Cuando la última dictadura militar comenzó a reclutar jóvenes para la Guerra de Malvinas, soldados de todo el país fueron obligados a embarcarse camino a las islas. Unos quedaron en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, las bases o los cruceros; otros llegaron a las islas. Todos volvieron con marcas que los acompañaron a lo largo de toda su vida. Esos chicos tienen hoy alrededor de 60 años, y lamentan que su propio país les haya dado la espalda. Ley TOAS ya, es el emblema de quienes hoy reclaman por un reconocimiento moral e histórico de su paso por la guerra. 

Fueron alrededor de 9500: “Hoy en la práctica creemos que somos muchos menos porque hubo muchos suicidios, y semana a semana perdemos uno o dos compañeros. Nuestra población es más golpeada que una población media de nuestra misma edad”, explican.

En La Rioja, 45 conscriptos fueron distribuidos en distintos destinos en el conflicto bélico. Corría el año 1982, y los riojanos fueron asignados a tres bases: la base de Trelew, y las bases Almirante Quijada en Río Grande, y Aeronaval de Ushuaia, en Tierra del Fuego.

“Las funciones que nosotros teníamos entonces eran de logística, abastecimiento, puentes aéreos con las islas y defensa de las bases y del litoral marítimo patagónico. Hacíamos asistencia técnica, revisión electrónica de los cambios de oxígeno de los aviones, carga de combustibles, cargas de bombas y municiones a los bombarderos, cuenta a La Rioja/12 Félix Martín Moya, del grupo de concertación TOAS, conocido en La Rioja como “Cacho”. Lo que Cacho no cuenta, es que ellos mismos resistieron ataques disfrazados de escaramuzas, y debieron asistir a sus propios compañeros que llegaban destrozados de las islas.

“En lo particular, yo pertenecía a Incendios y Rescates, hacíamos toda la cobertura de los aviones que regresaban a la base, hasta con alerta roja. Teníamos que estar al pie de la pista para hacer la cobertura de los aviones que muchas veces venían muy averiados”, recuerda.

“Pedimos que nos devuelvan la veteranía de guerra que tuvimos hasta el 88´. Nosotros fuimos veteranos de guerra de la misma manera que los que estaban en las Islas, cuando llegamos después de la guerra éramos todos iguales". El pedido de Cacho está enmarcado en un reclamo de alcance nacional, que se extiende a ex soldados que fueron privados de su reconocimiento después del acuerdo que Raúl Alfonsín realizó con el Ejército Argentino en el marco del alzamiento carapintada.

"Todos accedimos por igual a viviendas y salud por ejemplo, pero algunos beneficios se fueron quitando. La vivienda fue imposible quitarnos -aunque lo intentaron-, por ser un derecho adquirido, pero si nos quitaron entre otras cosas el beneficio de las obras sociales”, explica otro ex soldado de TOAS, Erick Johnson, que se suma a la charla con La Rioja/12.

Los dos coinciden en la dirección unilateral que ha ganado el relato sobre la guerra: “se habla únicamente de Malvinas, pero la mayor cantidad de muertos son del Crucero General Belgrano, por ejemplo”, afirma Erick.

“De 649 caídos, 330 son del Crucero, en Malvinas hay 257 muertos, y después viene la Patagonia con 17 muertos. Además hay 3 o 4 personas más. Pero por el relato amado, parece que los 649 cayeron en Malvinas y la verdad es que es la segunda en número de caídos. No todo pasó en Malvinas”, asegura.

En principio, a modo de resarcir los efectos de la guerra en esos chicos que no la habían elegido, se elaboraron dos leyes madres –la 23.109 y la 23.118-, que otorgaba beneficios y reconocimientos a los soldados, pero aquellos derechos les fueron quitados poco a poco a los soldados que no estuvieron en las islas. “En principio los beneficios eran para los soldados porque éramos quienes no habíamos podido desarrollarnos en una carrera o un trabajo; pero luego del 88´ los beneficios fueron recortados”, denuncian. 

“Nos dejaron afuera, pero luego comenzaron a incluir en esos beneficios que nos quitaron a nosotros, a los “cuadros”, es decir a los militares integrantes de las armas”, dice Johnson.

