Desde Roma
El Papa Francisco, que el sábado inició un viaje de dos días a Malta después de haberlo postergado dos años a causa de la pandemia, hablando en la isla del Mediterráneo con autoridades, diplomáticos e inmigrantes, condenó una vez más “el viento helado” de una guerra “injusta y salvaje” en Ucrania. Y no pudo menos que pedirle al mundo político que haga todo lo posible por ayudar a los migrantes.
“Yo estoy dispuesto a hacer todo lo que se pueda hacer” por Ucrania, dijo el papa a los periodistas en el vuelo de retorno a Roma. Interrogado sobre si tenía un mensaje para el presidente ruso Putin, Francisco dijo que los mensajes que ha enviado son iguales para todas las autoridades. “No hago doble lenguaje. Es siempre el mismo: cada guerra nace de una injusticia, siempre”. Y sobre las guerras, condenando la proliferación de las armas, añadió: “Todos somos culpables: estamos enamorados de las guerras”. También se dijo “disponible” para viajar a Ucrania, luego de la invitación que le hizo el presidente Zelensky en una video conferencia que tuvieron hace algunos días.
A políticos y diplomáticos
El Papa se encontró el sábado con las autoridades de Malta, en particular el presidente George William Vella y su esposa que lo recibieron en el aeropuerto y donde dos niños con vestidos tradicionales locales le entregaron flores. Luego se vio con el primer ministro Robert Abela y su familia y se encontró con el cuerpo diplomático acreditado en la isla, en el Palacio del Gran Maestro de La Valeta, capital de Malta. Al final de la jornada, luego de celebrar una misa en Floriana, a pocos kilómetros de la capital, se encontró con unos 200 inmigrantes en la localidad de Hal Far.
“El Mediterráneo tiene necesidad de una corresponsabilidad europea para transformarse nuevamente en un teatro de solidaridad y no en un puesto de avanzada del trágico naufragio de la civilización”, dijo Francisco a las autoridades y diplomáticos, agradeciendo la recepción que dedica Malta a los migrantes. El Mare Nostrum, como se suele llamar al Mediterráneo, “no puede transformarse en el cementerio maś grande de Europa”, subrayó el Pontífice, haciendo referencia a los miles de migrantes que han muerto en el mar al tratar de escapar del hambre y los conflictos en África y Asia. Según la organización humanitaria Médicos sin Fronteras, en estos últimos días perdieron la vida en el mar al menos unas 90 personas que provenían de Libia, el principal centro de traficantes de seres humanos del norte de África.
El Papa aprovechó además para hacer un llamamiento a políticos y diplomáticos : “Ayudémonos a no ver a los migrantes como una amenaza y a no ceder a la tentación de construir muros. El otro no es un virus del cual hay que defenderse sino una persona para recibir”.
Y aludiendo a Ucrania, Francisco destacó que “el viento helado de la guerra que lleva consigo sólo muerte, destrucción y odio, ha caído con prepotencia sobre la vida de tanta gente. Y mientras una vez más algunos potentes, tristemente cerrados en los pretextos de intereses nacionalistas, provocan y fomentan conflictos, la gente común advierte la necesidad de construir un futuro que, o será juntos, o no será. Ahora, en la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, por favor no hagamos que desaparezca el sueño de la paz”.
El Papa argentino subrayó asimismo que los problemas globales exigen soluciones globales. “Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente, trabajemos para poner las bases de un diálogo siempre más amplio, volvamos a reunirnos en conferencias internacionales por la paz donde sea central el tema del desarme (…) Y que los enormes fondos que continúan siendo destinados a los armamentos, sean destinados al desarrollo, a la salud y la nutrición”. En este contexto Francisco también recordó a países como Libano, Siria y Yemen, entre otras regiones en conflicto, siempre recordadas por los artículos del diario vaticano L’Osservatore Romano, a diferencia del resto de la prensa italiana que se concentra sólo en la guerra en Ucrania y los altibajos de la pandemia.
