Como corolario final de una jornada poblada de actos, programas especiales, desfiles y homenajes referidos a la gesta de Malvinas, se realizó anoche un conmovedor concierto colectivo en el Centro Cultural Kirchner. Bajo el nombre de “Malvinas nos une”, y con un final apoteósico que tuvo a León Gieco cantando “Solo le pido a Dios” junto a todos los artistas convocados, el evento cumplió con su fin: evocar a los caídos en la guerra de Malvinas a través de canciones y poemas vinculados al hecho.
A las ocho en punto de la noche, con una Ballena Azul repleta, y el Ensamble de Cámara dirigido por Pablo Salzman oblicuamente desplegado bajo una inmensa bandera celeste y blanca, comenzó el evento. La primera voz que se oyó fue la del actor Gastón Pauls. Su escueta y sentida lectura en off del poema de Borges –“Juan López y John Ward”-- dio paso a la primera intervención emotiva de la noche. La interpretación de “Aurora”, a cargo del tenor lírico y ex combatiente Darío Volonté, que operó como puente directo --para quienes pintan canas, claro-- hacia aquellas mañanas de escuela primaria ingenuas, terribles, transparentes y frías de 1982. El enganche de tales sensaciones con “Reina Madre”, clásico epocal y a la vez atemporal de Raúl Porchetto en la voz de la cantante salteña Feli Colina, no hizo más que redoblar un cúmulo de emociones que no dio respiro a matices. “Para chicos que hoy tendrían 58, 60 años, y no están, es esta noche”, dijo Antonio Birabent antes de encarar una bastante heterodoxa –medio rapeada-- versión de otro de los temas que hizo tronar el escarmiento de la paz en aquellos días de fuego: “Señora Violencia e Hijos”, tema duro y real que Miguel Cantilo y Piero, dos músicos clave del momento aquel, escribieron con dedicatoria explícita a Margaret Thatcher. Cero respiro tuvo la conexión de tal disparo musical con “La isla de la buena memoria”, pieza que Alejandro Lerner publicó en su disco Todo a pulmón, de 1983. Sebastián Andersen, cantante de El Plan de la Mariposa, fue quien la trasladó treinta y nueve años para acá, bajo el fino y delicado colchón camarístico del Ensamble.
Claro que todas las canciones revividas en la noche no fueron paridas ahí nomás de la guerra. Cuando Ciro Martínez pergeñó “Héroes de Malvinas”, por caso, habían pasado treinta años de la gesta. De ahí que su letra se asiente, sólida, en lo que por entonces se intuía: la indiferencia de la gente para con esos muchachos mutilados, confundidos, arruinados, que retornaban al continente mientras los ingleses festejaba con coñac. “Te entregaron armas que no conocías / que con suerte cada tanto funcionaban / en un hoyo que cavaste / repetías las canciones que creías olvidadas”, cantó Dolores Solá, previo paso a que la actriz Luisa Kuliok lea “La trinchera de vuelta”, poema escrito por Gustavo Caso Rosendi, ex combatiente y poeta chubutense, hoy declarado ciudadano ilustre de La Plata. “Las Malvinas son nuestras, son Argentinas, bravo, bravo por Rosendi”, gritó Kuliok, mientras un querubín veterano, mapuche, subió a escena arropado en un abrigado poncho negro. Martín Raninqueo, tal el nombre del hombre, dio todo de sí para reactivar una canción que le cayó entera cuando la música se cubrió de tinieblas en las hermanitas --por ahora-- perdidas: “Vidala de luz y sombra”.
Devino tras ella una enorme y sostenida ovación en honor no solo suyo, sino también de las diversas agrupaciones de veteranos que se hicieron presentes en la noche del Kirchner. Un poco más de la cuenta tuvo que esperar entonces la posadeña Flor Bobadilla para salir airosa ante una difícil versión de, justamente, “La hermanita perdida”, clásico de Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez. Acto seguido, apareció el único músico --más allá de Gieco, claro-- en interpretar una versión propia. Bruno Arias, también emponchado, cumplió lo suyo con “Hermanos de Malvinas”.
Los ritmos folklóricos, telúricos, dieron paso luego al pop ochentoso cuando la histriónica cantante Maca Mona Mu, obligó a la orquesta a relajar a través de una lúdica e irónica interpretación de “El banquete”, de Virus. “Han sacrificado jóvenes terneros / Para preparar una cena oficial / Se ha autorizado un montón de dinero/ Pero prometen un menú magistral (…) Pero cuidado / Ahora los argentinos / Andamos muy delicados / De los intestinos”. Impecable parodia de los hermanos Moura que presagió
la visión no menos picante que, por la misma época, propuso Charly García en plena transición entre Serú Girán y sus albores como solista: “No bombardeen Buenos Aires”. El hip-hop de Shitstem estuvo en eso. Benito, el hijo de Cerati, cantó “Trátame suavemente” de Daniel Melero como para completar una tríada que no calibró demasiado con la emotividad inicial. Y menos con la posterior.
Tuvo que subir el “Negro” Palomino, argentino y peronista, para subir otra vez el termómetro de pieles y almas en la Ballena, trepado a un poema conmovedor: “El día después”, de Edgardo Esteban. La performance entre teatral y musical de Palomino, una excelsa visita de Ligia Piro a “Para la vida” del tándem Gieco-Gurevich, y una alada intervención del Coro Nacional de Niños –con Volonté otra vez en escena— en la “Marcha de Malvinas” configuraron el marco emocional y estético ideal para que el final esté a la altura de las circunstancias.
“Viva la Patria”, gritó la platea en pleno bajo el ánimo de vivir lo esperado: todos y todas en escena con León Gieco en el centro y un grito que sonó, suena y sonará siempre, desde las vísceras del suelo de la Nación sublevado: “Solo le pido a Dios / Que la guerra no me sea indiferente / Es un monstruo grande y pisa fuerte / Toda la pobre inocencia de la gente (…) Solo le pido a Dios / Que el engaño no me sea indiferente / Si un traidor puede más que unos cuantos / Que esos cuantos no lo olviden fácilmente”.
Que no se olvide fácilmente, eso.
Tecnópolis
Una gran muestra por Malvinas
Miles de personas participaron en Tecnópolis de las diversas actividades del encuentro popular por los 40 años de la Guerra de Malvinas, donde compartieron espacios de reflexión, shows de música, obras de teatro y muestras fotográficas vinculadas a la conmemoración del Día del Veterano y los Caídos en ese conflicto bélico. Con la consigna "Malvinas nos Une", el predio se colmó rápidamente y sobre el final de la tarde llegó el concierto "Música para la Soberanía" que fue dirigido por Ariel Naón. El concierto que hizo en el Microestadio con versiones de canciones como "Héroes de Malvinas" y "Sobreviviendo" a cargo de Julia Zenko, Leo García, Daniela Herrero, Richard Coleman, Julián Baglietto, Cucuza Castiello, Abril Olivera, Luna Sujatovich, Bisherop, Fryja y Bruno Arias. El cierre estuvo a cargo de David Lebon que presentó el espectáculo "Nos veremos otra vez" donde interpretó duetos con Marcela Morelo, con quien compartió su clásico "El tiempo es veloz" y con Lula Bertoldi, líder de Eruca Sativa, cantó una emocionante versión de "Mundo agradable" y "Noche de perros".