A menos de dos minutos de comenzado Unsanitized, el show infeccioso que la trae a Buenos Aires, Bianca del Rio advierte que hará chistes sobre judíos. “Están en la página 8”, añade mientras hojea una carpeta posada sobre un taburete. La espectadora desprevenida imagina que el chiste se agotará en esa falsa promesa. Se equivoca. Hacia el fin del show los chistes sobre judíos caen como Blitzkrieg endiablada sobre un público acalambrado de ataques de risa, que ya ha oído burlas sobre los gays, las tortas, les gordes, las personas no binarias, les ancianes, los norteamericanos, la Argentina y un número importante de sus compañeras drags. No queda títere con cabeza. Ni reina con corona. Salvo Bianca, claro está, que ríe última, y mejor, porque ha encontrado el secreto del buen vivir en una apropiación taimada de la máxima new age de RuPaul: “Si no te podés reír de vos misma, ¿cómo carajo te vas a reír de las demás?”.
Soy tu chiste
Bianca sí que se ríe de sí misma a lo largo del show. Las grandes tragedias que marcaron su vida y la de tantas otras emergen promediando su espectáculo: el atentado a las Torres Gemelas (“los chistes sobre el 11 de septiembre… estallan”), el huracán Katrina (“un dique de lesbianas reteniendo líquidos hubiera salvado a Louisiana”) y… haber participado en Drag Race, quizás la más desoladora de las tres catástrofes. Todo es parte de un mismo rap irreverente y absurdo al punto del asma. ¿Cómo se atreve a reírse de un ataque terrorista, de un desastre natural y de la venerada celebrity que la ayudó a construir su carrera, todo en menos de sesenta segundos? La Enrique Pinti ataviada de Reina Isabel en “Salsa Criolla” vendría a ser la prima torpe y recatada de esta bestia impiadosa del humor. Es esa sostenida capacidad de auto-burla la que parece darle la confianza necesaria para reírse de todo y todas sin miedo a las consecuencias. Autopercibirse como chiste. Un chiste andante con tacos de 20 y postizo triple pechuga. La primera línea de su pacto con el diablo. A partir de ahí, no hay nada sagrado. Ni siquiera la muerte, que por cierto se niega a venirla a buscar. Not today, Satan. Hace ya más de ocho años.
¿Alguna vez te sentiste amenazada en un show? ¿Tuviste miedo de que alguien se pare para darte una cachetada?
Bianca Del Río: ¡No! Y no es que AHORA estemos en mayor riesgo. ¡Siempre fue así! O sea, cualquiera de nosotras puede ser lastimada o incluso recibir un tiro o un golpe… pero lo que importa es que al final del día no podés llevar tu vida preocupada por esa posibilidad.
Vimos videos tuyos actuando en bares y hay algunos en los que un espectador molesto te increpa y tu respuesta típica es: “¿Qué mierda hacés acá? ¡Soy un hombre con peluca!”. Estar en drag parece ser una manera genial de permitirte decir lo que querés.
BDR: Sí y no, porque siempre va a haber alguien a quien no le guste lo que hacés. Es una cuestión de gustos y elecciones, y todo el mundo tiene derecho a tener los suyos. Yo no creo que mi modo de ver el mundo sea el correcto, ni espero que le guste a todo el mundo. Sí pienso que esto es lo que yo hago, y que o te gusta y lo disfrutás o no… Y ese es tu problema.
En ese sentido, hacés un tipo de comedia que a veces se conoce como “comedia de insulto”, o sea que te metés con tu público, lo provocás… ¿Cómo es hacer ese tipo de humor hoy? Porque el clima cultural ha cambiado en lo que respecta a herir sensibilidades...
BDR: Sí, y ese es el problema. En lo que a mí respecta, si hay alguien que tiene un problema, o si a alguien no le gusta o si a alguien le ofende lo que digo… No me importa en absoluto. Me decís que te ofende… ¡son tus sentimientos! Ofendéte. A mí me ofenden un montón de cosas. Por lo tanto no me importa si lo que hago te ofende. Simplemente quiere decir que lo que hago no es para vos. Podés ir a consumir otra cosa, a hacer otra cosa. Hay gente que se siente ofendida por el hecho de que yo sea gay… ¿Me importa algo? No. Así funciona el mundo.
En ese sentido, ¿han cambiado los límites de lo que podés decir y no decir?
