La burbuja 4 puntos
The Bubble; Estados Unidos, 2022
Dirección: Judd Apatow.
Guion: Judd Apatow y Pam Brady.
Duración: 126 minutos.
Intérpretes: Karen Gillan, Iris Apatow, Fred Armisen, Maria Bakalova, David Duchovny, Keegan-Michael Key.
Estreno en Netflix.
El título de la reseña en Variety, la centenaria publicación de la industria de Hollywood, es acertado y elocuente: “Judd Apatow hace una película mala sobre una película aún peor hecha durante la pandemia”. La burbuja es, sin duda alguna, el punto más bajo en la carrera del creador de Virgen a los 40 y Ligeramente embarazada, uno de los nombres más importantes, ayer y hoy, de la Nueva Comedia Americana. Sin ir muy lejos, su largometraje anterior, El arte de ser adulto, vapuleado por la primera ola de covid-19 justo antes de su estreno en salas de cine y disponible en nuestro país en la plataforma HBO Max, es un sensible y muy particular relato de crecimiento que se impone sin demasiado esfuerzo como una de las mejores entradas en su filmografía. The Bubble, sin embargo, nació sin gracia y con escasas virtudes, un mal chiste que atraviesa la frontera de los 120 minutos ante la impaciencia y el cansancio del espectador. ¿Es posible echarle la culpa a su propia hechura pandémica? No necesariamente.
Más allá de los comentarios centrados en los usos y costumbres de los protocolos precampaña de vacunación, que generan alguna que otra sonrisa –los aislamientos eternos, el barbijo en cualquier circunstancia y lugar, los PCRs ubicuos y seriados, el Zoom como amo y señor de las relaciones humanas– ni el concepto central ni los detalles o el timing cómico construyen un edificio narrativo entrador, mucho menos sofisticado. Ejemplo de cine dentro del cine, la trama reúne a una serie de actores y actrices en una mansión inglesa lujosa y aislada, que hace las veces de hotel para el reparto y equipo técnico y artístico de una superproducción de acción y fantasía. La “burbuja” del título. La película en cuestión es la quinta secuela de un craso derivado de Jurassic Park, una interminable saga titulada “Cliff Beasts”. Ya de entrada los egos se disparan entre los veteranos de la franquicia, aquellos que la abandonaron para regresar con el rabo entre las piernas y la joven tiktokera metida a presión entre el grupo de estrellas.
El contingente es comandado por un realizador novel que metió un batacazo indie filmado con su teléfono, un tipo voluntarista y de talento discutible, además de un productor dispuesto a todo, literalmente, para mantener el control del rodaje. En los papeles, la idea puede sonar atractiva –los rodajes caóticos siempre producen curiosidad, en la vida real y en las películas–, pero Apatow no conjura la energía suficiente casi en ninguna escena, ni siquiera cuando echa mano al grotesco, al humor negro y a un poquito de gore. Karen Gillan, Maria Bakalova, David Duchovny et al seguramente la pasaron muy bien durante la filmación, pero nada de eso atraviesa los confines de la pantalla. Tampoco los gags alrededor del uso de la green screen –elemento indispensable en el cine de gran espectáculo digital– logran ir más allá del lugar común. En La burbuja todo es tan desatinado y desangelado como aquello que se pretende parodiar.