En los últimos días hemos observado como el caso de la nadadora trans Lia Thomas ocupó las planas de diversos medios y programas internacionales, aún de aquellos que no se suelen ocupar del Deporte o de los que hacen de la banalidad su bandera.

En muchos casos e improvisadamente, defensores y detractores del derecho a competir de Thomas contra mujeres, dejaron oír sus voces ciertamente plagadas de ideologismos extremos y/o buenas intenciones, pero sin ningún rumbo técnico y científico. 

También algunos políticos estadounidenses como el ultraconservador gobernador De Santis, aprovecharon para intentar llevar agua a su molino, sin demasiadas precisiones y hasta confundiendo el atletismo con la natación. 

Creo que no estaría mal recordar algunas cosas que les enseñaba a mis alumnos hace ya más de 30 años, en mi cátedra de Entrenamiento Deportivo. Para analizar la actuación en natación debemos tener en cuenta que el hombre logra en el promedio general, marcas un 10 a 11% mejores que la mujer. Además, tiene un 30% más de masa muscular que  la mujer, especialmente en el tren superior que es fundamental para el avance en el agua. Su masa ósea también es mayor, en tanto que las mujeres nadadoras tienen aproximadamente un 22% o más de grasa corporal, contra un 12 a 15% del hombre.

La estatura y la forma del cuerpo también influye en la hidrodinamia, formas más rectas y aguzadas surcan el agua a mayor velocidad y con más  facilidad que las redondeadas.

La conclusión por todo lo anterior es:

Los hombres también por su mayor capacidad pulmonar, mayor tamaño del corazón y los otros factores recién descriptos tienen grandes ventajas en todas las pruebas de pileta, que son relativamente cortas en su duración de menos de 15 minutos. La mujer, en cambio, flota mejor que el hombre, resiste más el frío en el agua, y puede tener algunas ventajas en las pruebas de gran fondo de 40 kilómetros o más.

Como se aprecia, no se trata de una expresión de deseos. Thomas tiene ventajas sobre las otras competidoras. Esto es muy claro, ya que cuando corrió como hombre nunca pudo mejorar del puesto 400 en los torneos, y ahora como mujer compite con éxito con las mejores.

En tanto el COI y la NCAA han optado por exigir a los deportistas trans, un tratamiento de más de un año para reducir la testosterona, o sea un "doping para empeorar". Me parece una aberración y un abuso la increíble exigencia de administrarse sustancias extrañas para competir. 

Es claramente violatoria de los derechos de las deportistas trans, legislación que ya fuera aplicada con mujeres como la atleta Casper Semenya, por sus altos niveles hormonales.

Para el futuro entiendo que Thomas y otras deben competir en una categoría que aún no fue creada, o debe haber dos clasificaciones, ya que las ventajas de las deportistas trans sobre las mujeres en varias disciplinas es muy grande.

* Ex Director Nacional de Deportes.