BDR: No, no para mí. En absoluto. Me niego a preocuparme por lo que va a pensar o sentir otra persona. Yo misma soy un chiste… ¡Todo es un chiste! Tenés que ser capaz de encontrarle el humor a todo. Si no, vas a ser un desgraciado y un miserable… Es así. O sea, pensemos en Will Smith… Un pedazo de caca por donde se lo mire. Un millonario dándole un bife a otro. ¡A quién le importa! Ese es su problema.
Si no te importa entonces no puede ofenderte…
BDR: ¡Es que creo que es todo ridículo! Hay cosas por las que preocuparse de verdad en todo caso. Hay guerras, hay presidentes de mierda por todos lados… hay cosas serias por las que preocuparse… Entonces si te molesta lo que dice una drag queen, por lo que le dicen a Will Smith sobre su esposa calva… ¡Es ridículo! ¿A quién le importa? A elles sin duda no les importamos. Vuelven a sus casas que valen millones de dólares, rodeados de pieles y joyas… No les importa un carajo qué pensamos, ni lo que piensa ninguna de nosotras… Y al minuto lo están aplaudiendo… Entretenimiento de manual. Podés darle una cachetada a alguien, después ganás un premio y te aplauden de pie. Maravilloso.
Bianca del Río les regala la libertad
Lo de Bianca, sin duda, no es entretenimiento de manual. Su show tiene condimentos clásicos del Stand Up, claro está, pero sus chistes se meten en zonas que el humor de la última década ha catalogado como de riesgo con distintos argumentos. Desde los principistas que sostienen que no es ético burlarse de comunidades vulneradas hasta los estratégicos que declaran en privado que aventurarse en lo incorrecto es un modo del suicidio. Sea como fuere, lo cierto es que hablar entre risas del cuerpo de la estrella pop Lizzo, de las muertes de seres queridos durante la epidemia de COVID o de la transición de una compañera de concurso se ha vuelto tabú.
Pues bien, es eso exactamente lo que hace Bianca del Río. Toca uno a uno, y bien a fondo, cada uno de los temas, experiencias, sentimientos y personas que nuestra cultura ha declarado intocables. Y el público asiste a esa hazaña imposible asombrado, como quien contempla las piruetas suicidas de una atleta olímpica que da giros en el aire sin la protección de una red.
Bianca del Río bucea en lo más bajo, elevándose así a las alturas del humor insultante. Y lo hace con clase pero con crueldad, sin ocultar en ningún momento que su humor es una de las flores del mal. Declara sin inmutarse que ha venido a esparcir su odio. Y recibe, esto también es notable, la ovación de pie de un público compuesto en gran medida por las comunidades objeto de ofensa. Porque allí éramos mayoría los maricones, las tortas, les no binaries, los judíos, las gordas, les argentines, las sobrevivientes del COVID.
A esa castigada multitud variopinta que ahora también sufre el rigor del progresismo bienpensante Bianca del Río le regala la libertad, aunque más no sea momentánea, de entregarse al goce pecaminoso. Y le recuerda que el humor y la burla fueron durante décadas herramientas no ya de goce sino de supervivencia para nuestras antepasadas más ilustres. El humor y la burla como respuesta cáustica a los horrores del mundo. Dirigidos al mundo, claro está. Pero también a un nosotres que no podía darse el lujo de aferrarse a lo grave. Y que encontraba en la risa una pócima de levedad. Como lo hicieron en medio de circunstancias demoledoras personas tan distintas como les activistas de ACT UP y el dramaturgo argentino de París Copi. Tenemos tanto que aprender de ellas. Y de Diabla del Rio, claro está.
Historia Antigua I: mil años de drag
Ya lo habrá de decir madame Del Rio a estas dos pasmadas cronistas: para conocer sus inicios en el drag… googleen, chicas. Y eso es exactamente lo que hemos hecho. Cuando ganó la sexta temporada del reality Drag Race en 2014, la carrera de Bianca Del Rio sobre los escenarios de la noche queer y como intérprete de comedia musical ya llevaba una veintena de años. Primero se ocupó de diseñar los vestuarios de algunas obras de su ciudad hasta que, en 1996, se puso los tacos por primera vez en escena como parte de un elenco. A partir de entonces su desempeño como hostess en la noche la hizo instalarse en Nueva York, donde continuó vistiendo en su atelier a leyendas del espectáculo como Patti Lupone y Angela Lansbury. También allí se hizo íntima de Lady Bunny, sin duda una de las grandes del universo drag mundial - y cuando decimos “grande” lo hacemos al menos dos sentidos injuriosos de la palabra-. Lady Bunny es además compinche ancestral de RuPaul, madre y guillotina en el programa que consagró hace ocho años a Bianca como fenómeno mundial.
