Netflix presentó de 40 series y películas de animé para este año. Los ejecutivos de la N roja realizaron el anuncio en AnimeJapan, una gran convención ferial nipona dedicada a (y organizada por) la industria del cine animado de ese país. Si algo no se le puede discutir a la principal plataforma de streaming es su capacidad para cubrir nichos de mercado a una velocidad sorprendente. Porque aunque la idea de “fans del animé” pueda parecer homogénea a ojos de los legos, lo cierto es que hacia adentro del sector la variedad de géneros, públicos objetivos y estilos de relato se multiplica de modos inabarcables.
Animé en Netflix
En la plataforma ya hay series incombustibles como One Piece, Naruto, Death Note, Jojo’s Bizarre Adventure o Bleach, y películas ovacionadas por la crítica, como la producción de Estudios Ghibli que incluye clásicos como El increíble castillo vagabundo, Mi vecino Totoro o Ponyo. Además, quien busque un poco más (no hace falta mucho, el algoritmo lleva por ahí, también), en la plataforma hay animé de otros mercados, como el coreano o el norteamericano.
De hecho, según la compañía más de la mitad de sus 222 millones de cuentas pagas de todo el mundo vieron animé durante 2021. La cifra es impresionante de por sí y más aún si se considera que varios usuarios pueden compartir una misma cuenta. Pero además la estadística se dispara en el mercado japonés, donde el 90 por ciento vio en un momento u otro animé a través de ese servicio. No sorprende entonces que Netflix invierta en el sector y se asocie con productores locales. Si el año pasado ya había puesto sobre la mesa contratos con cinco productoras japonesas (Production I.G, bones, anima, David Production y Sublimation), en AnimeJapan, por ejemplo, anunció colaboraciones con CLAMP (Cardcaptor Sakura), Shin Kibayashi (The Kindaichi Case Files), Yasuo Ohtagaki (Mobile Suit Gundam Thunderbolt), Otsuichi (Goth), Tow Ubukata (Mardock Scramble) y Mari Yamazaki (Thermae Romae).
Algunas de estas producciones ya llegaron a su pantalla, como Thermae Romae, una curiosa miniserie humorístico-documental (por definirla de alguna manera) sobre un arquitecto de baños romanos que termina por azar encontrando un portal temporal que lo lleva a los baños públicos del Japón contemporáneo. Cada capítulo termina con un micro protagonizado por la propia autora, quien recorre los principales baños termales de su país y explica parte de esa cultura.
Próximos estrenos
Durante el panel en que presentó sus novedades, Netflix confirmó la fecha de estreno de la nueva temporada de la serie de Ghost in the Shell: SAC_2045 (23 de mayo) y anunció nuevas temporadas de Ultraman, The Seven Deadly Sins: el rencor de Edimburgo y nuevos episodios de Jojo’s Bizarre Adventure: Stone Ocean. También llegará Baki Hanma, tercera entrega de la serie.
Además, anticipó la incorporación de varios títulos, como la serie Kotaro vive sólo (ya disponible en la plataforma) o Vampire in the Garden, además de películas como Burbujas (recién estrenado en el Festival de Cine de Berlín) u Hogar a la deriva.
Uno de los objetivos declarados de Netflix para esta serie de colaboraciones es propiciar “que los miembros puedan involucrarse con estas nuevas series más allá de la pantalla, a través de publicaciones y productos de consumo”. En el mercado animado japonés esto se da de forma muy natural, pues el merchandising abunda, pero también el paso de un formato a otro. Muchas series –incluso entre las anunciadas por Netflix- tienen su origen en algún manga y muchas, creadas directamente para la pantalla, devienen luego en publicación en papel.
Desde luego, Netflix no es la única parte beneficiada con esta movida. Para muchos de estos productores y cineastas, la sociedad con Netflix les da acceso al mercado de 190 países. El animé ganó aceptación “oficial” en el mercado para adultos de Occidente tras la presentación de Akira en el Festival de Nueva York a comienzos de los ’90, aunque distintos títulos ya asomaban en los segmentos animados infantiles en las décadas previas. Desde entonces, su popularidad siguió en aumento, aunque por un tiempo parecía un consumo reservado a especialistas, otakus y nichos particulares de la oferta audiovisual de la TV por cable. Esta movida de Netflix confirma una realidad muy distinta. Hace algunos años se decía que el animé “vino para quedarse”. No sólo se quedó, se puso cómodo, se calzó las pantuflas y prendió también la compu y el celular. Y ya ni siquiera hay que esforzarse en buscar el próximo capítulo.