La inflación del mes de marzo, que comunicará el INDEC el próximo miércoles, será un golpe númérico y político duro para el Gobierno (ver aparte). En ese escenario, se tomó la decisión de encarar un primer cuatrimestre de precios altísimos con una política centrada en que no sólo los salarios le ganen a la inflación, sino que además los sectores informales cuenten con dinero en el bolsillo para hacerle frente al fenómeno.
La decisión se tomó hace algo más de una semana, cuando en la Casa Rosada vieron que, además del arrastre histórico, la guerra en Ucrania pegaría fuerte en los precios locales, sobre todo de alimentos.
Estudios previos que miró el Gobierno reflejaron una dinámica inflacionaria compleja, y la orden del presidente Alberto Fernández fue no dejar al descubierto a ningún sector, sobre todo aquellos que destinan sus ingresos a la compra de productos de la canasta básica.
En paralelo, se idearon las mesas tripartitas con la Unión Industrial (UIA) y la CGT, que redundaron en la medida de adelantar mesas paritarias de 26 sectores de la economía para cerrar cuanto antes actualizaciones en los sueldos privados.
Esta especie de viraje en la política de recuperación de los ingresos, tiene otras dos explicaciones que exceden la dinámica de los precios.
En primer lugar, varias fuentes del Frente de Todos confesaron ante la consulta de PáginaI12, la propia interna del Gobierno "estaba demandando un cambio", aflojar la billetera.
En segundo término, todo este paquete de medidas -que empezó con el aumento del 50 por ciento en el monto de la Tarjeta Alimentar, canastas de productos subsidiadas para almacenes, programas de verduras y carnes a precios fijos, bono de 6000 pesos a jubilados y actualizaciones de sueldos al alza- tiene como trasfondo un aval tácito del Fondo Monetario (FMI) a un mayor despliegue de la inversión estatal en asistencia. Por esta razón, en el Gobierno aseguran que "cuando sea necesario, seguiremos tomando medidas en esa línea".
"Es lo que corresponde hacer ahora", dijo a este diario uno de los cuadros que se mueven cerca del Presidente, a la hora de explicar este scrum a la inflación aumentando los ingresos formales e informales.
En el ala "albertista" del Gobierno aseguran, además, que "nunca dijimos que no íbamos a asistir". Detallan que la teoría del ministro de Economía, Martín Guzmán, fue desde el inicio que ante la posibilidad de un crecimiento económico que redunde en mayores ingresos, eso abriría la posibilidad de soltar más billetes.
De alguna manera, lo puso en evidencia la portavoz presidencial Gabriel Cerruti, en su habitual conferencia matinal de los jueves. Referenció allí que la recaudación tributaria de marzo fue la más alta desde el 2017.
Los datos de AFIP muestran que ese mes, los ingresos crecieron 62,5 por ciento interanual, acumulando 19 meses seguidos de mejora en términos reales. Y la perspectiva de los primeros días de abril vuelve a estar en esa línea, con el rubro consumo masivo también sumando ingresos vía Impuesto al Valor Agregado (IVA).
En la esfera "cristinista", en tanto, desde hace tiempo tienen la idea de que los momentos de crisis requieren de políticas contracíclicas y que es allí donde, según contaron a este diario, se ve la muñeca política.
En el entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner creen, de todos modos, que lo más relevante sigue siendo distribuir las mejoras, tal como alertó el extitular del bloque de Diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner, cuando se preguntó hace unos días dónde había quedado la evolución salarial de los trabajadores de 2015.
Si se miran los balances de las empresas en general y de las alimenticias en particular, eso avala la teoría de Máximo. Y avala también que el sector privado haya aceptado adelantar paritarias y con números por sobre la inflación de manera tan simple.
En este desembolso de dinero en varios frentes es relevante, para el Gobierno, cómo se está moviendo el Fondo. Consideran en la Casa Rosada que desde el articulado mismo del acuerdo, el organismo que comanda Kristalina Georgieva viene dando señales de un pacto muy laxo y permisivo.
"Les preocupa que Argentina se encamina y salga de estos procesos inflacionarios que el mismo FMI ve en todo el mundo", aducen en el Gobierno y casi que sacan chapa, ahora con evidencia, de que no era un acuerdo con ajuste.
Naturalmente, aclaran que más allá de que muchas de las metas sean casi letra muerta, como idea principal se seguirá el sendero para alcanzaras. Además, no es el Fondo el único que pide a los países salir del laberinto de un mundo seriamente afectado por los precios internacionales con políticas virtuosas.
William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para la región, consideró que Argentina crecerá este año y el próximo en un contexto delicado, pero que será impactado por la inflación internacional como casi todo el mundo.