Que Bianca pensaba tomar de punto a todo y a todes estuvo claro desde el segundo en que fue presentada como concursante del reality. En ocasión del evento con el que se proyectó en Nueva York la premiere de la temporada, Del Rio montó un compacto número en el que confeccionaba formidablemente un vestido azul pitufa en apenas tres minutos. Karateca de lengua y de manos, el capote hueso de institutriz en vaivén, el batido asimétrico saltarín en tono 6.A de L’Oreal. Esta proeza del corte y la costura era un falso adelanto de lo que veríamos durante los episodios: Bianca era bárbara cosiendo sus propios looks pero sobre todo arrasaba improvisando en los desafíos de actuación, respondiéndole al jurado después de sus devoluciones y demoliendo competidoras en discusiones épicas de las que emanaron frases hoy vueltas de cabecera, memes elementales en el celular de toda loca suelta.
A partir de allí serían parte de su repertorio permanente a lo ancho del globo los chistes sobre: drogas, alcoholismo y excesos múltiples, por no decir abuso intrafamilliar o eutanasia no solicitada, etiquetado frontal de minorías lgtbqi+, gerontofilia y un eterno etcétera.
Humor sin sanitizar
En Unsanitized se mete con el COVID munida de una muletilla brillante por tan berreta, que repite con la gravedad impostada de Elvira Romero de Musicardi: “Lots of people died…” (“Murió mucha gente…”). Por un rato, aunque sea, los efectos terribles de la pandemia parecen atomizarse entre la platea como el virus mismo.
¿Qué está primero para vos, el drag o la comedia? Porque para mucha gente vos sos más una comediante que una drag queen…
BDR: Yo diría lo mismo, totalmente. O sea, hago las dos cosas. Tal vez el drag sea el empaquetado. Pensando en las categorías del drag, no soy obviamente una drag enfocada en los looks, no soy una drag de Instagram, no soy modelo… Así que sí, estoy dragueada, hago un personaje y hago Stand Up… Soy comediante y drag en partes iguales en cierto modo.
¿Estar en drag te permite hacer un determinado tipo de humor?
BDR: No sé si influye tanto en el tipo de humor que hago, pero definitivamente es parte del show. Si pensás en alguien como Liberace, lleno de estrás y de plumas… ¿eso lo hacía menos pianista? ¡No! El drag le añade pompa, diversión y producción, y a la gente le encanta. Y a mí también, ojo, no es que ya no disfruto hacer drag. También he hecho comedia sin estar dragueada, no es que estoy limitada a hacerlo de este modo… Es simplemente que este es el viaje en el que he estado en los últimos años.
¿Alguna vez fuiste a un show como público y sentiste que la comediante estaba traspasando un límite?
BDR: Nunca. Si la gente habla de algo, es importante hablar de eso… Y algunas personas pensarán que no es gracioso y otras que sí. Y eso está perfecto. Pero no podés poner el foco en eso, en si les va a gustar o no. Es lo que dije antes sobre ser gay. Alguien va a tener un problema con que seas gay… Entonces ¿qué? ¿No vivís tu vida por eso?
Es este otro ítem candente en el libreto de Unsanitized, si es que algo así existe fuera del cuaderno negro empotrado en el atril del show: los procesos, o “journeys”, de aquellas personas vulneradas, o no tanto, que invocan su posición de víctima aparente como razón absoluta para exigir, entre otras cosas, que sobre ciertos asuntos se pueda hablar únicamente con seriedad. El sentido común de incluso muches humoristes dicta que solo se puede hacer humor sobre temas delicados cuando esos temas son parte integral de la historia de quien bromea. En la lógica Del Rio esta es una falacia que no merece más que un pestañeo. Lo ha dicho en uno de sus espectáculos previos: si alguien cree que existe una línea entre lo que puede y debe decirse y lo que no… esa línea la picó como cocaína y la aspiró.
UNSANITIZED: domingo 10 de abril, en el Teatro Opera.