A cuarenta años de la guerra de Malvinas, se mantienen el recuerdo y la memoria activa. Precisamente, ese doble ejercicio es el que lleva a escena Los hombres vuelven al monte, obra que evoca esa página dolorosa de la historia e indaga de manera poética en las experiencias subjetivas de quienes la atravesaron. Allí, a medio camino entre la ficción y la realidad, se cruzan los relatos de un hombre que se instala en el monte buscando a su padre que ha desaparecido, y de un ex combatiente que escapa al monte para convertirse en un bandido rural.

Escrita y dirigida por Fabián Díaz, e interpretada por Iván Moschner, la puesta que transita su séptima temporada puede verse en el Teatro El Grito (Costa Rica 5459), los jueves a las 21. Estrenada en 2014, luego de dos años largos de ensayos, la historia tiene un disparador autobiográfico, según explica el autor. “Yo estaba terminando la maestría de dramaturgia de la Universidad Nacional de las Artes, y tenía que escribir sobre un tema que me interpelara. Y sin darme cuenta empecé a escribir sobre Malvinas. Es que mi papá había estado ahí, y yo siempre tuve la sensación de que algo de él había quedado en ese lugar, porque la guerra rompe algo en las personas que la viven”, cuenta Díaz.

De sólida trayectoria sobre tablas, Iván Moschner le pone el cuerpo al texto y les da voz a los once personajes que lo componen. “Esta obra es un documento del dolor”, asegura, al mismo tiempo que advierte que el material es una radiografía del impacto psicológico que generó la guerra a nivel colectivo. “Los que iban a la guerra eran colimbas de todo el país. Tenían 18 años, eran casi niños todavía, y fueron a combatir sin saber adónde iban. La periodista Leila Guerriero publicó recientemente un libro -La otra guerra- en el que cuenta lo que era la confusión de esos soldados y también de sus familiares, y eso en la obra de Fabián está magníficamente reflejado. Sin ser un documento histórico, esta puesta muestra las vidas de toda esa gente y su sufrimiento, algo que fue más allá de la guerra”.

-Se han cumplido cuarenta años de la guerra. ¿De qué manera los interpela este acontecimiento?

Fabián Díaz: -Malvinas siempre fue un tema que resonó afuera de mi casa, pero no al interior de mi familia, porque mi papá estuvo en la guerra y no hablar de eso fue su manera de protegernos de lo que había vivido. De grande me di cuenta que tenía un montón de preguntas que fui construyendo acerca de esa historia a lo largo de mi vida y todo eso en algún momento empezó a pesar. Por eso, escribir Los hombres vuelven al monte fue mi manera de tramitar esas preguntas que no pude hacerle directamente a mi papá. Y hoy esas preguntas ya no son mías sino también de Iván y de quienes ven la obra.

Iván Moschner: -Malvinas fue una tragedia vivida por personas cercanas a mi generación, porque en ese momento yo tenía 18 años y tendría que haber ido a Malvinas si hubiese estado en la colimba. Y no me tocó ir, pero de alguna manera estuve cerca de todo lo que giró en torno a esos hechos porque era algo que me preocupaba.

-¿Por qué eligió el monte como espacio ficticio para contextualizar la obra?

F.D.: -Yo crecí en un barrio periférico de una ciudad del Chaco que se llama Villa Angela, y el monte fue el lugar de mi infancia. En ese territorio pescábamos, jugábamos a las escondidas y dormíamos la siesta. Por otro lado, hablar del monte fue una decisión que tomé como respuesta a lo que veía que pasaba en las obras que se presentan en Buenos Aires y que se narran desde el paisaje urbano de la Capital Federal. Eso me inquietaba porque sentía que de esa forma los discursos quedaban atomizados en la propia concepción de esta ciudad. La mayoría de las puestas transcurren en el interior de un espacio, y yo quería expandir eso todo lo posible. Entonces, en ese marco el monte apareció con mucha fuerza como una espacialidad que funciona como campo poético y como lugar mitológico que Iván construye desde la actuación.

-¿Qué reflexiones advierten que aporta esta puesta en este nuevo aniversario?

I.M.: -Esta obra trata del dolor que produce lo que no se sabe y por otro lado aquello sobre lo cual faltan respuestas, porque ninguno de los gobiernos democráticos se encargó de abrir los archivos del Ejército sobre ninguna cuestión, incluida la de Malvinas. Hay muchas cosas que no se conocen. Y a mí no me tocó combatir, pero puedo imaginar el dolor de los que combatieron de la misma forma que lo imagino viendo lo que sucede ahora mismo en Ucrania.

F.D.: -Entiendo a este trabajo como un modo de tratar de despejar algo de esa maraña que implicó la guerra, porque con el tiempo lo que sucedió fue que se generó una especie de homenaje cada 2 de abril, pero siguen habiendo grandes deudas pendientes con los hombres y mujeres que atravesaron ese conflicto. Hay algo muy roto en torno a Malvinas y cosas que no sabemos, y creo que quienes abordamos esta temática tenemos que tratar de iluminar esas zonas que están tomadas por el desconocimiento. A veces creo que habría que dejar descansar el trauma, pero por otro lado creo que es necesario seguir hablando. Siento que todavía tenemos un montón de cosas para decir.