La universidad sale al llano para atender las necesidades allí donde abundan y articular soluciones que muchas veces escasean. El objetivo es participar en la elaboración de estrategias con una base sólida que solo ofrece el conocimiento académico, pero también con acciones directas en el territorio.

Hacia fines de los años noventa y principios del siglo XXI, comenzó a tomar impulso en algunas casas de estudios superiores el debate sobre la conformación de las viviendas en barrios populares, también denominados “de interés social”. El análisis incluía la realidad del espacio público y la infraestructura en territorios que comenzaban a apreciarse como marginados.

Precisamente, las falencias cada vez más notorias en relación al hábitat y la necesidad de articular acciones concretas con el Estado impulsaron a algunas instituciones académicas a avanzar en proyectos y estrategias para mejorar el espacio urbano y la calidad de vida de las personas.

Un trabajo pionero cerca del Obelisco

“Podríamos decir que durante la década del noventa las universidades estuvieron bastante dormidas, y la problemática vinculada a las viviendas era pensada como algo menor, ya que se consideraba que ante la escasez de recursos no valía la pena elaborar grandes proyectos para encontrar soluciones”, reflexionó Javier Fernández, director del Instituto de Espacialidad Humana (IEH) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

En un contexto social frágil y con una crisis económica cada vez mayor, el entonces Laboratorio de Morfología –primer antecedente del actual Instituto– tomó contacto en 2001 con las experiencias que se estaban empezando a desarrollar en Brasil.

Allí, a partir de una serie de políticas municipales implementadas en Río de Janeiro que luego el expresidente Lula Da Silva extendería a nivel nacional, habían comenzado a trabajar sobre la percepción existente en las favelas. El plan contemplaba acciones que impactaran en las viviendas, el espacio público y su equipamiento como condición básica de ciudadanía.

Con ese modelo como base, quienes integraban aquel laboratorio idearon proyectos particulares para trasladar la experiencia brasileña a barrios populares de Argentina. La “Villa 31”, en el barrio porteño de Retiro, fue el primer sitio elegido. “Hicimos una propuesta genérica en la que planteamos que la urbanización era posible. Hoy suena lógico pero en aquel momento decir que se podía urbanizar el barrio sin sacar a la gente de sus hogares era algo alocado”, relató Fernández al Suplemento Universidad.

A su vez, el director del IEH destacó que otra de las aristas del proyecto incluía “una reivindicación social urbana justa”, en la que no se pensara a la villa “como un lugar a colonizar y erradicar, por fuera de la ciudad”, y que dio lugar al concepto de reurbanización. “De este modo, el objetivo fue comenzar a participar, en conjunto con la Comisión de Vivienda porteña, en acciones de mejoramiento, de articulación con el resto de la estructura urbana, y no de reemplazo absoluto”, detalló.

El aporte que brinda el IEH es variado. En primera instancia, ofrece un diagnóstico del territorio a intervenir, y sobre eso elabora una metodología de proyectos que, entre otras cosas, permite identificar las calles existentes y sus posibilidades de conexión con el resto de la estructura urbana.

Otro punto central implica atender aspectos ambientales. “Muchos de los barrios están en tierras que no fueron disputadas por el mercado debido a pasivos ambientales, como estar cerca de un basural, y eso generó que fueran apropiadas por los sectores populares. Por eso, planteamos acciones de remediación para que ese territorio pase a ser un espacio público calificado”, explicó Fernández.

Un proyecto de sustentabilidad que atienda el desafío del medio ambiente incluye las infraestructuras tanto públicas como domiciliarias. En ese orden, a través de su equipo, el Instituto incentivó la instalación de paneles y calefones solares en múltiples viviendas, una acción que permite también reducir costos en las tarifas tanto de gas como de electricidad. “Es un trabajo conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que impacta favorablemente en la economía de estos barrios”, destacó.

Recientemente, el instituto firmó un convenio con el Organismo Provincial de Integración Socio Urbana (OPISU) para desarrollar estrategias urbanas, prototipos de viviendas y equipamientos en nueve barrios de los partidos bonaerenses de Almirante Brown, Tigre, Quilmes, Lanús, Morón, La Matanza, San Isidro y San Martín. La iniciativa cuenta con financiamiento del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Es un proyecto de gran calibre que irá al corazón de barrios muy grandes del área metropolitana, y que permitirá dotarlos de infraestructura, equiparlos, mejorar viviendas y calles. Que la universidad participe en estos procesos es fundamental”, valoró Fernández.


Salir del aula para incidir en la realidad

La Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) es otra de las pioneras en impulsar estrategias en barrios de interés social. En 1994, el deseo por intervenir en la compleja realidad llevó a Marcelo Barrale y a Ana Valderrama, junto con otros colegas, a crear el movimiento “Matéricos Periféricos”.

