"No hubo verdad en el caso Carrasco, usaron el mismo método de la dictadura, llamar desertor a un desaparecido". Rodolfo Correa Belisle prefiere que le digan doctor en lugar de capitán retirado del Ejército. Luego de haber sido despedido de esa fuerza armada se recibió de abogado en gran medida para defenderse y sostener la acusación de encubrimiento contra una parte de quienes fueron sus superiores cuando fue asesinado y desaparecido el conscripto Omar Octavio Carrasco, en 1994. Sin hijos, de 66 años, es aficionado a la navegación a vela; su esposa trabaja en las escuelas del Delta donde viven, pasando el río Paraná, pero atiende a Página/12 en su casa de Olivos. El 6 de abril se cumple un nuevo aniversario del hallazgo del cuerpo de Carrasco, cuyo asesinato derivó en la eliminación definitiva de la conscripción obligatoria durante el gobierno de Carlos Menem, la llamada "colimba", por las actividades centrales impuestas a los soldados, correr, limpiar y barrer.
La vida de Correa Belisle estuvo signada por la tragedia del conscripto de 18 años, nacido en la localidad neuquina de Cutral Có, que hacía changas para ayudar a su papá albañil y que el 3 de marzo de ese año ingresó al Grupo de Artillería 161 para cumplir con el Servicio Militar. Tres días después, fue reportado como desaparecido y desertor. En su primer franco sus padres lo fueron a visitar. Francisco Carrasco y su esposa desconfiaron de la versión oficial. Conocían el carácter de Omar, era sumiso, jamás haría eso. Ninguna instancia militar les dio respuestas. El diario Río Negro publicó que la familia lo buscaba con desesperación. Al tiempo que la justicia federal de Zapala demoraba la investigación, comenzaron las movilizaciones populares a ejercer presión. Un mes después, el 6 de abril fue encontrado su cuerpo sin vida, en el fondo del cuartel.
--¿Qué sucedió con Omar Carrasco?
--Uno de los tres peritajes indicó que lo golpearon en el baño, y murió luego de una hora. Con eso el tribunal condenó al subteniente Ignacio Canevaro y a dos soldados. Pensá que desapareció durante un mes, si tres personas manejan la logística para eso y para aparecerlo tenemos que cerrar los cuarteles. El perito Brailovsky determinó que lo vacunaron muerto con la antitetánica. Son tan brutos que ponen todo. Según las fichas médicas lo atendieron luego de dos días y medio, y muere por un neumotorax. Pero fue una atención clandestina, dijo el perito. Técnicamente si lo recibieron golpeado, porque lo más probable es que lo hayan 'bailado' porque era lento, en cualquier hospital, se hubiera salvado. ¿Quién dió las órdenes? Iba mucho más arriba.
--¿Qué quisieron tapar?
--Cuando van los padres a buscarlo les dicen que se fugó, que es un desertor. Pero las noticias (en los diarios Río Negro y luego Clarín) los obligan a armar todo, no pensaban que a un soldado de Cutral Có lo iba a reclamar alguien. Pero lo reclamaron. Si no iban los padres no aparecía nunca más. Su tía se contactó con los organismos de derechos humanos de Neuquén, y ante los reclamos se vieron forzados a inventar: 'se habrá querido escapar y se murió de frío'. Mentira. Y el cuerpo lo hacen aparecer dentro del cuartel para que interviniera el fuero federal. La impunidad genera estas cosas.
--Para usted el caso significó tres meses de arresto, un juicio por irrespetuosidad y su expulsión del Ejército. ¿Por qué?
--Luego de que se hizo público pasaron a disponibilidad a tres personas que no estábamos en el cuartel, yo nunca fui línea de mando de él. Estaba de vacaciones en Chile. Fraguaron papeles diciendo que era desertor, lo cual era mentira pero yo no lo sabía. Me pasaron a disponibilidad, y declaré por el crimen convocado como testigo por la fiscalía de Cámara. En ese momento denuncié al jefe del Ejército (Martín) Balza y la inteligencia militar por todo lo que estaban haciendo. A partir de eso vino la represalia, el juicio militar que me hicieron terminó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la punta de lanza fue el CELS. Culminó con la derogación del Código de Justicia Militar, un gran logro, por haber sido violados todos mis derechos. Y por otro lado, mi despido arbitrario, donde pedí una reparación integral por daño. El Estado apeló un fallo favorable a mi demanda, pero la sala 5 del Tribunal en lo Contencioso Administrativo usó un argumento increíble al decir que estuve bien retirado porque fui imputado y llevado a juicio.
