“Cada 2 de abril, el dolor y el orgullo arden juntos” expresa Fernando Santos, capitán de Navio retirado y veterano de Guerra. Con 23 años formó parte, como guardia marina contador, del ARA Bahía Paraíso que funcionó como buque hospital en la Guerra de Malvinas y en diversas campañas antárticas de la Argentina. “Zarpamos el 26 de diciembre de 1981 porque el Bahía Paraíso se incorporó a la Armada Argentina para acompañar la tarea logística en la Antártida Argentina, es decir, navegábamos junto al rompehielos Ara Almirante Irisar. El 20 de marzo de 1982 termina la campaña antártica y vamos a Ushuaia para la ceremonia de clausura de esa campaña. El 22 de marzo nos informan que el buque debía asistir a los operarios en la Isla Georgias”, cuenta Santos a Catamarca/12 sobre el trabajo previo a la guerra iniciada por la dictadura cívico militar para recuperar la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

Santos, que nació en Catamarca, vivió en Salta y en la actualidad reside en Necochea, afirmó que ese buque “tuvo una tarea logística de apoyo a las operaciones del 22 de marzo al 14 de abril y,  desde ese día hasta el 24 de junio, fue un buque hospital”.

En su relato con este diario abundan los detalles de esos días y sostiene que “hubo dos acontecimientos emotivos”. Uno de ellos el rescate y auxilio de las personas luego del hundimiento del ARA General Belgrano el 2 de mayo de 1982. “Rescatamos a los sobrevivientes que más permanecieron en el agua, a los que más sufrieron y estaban alejados del punto del hundimiento. Rescatamos balsas a 100 km de distancia, 89 hombres, 71 con vida. Rápidamente fueron atendidos en el hospital porque tenía la sanidad en combate con 300 camas, salas generales, 25 camas de terapia intensiva, 25 de terapia intermedia, 25 médicos de los cuales de los cuales 24, eran militares, un civil, 5 técnico en electro medicina y 60 enfermeros hombres”, describe. 

El otro "acontecimiento" fue en “el repliegue, es decir, sacar a los combatientes que estaban en la trinchera”. “Sacamos 1800 soldados primero y luego 600 soldados para Puerto Belgrano. Por primera vez pudimos palpar que había combatientes cansados, otros estaban desgastados física y psicológicamente. En situaciones limites no todos actuamos iguales. Llevaban 70 días estaban en la trinchera, se bañaron y les dieron ropa. Embarcaron los 1800 y contábamos con una capacidad para 300 personas y un comedor para 40. Les dimos de comer desde las 17 hasta las 6 de la mañana. Pudimos palpar de primera mano quienes eran los verdaderos protagonistas”, dice a 40 años de la guerra.

Desde el inicio del conflicto hasta la actualidad, Santos cuenta que los estados anímicos  fueron cambiando. Comentó en este sentido que en medio de la guerra “cuando trajeron los cuerpos de los soldados se dieron cuenta que el conflicto iba a ser duro”. Finalizada la guerra, lo primero que quería era contar lo vivido y posteriormente optó por "la negación” dice el veterano de guerra que en ese momento buscó solo la escucha de su madre y padre. Una nueva etapa fue la desmalvilinazación: “si yo hablaba de la guerra había agresiones”. 

¿Qué dejó Malvinas? Se pregunta Santos: “Dejó dos hitos, uno en la historia argentina, que después de 149 años tratamos de recuperarlas de la gran usurpación del Reino Unido, de la faz logística tuvimos que aprender mucho; y a nivel internacional, que fue la última guerra contemporánea que se luchó cuerpo a cuerpo. Malvinas tienen que ser una causa que nos una a nosotros porque las islas nos pertenecen a todos y las tenemos que recuperar”, finalizó.