“Los textos de Ana Longoni aquí reunidos siguen caminos no trazados de antemano que se descubren al pasar a través de los escombros. Al atravesar el archivo. O tal vez, cuando ella deja de ir a buscar al archivo y el archivo viene a ella como algo que sucede, como una aparición imprevista que sacude el dominio de lo ya escrito o fijado. Introduciendo un desvío, perturbando la distinción nítida entre lo que se busca y lo que se encuentra, entre lo activo y lo pasivo en la producción de saber. Porque es un saber dejar entrar lo que llega. Más aún cuando esa llegada ocurre en el momento más inoportuno, en medio de la convivencia entre la recuperación postoperatoria de la madre y la preparación de una mudanza hacia el otro lado de un océano, en otro continente. A veces el archivo se presenta, con su fuerza retentiva, atávica, y no es fácil detenerse a prestarle oído”, escribe Fernanda Carvajal en el prólogo de Tercer Oído, el nuevo libro de Ana Longoni, editado por Caracol.
Los cruces entre el arte y la política de los años sesenta en Argentina, el legado de artistas como Masotta, Elda Cerrato y Greco, cómo leer la producción artística actual en tiempos de extractivismo financiero, así como su paso por el Museo Reina Sofía de España, son algunos de los temas que charló Las12 con la escritora e investigadora Ana Longoni.
“La experiencia a cargo del Departamento de Actividades Públicas del Museo fue intensa y estimulante, un enorme aprendizaje. Quizá lo que más valoro es la estrecha red de colaboración que construimos -y que sigue muy vital- entre distintos colectivos del barrio de Lavapiés (asociaciones de vecinxs, grupos migrantes, feministas, artísticos, etc.) con el Museo, que llamamos Museo Situado, que significó dar cabida a otros modos de habitar ese espacio público en medio de la crisis pandémica y redefinir lo que pasa cotidianamente allí, volviendo porosos sus fronteras ante las demandas y urgencias del entorno más inmediato, pero también imaginando otras para un museo de arte contemporáneo”, cuenta.
Su libro Tercer Oído compila una serie de ensayos “descentrados” escritos en los últimos años sobre la vanguardia argentina de los años sesenta. “Surgió del bello y generoso prólogo que escribió Fernanda Carvajal, quien a su vez retoma una imagen de la escritora y activista Audre Lorde, al referirse a Cheri Moraga en Zami, su biomitobiografía. Un tercer oído, señala – dice Fernanda- el don de escuchar “entre la respiración entrecortada, entre frecuencias laterales, vibraciones disonantes y ruidos molestos, el reclamo de otra historia: historias de voces bajas, de murmullos ensordecedores”. Ojalá mi escritura alcance alguna vez un instante de esa capacidad”, dice Ana.
Cuando sus amigos Santiago Villanueva y Nicolás Cuello, impulsores de la editorial Caracol, le propusieron este libro, que Ana leyó como un gesto de cálida bienvenida a casa, al volver a vivir en Argentina luego de unos años trabajando en España, empezaron a imaginar su forma, y apareció el título. “En función de ello también fuimos conversando con Paula Castro, la artista que dibuja las tapas de la colección, hasta encontrar un cuerpo abierto, deshaciéndose y reconfigurándose, conectado con otrxs de maneras inesperadas, lleno de orejas insólitas”, explica.
En el libro hablás de la peronización de Elda Cerrato y de Tucumán Arde, ¿cómo fue ese proceso de peronización y cuáles fueron las relaciones entre arte y política del Tucumanazo?
--El texto sobre Elda Cerrato, que se llama con un guiño de humor “Del cuarto camino a la tercera posición”, da cuenta de cómo deja huella en su pintura el tránsito de las búsquedas esotéricas (integró el primer círculo gurdjieffiano en Argentina) a la peronización de los primeros años setenta. Elda rememora los largos viajes en auto desde Tucumán a Buenos Aires, cuando ella y su compañero Luis Zubillaga se instalaron en el norte argentino, como la epifanía de esa transformación, al toparse en cada pequeño poblado por el que pasaban con escuelas públicas fundadas durante el peronismo histórico. Del Ser Beta a la multitud en las calles: ese es el paisaje que transfigura entonces su mirada del mundo alrededor. En relación a la conocida acción colectiva Tucumán Arde, ocurrida en 1968, se podría llamar la atención allí sobre un cartel que apareció en la muestra en Rosario clamando “Libertad a los patriotas de Taco Ralo”. Aludía a un fallido grupo guerrillero peronista que había sido detenido muy poco antes del viaje de los artistas a Tucumán para investigar sobre el cierre de los ingenios azucareros y la crisis que había desatado en la provincia. Ese cartel desencadenó una serie de tensiones entre distintas posiciones de izquierda que coincidían con ánimo frentista dentro de la CGT de los Argentinos, la central obrera opositora a la dictadura de Onganía, dejando en evidencia el incipiente curso de fragmentación y parteaguas ante cuestiones como la opción armada, los debates entre peronismo y marxismo, etc.
