Luego de cuatro intensos días de trabajo en la Gran Conversación virtual de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, se fue produciendo un verdadero campo investigativo a partir del aforismo de Jacques Lacan “La mujer no existe”, que para empezar rompe con el universal que pretende decir qué es una mujer para dar lugar a la contingencia con que cada mujer elabora su femineidad en su época, con su historia, en sus tiempos subjetivos y a veces, con la ayuda de un psicoanálisis.

Pasaron por allí personajes icónicos de la literatura y el arte como la Beatrice del Dante, Anna Karenina, Madame Bovary, Frida Kahlo hasta del humor gráfico como nuestra querida Mafalda y también de distintas épocas hasta la más rabiosa actualidad de lo queer o lo transexual en las identificaciones o certezas con que llegan niños y adolescentes acogidos por psicoanalistas verdaderamente concernidos por los desafíos y demandas críticas de nuestro tiempo. En las mesas clínicas simultáneas se expusieron casos que llevaron a fructíferos interrogantes y finas orientaciones que guían la compleja práctica actual.

En las plenarias también, pudimos escuchar sobre las mujeres freudianas, las heroínas lacanianas, el empuje a la mujer, la despatologización de la erotomanía, la hermandad femenina, contando siempre con la participación de Jacques Alain Miller quien cuaderno y lápiz en mano escuchaba con atención cada exposición para luego participar con la agudeza que lo caracteriza en el debate posterior. Sin imposturas y con la frescura de un adolescente de estos tiempos, uno de los analistas más destacados y célebres de las últimas décadas, no dudaba en buscar lo que no sabía en Wikipedia y Google, trasmitiendo así que un analista no da por sentado nada ni del sujeto ni de los saberes de la época y por eso está abierto a aprehender lo nuevo sin dejarse obnubilar tampoco por lo que sólo es operación de marketing o responde a la ideología en los discursos al uso. Acogiendo al mismo tiempo lo que cambia sobre el fondo de lo que insiste como estructura, animó de principio a fin la Conversación.

Pero el momento más conmovedor, al menos para mí, de esa cadena de eslabones virtuosos de la construcción del saber que constituyeron los días del congreso, fue la mesa final que, cómo se aclaró, ya no estaba amparada por la AMP porque no todos compartían lo que allí se trataría: la invasión de Ucrania. Se puso en acto el no-todo de la estructura del que justamente lo femenino enseña. De este modo democráticamente, los ponentes -como Ucrania misma- perdían el amparo tranquilizador que da el universal y quedaban a la intemperie, para decir con todas las letras el horror inédito de lo que se estaba viviendo.

En la mesa Pour L' Ucranie luego de la introducción de Phillippe Hellebois, Daniel Roy desde Bordeaux, puso de entrada el dedo en la llaga, cuando la locura del poder injuria la palabra y haciéndolo destruye los cuerpos. Eric Laurent en un recorrido riguroso tomó la pasión por el mal a la que estamos predispuestos a sucumbir y cómo ésta hace del tirano una posibilidad interna. Honrando al no todo de lo femenino hizo su entrada con una brillante simplicidad, la filósofa política Blondine Kriegel que en quince minutos trazó como una flecha certera atravesando varios siglos, la relación del poder con el derecho de las gentes -allí se detuvo en Francisco de Vitoria que fue de los primeros en plantearlo en defensa de los indígenas americanos. Este derecho es el que debe ser prioritario frente a todo abuso del poder e instó a pensar en construir la paz para que ésta pueda prevalecer en el futuro. Invirtió entonces la famosa frase de Clausewitz citada por todos los estadistas desde Lenin hasta Obama “La guerra es la política por otros medios”, proponiendo desde la perspectiva del derecho internacional clásico “Si quieres acabar la guerra prepara la paz”.

Jacques Alain Miller, el mayor referente de la asociación mundial de psicoanálisis, fue el primero en agradecerle y ella a su vez dijo que sin saber nada de psicoanálisis siempre se maravillaba de que los psicoanalistas se interesaran por la vida intelectual y la actualidad, que esto no era común en otras disciplinas y ciencias a pesar de estar informados y ser cultos.

Me sentí junto a esos analistas muy honrada de pertenecer al Instituto del Campo Freudiano y recordé la idea trabajada por Eric Laurent del analista ciudadano que no guarda un ominoso silencio cuando tiene que alzar su voz en defensa de la dignidad del ser hablante.

 

*Profesora de la cátedra de Psicología de la Niñez y Adolescencia, Universidad Nacional de Tucumán, miembro del Instituto Oscar Masotta, CID Tucumán. Autora del poemario Kohl.