¿Un posible viaje a Kiev?
En el avión que lo condujo a Malta, hablando con los periodistas que lo acompañan sobre su posible visita a Kiev, Francisco dijo que el tema “está sobre la mesa”, es decir que se estaba evaluando. En el avión de regreso aclaró que él estaba disponible para ese viaje. “Pero no sé si se podrá hacer, si es conveniente hacerlo, si debo hacerlo o no”, dijo además. Francisco anunció por otra parte que se está trabajando sobre un posible encuentro suyo con el patriarca Cirillo, jefe de la iglesia ortodoxa de Moscú, a quien encontró por primera vez en Cuba en 2016. El Papa siempre estuvo disponible para una eventual mediación en la guerra de Ucrania y por eso, entre otras cosas, mantuvo una video conferencia con Cirillo el 16 de marzo. El próximo encuentro personal entre ambos podría ser en el Líbano. El problema es que las relaciones entre la iglesia ortodoxa de Rusia y la de Ucrania son muy delicadas y eso podría complicar la situación.
Interrogado por los periodistas además sobre su fuerte dolor a la rodilla, que le ha hecho anular varias actividades en los últimos meses y lo obligó a subir al avión con un ascensor y no por la escalera, el papa Francisco dijo que su dolor por la guerra en Ucrania “es tan grande que algunos días, el dolor a la rodilla ni siquiera lo siento”.
El encuentro con los migrantes
El domingo Francisco visitó la gruta de San Pablo en la localidad de Rabat (a unos 17km de La Valeta) ubicada en la basílica del mismo nombre, lugar que conmemora el naufragio que sufrió el apóstol Pablo y otras personas que en el año 60 d.C. intentaban llegar a Roma. Pablo y su gente nadaron hasta Malta y se salvaron, radicándose allí y difundiendo el cristianismo en la isla. “Salvados del naufragio, San Pablo y sus compañeros de viaje encontraron aquí para acogerlos gente pagana de buen corazón, que los trató con una cordialidad fuera de lo común, dándose cuenta de que necesitaban refugio, seguridad y asistencia”, recordó el Pontífice en la gruta.
Luego de esta visita, el Papa se dirigió a la localidad de Floriana, cerca de la capital, donde celebró la misa en la parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa ante la presencia de unos 20.000 fieles y representantes de distintas iglesias cristianas y otras confesiones religiosas, según informó el Vaticano.
Por la tarde, poco antes de volver a Roma, en el Centro “Juan XXIII Laboratorio de Paz” de Hal Far se encontró con unos 200 migrantes de distintos orígenes, muchos de ellos rescatados en el mar. “El naufragio es una experiencia que miles de hombres, mujeres y niños han vivido en estos años en el Mediterráneo -dijo el Papa - . Para muchos de ellos ha sido trágica. Pero hay otro naufragio que se está produciendo mientras suceden estos hechos: el naufragio de la civilización que amenaza no sólo a los prófugos sino a todos nosotros. ¿Cómo podemos salvarnos de este naufragio? (...) Comportándonos con humanidad. Mirando a las personas no como números sino por lo que son (…) y pensando que en el lugar de estas personas que veo por televisión en barcazas o en el mar, un día podría estar yo, o mi hijo o mi hija”...”. Y como conocedor del mundo migrante por ser hijo de inmigrantes italianos en Argentina, papa Bergoglio agregó: los migrantes dejan su tierra “con un sueño en el corazón. Un sueño de libertad y de democracia. Este sueño a veces se enfrenta con una realidad muy dura, a veces peligrosa, terrible, deshumana”. Y luego del testimonio de uno de los migrantes agregó: “Tu has dado voz al llamado no escuchado de millones de migrantes cuyos derechos fundamentales han sido violados, a veces con la complicidad de las autoridades locales”. “Sus historias - concluyó diciendo a los migrantes- hacen pensar en los miles de personas que han sido obligadas a escapar de Ucrania a causa de esta guerra injusta y salvaje”.