Entre sus objetivos, se planteaban promover las arquitecturas latinoamericanas emergentes y poner la disciplina al servicio de los sectores populares, a partir de la realización de obras en barrios de emergencia social. Su intención también era desarrollar investigaciones de interés académico.

“Hace más de 25 años empezamos a pensar en la necesidad de sacar el aula afuera. No podíamos quedarnos adentro de la universidad, porque sentíamos que era momento de incidir en la realidad que nos tocaba vivir”, recordó Valderrama –máster en Arquitectura del Paisaje y docente en la UNR– en diálogo con este suplemento.

En conjunto con referentes barriales, “Matéricos Periféricos” se abocó a la co-construcción de equipamientos para apuntalar las actividades de las comunidades. Su primera obra fue un comedor en un barrio popular que se inauguró en 2005. Luego, hubo otras iniciativas de diverso alcance, entre las que se destacan centros culturales, capillas, el Mirador del Paraná, una tribuna en el club Tiro Federal y la “Copa de Leche” del Barrio Industrial, un edificio utilizado para ayudar en las tareas escolares a un grupo de 150 niños y niñas de la zona.

“Contamos con alrededor de 40 obras co-construidas en la provincia surgidas de las demandas de las propias comunidades”, celebró Valderrama y destacó la creación de un corralón social de materiales, en conjunto con la Secretaría de Extensión Universitaria. “Allí recibimos donaciones de privados e incluso de oficinas estatales –explicó–. Muchas de las obras se hicieron con materiales reciclados o descartados.”

En efecto, la directora de la Maestría en Arquitectura del Paisaje de la UNR recordó que en los primeros años de construcciones existió un acompañamiento del Gobierno nacional, pero lamentó que entre 2015 y 2019 “se produjo un desfinanciamiento de este tipo de políticas”.

“Matéricos Periféricos” impulsó además el programa “Arquibarrio”, destinado a ampliar la capacidad de vinculación socio-territorial de la universidad. Ese plan permitió que estudiantes y graduados realicen sus primeras prácticas profesionales en diferentes proyectos que se llevan adelante en espacios públicos.

Actualmente, el equipo tiene en agenda la construcción de un comedor en la localidad de Pueblo Esther, ubicado a 18 kilómetros de la ciudad de Rosario. “También firmamos un convenio para el desarrollo de unos prototipos de hábitats para abordar la emergencia en la región”, agregó Valderrama.


Transformar el territorio con inclusión social

Para Claudio Ferrari, decano del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), un eje presente en la agenda global de cara a las próximas décadas es la situación de las periferias que rodean las grandes ciudades. En declaraciones a este suplemento, Ferrari destacó que, en ese contexto, la “injusticia espacial” es uno de los tópicos que merecen especial atención.

En esa línea, puso énfasis en la necesidad de “tender hacia una mayor densidad a partir de la redefinición de las infraestructuras, los sistemas de transporte, el medio ambiente y, por supuesto, atender la problemática de las viviendas”. La UNSAM, de hecho, cuenta con una Especialización en Gestión del Hábitat, orientada a la formación de funcionarios públicos que trabajen en municipios y organismos vinculados al mejoramiento del tejido urbano, con un sentido integrador.

Por otra parte, esa universidad dispone de un Laboratorio de la Vivienda Industrial Argentina (Vialab), que comenzó a desarrollar un prototipo que consiste en la utilización de todo el sistema de reciclado de plástico. Ese trabajo está vinculado con cooperativas de la localidad bonaerense de José León Suárez, para la construcción de viviendas de interés social en todo el país.

Ferrari explicó que el laboratorio “contribuye al mejoramiento del hábitat popular con un sentido de solidaridad e inclusión social” y detalló que esto es posible a partir de un sistema que integra “determinados elementos reciclados de la basura, entendidos como recursos y no como un desperdicio”.

Otro reflejo de acción con inclusión que pregona la universidad fue la edificación de la biblioteca “La Carcova”. Esa construcción sobre basura apilada estuvo a cargo de Waldemar Cubilla, un exinterno del penal de San Martín que se graduó en el pabellón de la universidad dentro de la cárcel. “Es un ejemplo magnífico de como con recursos propios se trabaja en el territorio”, manifestó el decano del Instituto.

La búsqueda de soluciones para miles de vecinos que viven sobre la basura en la cuenca del río Reconquista es otra de las propuestas en la que participa la UNSAM en conjunto con organismos estatales. Es una suma de acciones que apuntan a un objetivo general. Para Ferrari, la misión más importante de la universidad “es la creación de conocimiento que se extienda a la sociedad, y redunde en propuestas orientadas a mejorar la calidad de vida de la población”.