A él le gustaban los animales. Había tenido perros, gatos, loros, y hasta un cuis albino, una tortuga de agua y un pez dorado como mascotas. Yo los aborrezco: a algunos les temo; otros, me dan repulsión. Él se acostaba enseguida después de cenar y se levantaba antes de que el sol hubiera salido. Yo estiro la vigilia hasta muy tarde y nunca me despierto antes de la media mañana. Cuando lo hacía, me decía que ya había perdido medio día de luz. Él dormía con pijamas, uno tan usado que el algodón era suave como la seda. Yo nunca me vestí para ir a la cama. Él no iba a fiestas; ni siquiera las de fin de año en familia. Se quedaba en casa, solo. Al principio, anteponía alguna excusa: no me siento bien, la música me aturde, tu cuñado es insoportable; después, dejé de preguntarle. Yo disfruto de la vida social. Amo bailar en las fiestas de cumpleaños, hacer el trencito, usar todo el cotillón que haya. A él le gustaba la música de André Rieu. Yo prefiero escuchar las canciones de los ’60. Tengo todos los discos de Los Beatles que llegaron en su momento al país. A él le gustaba preparar guisos, carnes asadas, pucheros. Yo detesto cocinar: elijo platos simples y prefiero comer verduras. En vacaciones, la playa era su destino seguro. Se metía en el mar aun cuando el agua estuviese helada. Yo me quedaba durante horas tendida sobre la arena, abrasada por el sol, sin meter un pie en el agua. Voto por la montaña: escalar ayudada por una vara, hacer trekking, esquiar. A él le gustaban las películas con argumentos simples, personajes rudos y poco diálogo: las “bostaccion”. Yo busco las no obvias, de argumentos originales, aquellas que me sorprendan. A él, los niños lo siguen y se comunican con facilidad a través de sus bromas ingenuas. Yo puedo soportarlos solo durante un rato. La carpintería y las manualidades eran su hobby. Hizo hermosos juguetes y algunos bancos, reparó puertas y reacondicionó estanterías en desuso, que aún conservo en la biblioteca. El trabajo con las manos no es mi fuerte. Prefiero leer un libro sentada en el césped. No soy ansiosa, y él sí lo era. Mucho. Necesitaba tener toda la información para hacer planes. No soportaba la improvisación. Yo preparo la valija el mismo día que parte mi avión. Disfrutaba las partidas de truco con sus amigos. Yo nunca aprendí a jugarlo. Me gusta el rummy y el crapet. Él era hipertenso. Mi presión es tan baja que me mareo los días de mucho calor. Mi color es el rojo, el suyo era el azul. Él era creyente. Aunque no iba a misa, pensaba que Dios existe y que hay alguna forma de vida después de la muerte. Yo soy agnóstica y reniego por igual de todas las religiones. Entiendo que los dogmas hacen mucho daño. Él defendía la idea de que la fe ayuda a las personas. Manteníamos largas discusiones sobre este tema. Dado que no es posible probar la existencia de Dios, tampoco se requieren pruebas para negarlo. Hay entonces un cincuenta por ciento de probabilidad de que Dios exista y otro tanto de que no haya tal personaje. En esto, casi pensábamos lo mismo.