Otro de los capítulos es sobre Masotta y lo difícil de encasillarlo ideológica y artísticamente, decís que él mismo se definía en los ‘50 como existencialista, marxista y peronista, ¿podés detallar un poco más sobre su trayectoria política y artística y su contribución al arte y a la política de los ‘60?
--Masotta es bien conocido por sus aportes al psicoanálisis lacaniano y a la crítica literaria, pero en los últimos años se ha recuperado también su punzante lugar dentro de la vanguardia artística (un rol no sólo teórico, también como impulsor y realizador de happenings y obras de los medios). Fue también quien posicionó a la historieta como “literatura dibujada” y organizó la Primera Bienal Mundial de la Historieta en el Instituto Di Tella. Una trayectoria intelectual heterodoxa e incómoda, provocadora, que se ubica en los márgenes y se mete a desacomodarlo todo adonde no ha sido convocado ni autorizado a entrar.
¿Por qué razones rechazaron a Greco en el Di Tella?
--Greco tuvo una relación de amor/odio con la escena artística local: su movimiento fue fugarse (a Brasil, a Estados Unidos, a Europa) para volver, una y otra vez, anunciándose con campañas de autopromoción que incluían carteles pegados en los muros del microcentro porteño en los que se leía “Greco, el pintor informalista más grande de América” o “Greco, qué grande sos”. Se puede pensar su posición respecto del Di Tella (o más bien hacia todo el circuito institucional de signo modernizador) como una relación a destiempo. Iba mucho más allá, vertiginosamente… y quizá recién ahora podamos reconocer plenamente su posición.
¿Qué relaciones encontrás hoy entre las producciones artísticas de la plástica y la militancia política?
--Se viene hablando hace tiempo de la categoría “activismos artísticos” para referirnos a los modos de acción que entrecruzan arte y política, no sólo redefiniendo radicalmente lo que se entiende como arte, sino también interpelando lo que se concibe como política. Los activismos artísticos no son sólo impulsados por quienes se reconocen como artistas, sino que se puede pensar que -desde 2001 en adelante con mucha fuerza y masividad- la dimensión creativa (visual, pero también performática) es un rasgo inescindible de la toma de las calles, de los modos de hacer de los movimientos sociales.
¿Cómo podemos leer la producción artística hoy en tiempos de extractivismo financiero?
--Creo que hoy las luchas feministas y ecológicas han tomado una presencia indiscutible en la agenda política. Pienso en un movimiento como Ni Una Menos y su insistencia desde hace tiempo en la consigna “Vivas y desendeudadas nos queremos”. Confrontar la deuda (en todas sus escalas) como mecanismo de sujeción y sometimiento es clave para imaginar otras formas de vida.
¿En qué estás trabajando actualmente?
--Oh, me repito cada día como un mantra la frase de mi amiga Sol Henaro, “Bajar la velocidad también es político”... Necesito reconectar con la escritura, la docencia y la investigación, pero también con la calma de respirar al ritmo en que muta de color una planta o crece un niñx. Estoy ahora trabajando intenso en la última fase de un largo proyecto colectivo de investigación y curaduría, que llamamos “Giro Gráfico. Como en el muro la hiedra”, concentrado en conectar y visibilizar acciones gráficas del presente. Inauguramos en mayo en el Reina Sofía y en noviembre en el MUAC (México). También estoy preparando otro pequeño libro, Parir/partir, que editará Tren en Movimiento, y que reúne las crónicas y relatos que escribí a partir de la experiencia de enfermar de covid, en marzo de 2020.