--¿Es en contra de esto que dictaminó la procuradora subrogante Irma García Netto, y ayer la Corte se pronunció en el mismo sentido dándole la razón?
--Sí. En octubre 1995 me proponen para ascender, pero la Junta de Calificaciones lo deja en suspenso por el caso Carrasco. Declaré en enero de 1996 y automáticamante la Junta en febrero me pasa a retiro. No había ninguna acusación contra mí. En marzo, por el escándalo que se armó con lo que declaré, ordenan investigar el encubrimiento y nos metieron a todos. Pero ese requerimiento de instrucción fue posterior a que a mí me retiraran. La procuradora dice 'ustedes lo echaron y no había ninguna acusación contra este hombre'. Pero más allá de eso, hay una locura jurídica. Solo una sentencia rompe la presunción de inocencia. Los abogados no apelaron mi procesamiento en Neuquén. Me tomé un avión y fundamenté el recurso de apelación en la imprecriptibilidad de la causa, les dije que usaron el mismo método de la dictadura, llamar desertor a un desaparecido. ¿Te acordás que la dictadura hacía eso?
--Claramente. Entonces, ¿fue una desaparición forzada?
--Por supuesto, así lo puse en mi apelación. Dije que la causa era imprescriptible porque se asemeja al mecanismo de los delitos de lesa humanidad. Casación revocó ese fallo, pidió un nuevo tribunal que sacó una nueva prescripción. El Estado tiene todo el derecho de acusarme, si la causa prescribe es culpa del juez y el fiscal. Si yo apelo y pido el juicio no pueden usar eso en mi contra. La procuradora retoma la sentencia de primera instancia que me había dictado falta de mérito, y les dice que tomen en cuenta las pruebas, les probé toda la línea de mando que estaba en el cuartel.
--¿Hay que volver a hacer Carrasco II, el juicio por el encubrimiento?
--No, no. Yo quisiera que hagan de nuevo, porque es lo que no pudieron manejar cuando les explotó en el tribunal y no les cerraba Carrasco I. Por eso desdoblaron, sacaron testimonio y la plancharon al cerrar Carrasco I. Pero ya es cosa juzgada. Para resumir, la Corte me dio la razón en mi demanda porque me echaron del Ejército. Lo fundamental es la verdad, no hubo verdad en el caso Carrasco. Carlos Rodríguez estuvo con nosotros y lo sabe bien. Lo cerraron como todas las cuestiones políticas del poder. Pero al menos esto es una gotita de verdad en medio de tanto barro.
--¿En qué mintió el general Martín Balza?
--Declaró por escrito que no había enviado inteligencia, y no es así. El día que aparece el cadáver de Carrasco me cruzo en el cuartel con el jefe de Inteligencia de Neuquén, el teniente coronel Jordán. Inteligencia es la que fraguó todos los sumarios, cosas aberrantes, para el encubrimiento. Está probado que pedí un sumario, me adulteraron la fecha para que parezca que lo hice después de que reclamaron los padres de Carrasco. Inventaron un robo previo para forzar un rastrillaje, y Carrasco apareció donde ya había sido rastrillado. Cuando lo encontramos vimos salir un camión Unimog, que dejó la huella. Lo denunciamos. Encontré mensajes cifrados de inteligencia en los horarios de la muerte de Carrasco entre el cuartel y el Estado Mayor, y hubo una probable conversación con Balza, cuyo lema era 'me trae la solución o es parte del problema'. A lo largo de mi vida comprobé que así son los llamados servicios de inteligencia, tienen la cabeza quemada y son muy burros. Mataron un soldado, que estaba ahí contra su voluntad. Como sociedad no lo podemos aceptar.
--¿Qué nivel de continuidad de estas prácticas de la dictadura perduró?
--En el caso Carrasco, el 90 por ciento. Y en general es una práctica que está demasiado arraigada. Así es la cabeza de los militares, pasó en la voladura de Río Tercero. Te decían no recuerdo, no me consta, me dieron la orden, funcionan así. Las instituciones policiales y militares cierran filas entre ellos. No les enseñan a discernir lo que está bien y lo que está mal, como en la dictadura.
--¿Se les fue la mano a los compañeros, lo atendieron mal, se les murió porque lo atendieron mal, entonces lo desaparecemos?
--Exactamente.