“El 40% de nosotros recibió una medalla del Congreso, pero no se terminó de efectivizar el último paso, que era que el Ministerio de Defensa nos reconociera como veteranos de guerra. Quedamos a la mitad del camino”, lamenta.

“Estamos reclamando justicia por cuestiones históricas. Somos los soldados que defendimos el litoral marítimo patagónico, las seis bases aéreas desde donde salían los vuelos”, explican. “La defensa de los puestos estratégicos, y la vigilancia de las costas patagónicas, se hizo desde la Patagonia. Los argumentos que usan es que no tuvimos efectivas acciones de combate, pero los libros de guerra desclasificados en 2015 reafirman lo que venimos diciendo desde hace mucho tiempo: que repelimos las incursiones inglesas en el continente”, aseguran.

“Hubo enfrentamientos y alertas rojas que los quisieron hacer pasar como escaramuzas. Hubo avistamiento de gomones inlgeses, y todo eso está plasmado en los libros de guerra”.

Precedente

Como ejemplo de la incongruencia de las medidas aplicadas sobre su situación, los ex soldados explican que reconocieron a las veteranas de guerra, las enfermeras que estuvieron en el mismo lugar que estaban ellos, “pero a nosotros siguen sin reconocernos”.

“Estamos felices de que ellas tengan el reconocimiento, pero cuando ellas atendían a los heridos, esos heridos eran los que nosotros sacábamos de los aviones y llevábamos a los hospitales”, detallan.

Otro ejemplo, es que los pilotos de guerra que hoy están reconocidos como veteranos, operaban con todo un aparato de soldados detrás: “ellos están reconocidos, pero todo el aparato que los sostenían no”, objetan.

“En nuestro reclamo, nos avala el hecho de que hoy los ex conscriptos tenemos más de 200 juicios ganados, pero queremos que nos devuelvan a todos los beneficios de la veteranía que teníamos”.

“Lo que buscamos es que se nos devuelvan los beneficios que estaban contemplados en las leyes madres del año 1984 al 88’, y que perdimos luego del alzamiento de los carapintadas, cuando se modifica el concepto de lo que era el mapa del Teatro de Operaciones y queda únicamente contemplado en las Islas Malvinas”.

“Aspiramos a que este año el Congreso de la Nación en ambas Cámaras trate el proyecto en el que pedimos un reconocimiento y se nos devuelven los honores”, piden.

Marcas

Todos vinimos con secuelas por el estrés o por el frío. Todos vinimos con pie de trinchera, soportamos temperaturas de 20 grados bajo cero. En mi caso me quedó una bronquitis crónica. Trastornos de ansiedad. Tengo compañeros con estrés post traumático diagnosticado, pero que como no estamos enmarcados en el marco para poder tratarnos no los tratan", explica Erick.

Nosotros éramos chicos con una preparación mínima, no cobrábamos como los militares, sino que cumplíamos un servicio social. Los cuadros menosprecian el trabajo de los soldados, porque hoy las asociaciones están captadas por los cuadros militares. Ellos eran gente más preparada, y eran más grandes que nosotros. Nosotros volvimos de Malvinas y tuvimos que seguir con nuestras visas como podíamos, estudiando o trabajando, no tuvimos la opción de dejar las fuerzas y armar una asociación".

Ruta TOAS

Los soldados de aquella época, hoy adultos, evocan esa época y están haciendo la Ruta TOAS que son casi 300 km, recorren todos los puestos que defendieron, desde Trelew hasta Tierra del Fuego.

“Como todo se encuadra en Malvinas, nosotros estamos tomando este nombre como señal de haber estado en la Patagonia, si bien al final de la guerra todos estuvimos en el TOAS, esa fue nuestra trinchera”, evocan.

“Buscamos los lugares en donde estuvieron los 17 caídos en el continente, en acciones de combate, allí les rendimos honores, y visitamos además los lugares que nosotros defendíamos. Los cuadros militares quieren negar que hubieron acciones bélicas en la Patagonia, pero las hubo. Hay cosas que hicieron pasar por accidentes, que no lo fueron, fueron acciones de guerra que en aquel momento las negaban para no alertar a la población, pero hoy necesitamos que se las reconozcan”.