Hay nombres que no solo aparecen en la historia, sino que la construyen: el de Eduardo Luis Duhalde es uno de esos nombres, una de esas figuras que forman parte y hacen a la historia reciente argentina. No sólo en términos de Derechos Humanos, sino también en términos de lucha política, de transformación del presente y construcción de futuro. Que, quizás en el fondo, para él siempre fueron parte de lo mismo. A diez años de su fallecimiento, de su "desaparición física", colegas, compañeros, amigos y familiares lo recordaron en un homenaje en la Federación Gráfica de Buenos Aires.
El salón del primer piso del edificio de Paseo Colón 731 estaba lleno de excompañeros y compañeras de lucha de Duhalde. “Queremos que nos acompañen reconstruyendo recuerdos, anécdotas, dando valor al aporte de Eduardo no solo a la historia argentina sino a la historia universal de los derechos humanos”, pidió Victoria Martínez, directora de la Fundación que lleva el nombre del ex secretario de Derechos Humanos de la Nación, abogado gremialista y defensor de presos políticos, historiador y periodista --una larga lista de otros roles ya que, como muchos destacaron, Duhalde fue un “multidimensional”.
El homenaje organizado por la Comisión de Derechos Humanos de la Corriente Federal de Trabajadores consistió en dos mesas que recordaron diferentes aspectos de la vida de Duhalde: por un lado, su gestión a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos (2003-2012) en el panel llamado “Memoria de una política de Derechos Humanos”; y, por el otro, su larga trayectoria de lucha en el panel “Memoria de su trayectoria”.
En una jornada que se extendió más de lo previsto (“el homenajes es prolongado porque se lo merece”, diría casi al finalizar Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense); no faltaron las anécdotas, los recuerdos con expresiones nostálgicas y hasta los lágrimas y voces quebradas de quienes hoy, diez años después de su partida física, aún lloran a Duhalde, y aún lo extrañan como el primer día.
Luego de una serie de videos y saludos, como los de Federico Villegas, embajador argentino, representante permanente de Argentina frente las Naciones Unidas y presidente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y del jurista español Baltasar Garzón; comenzó la primera mesa de la mano de Susana Santomingo, ex secretaria del Consejo Federal de Derechos Humanos, quien recordó los inicios de la Secretaría de Derechos Humanos, casi 20 años atrás. “Eduardo lideraba la política pública de Derechos Humanos, no era autoritario, era una autoridad”, sostuvo Santomingo sobre quien llamó también “el primer militante”.
“Eduardo nos empodera, como militante lo viví como un premio que nos dio la vida de poder transitar ese camino que vivimos con mucha felicidad porque trabajamos en aquello que sentíamos profundamente”, recordó. “Sentimos y valoramos haber podido participar y haber aprendido de un líder, un militante, un compañero profundamente militante y un funcionario que funcionaba”, destacó Santomingo, y consideró que “la forma de ser coherente con su legado es no bajar los brazos y trabajar por la unidad que nos hace falta y por los derechos humanos de nuestro pueblo”.
Luego de ella habló Judith Said, ex coordinadora de la Red Federal de Sitios de Memoria y parte de la que fuera la primera editorial de Duhalde, Contrapunto. Recordó el primer momento en que se vieron, en la cárcel de Devoto, donde ella estaba presa y a la que el abogado acudía a conversar con todas las detenidas políticas. Y también la segunda vez que se vieron, en el exilio impuesto por la dictadura cívico-militar. “Él era la voz que podía darles valor a nuestros compañeros que salían de los centros de detención y llegaban a Europa para denunciar, y él tomaba esas denuncias, reivindicando a nuestros compañeros”, contó Said sobre el trabajo y la lucha incansables de Duhalde desde España.
También recordó otras “aventuras de nuestro militante popular, del militante compañero, del militante con que la vida nos dio una revancha”. “La vida nos dio otra oportunidad, y la verdad que lo sentíamos así y tratamos de hacer muchas cosas”, señaló.
Y esas “muchas cosas” fueron las que empezó a intentar resumir Remo Carlotto, secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, quien iba a participar de la primera mesa pero debió viajar a Uruguay; y que siguieron recordando en el segundo panel, compuesto por Luis Alén, ex subsecretario de Derechos Humanos, el abogado Pablo Llonto, Héctor Amichetti, y Mariano y Marcelo Duhalde, hijo y hermano del ex secretario.
El primero en hablar fue Alén, quien hizo un detalle de los diferentes momentos de la vida de Duhalde --algo que también haría luego Marcelo, el hermano de Eduardo--. Recordó su mirada sobre la historia, “el lugar donde encontrar las claves del pasado para transformar el presente”, y su forma distinta de ejercer el derecho, como “un modo de comprometerse ética y políticamente con la causa”. Asimismo, destacó su “exilio de lucha”, y su convicción de que “sobre la impunidad no se construye democracia”, sino que había que reparar a las víctimas de Estado integralmente. Una creencia que convirtió, finalmente, en política de Estado en derechos humanos.
Llonto, por su parte, contó sobre la “envidia militante” que sentían respecto de Duhalde, el “querer militar como él en todas las actividades en las que Eduardo decía presente en Argentina”. Recordó tres grandes momentos y/o facetas que supo envidiar --y aún envidia-- militantemente: ser la “voz y el análisis” de los juicios a las Juntas, su mirada de historiador sobre lo acontecido durante el Mundial del ‘78, y todo lo que “hizo y hace por los juicios por delitos de lesa humanidad”. “Vamos a intentar alcanzarte un poquito en la militancia”, sostuvo Llornto.
El “dueño de casa” fue quien cerró el homenaje, hablando “desde los trabajadores, desde el movimiento obrero organizado”. “Nosotros como pueblo podemos convertir una democracia formal en una democracia real, retomar en serio la idea de reconstruir la democracia, con los derechos humanos como clave”, señaló Amichetti, hablando sobre el legado que queda luego de una trayectoria tan extensa y significativa como la de Duhalde. “Sentirlo vivo, sentir que está acá y realmente reivindicar su historia es ser consecuente con su conducta histórica”, señaló el secretario general de la Federación Gráfica. “Es pensar que la historia nos tiene que dar una tercera oportunidad, y que la tenemos que construir nosotros”, añadió, para concluir entre aplausos, por esas palabras que eran continuidad de las de Eduardo Luis Duhalde: “Hay peleas que hay que dar”.
Informe: Sofía Moure.