerte de un familiar de Garrincha. El futbolista estaba en un panteón familiar y sus restos pudieron haberse perdido durante el traslado del otro cuerpo. Supuestamente se lo llevaron a un nicho, pero no hubo testigos ni hay documentos que confirmen esto.
Brasil lamentó siempre haber perdido la copa Jules Rimet, que se quedó para siempre tras el tricampeonato de 1970 y fue robada. Ahora llora que tampoco hay dónde llevarle una flor al artífice del segundo título mundial.