El proyecto autogestivo que un estudiante de Diseño de Imagen y Sonido -ahora graduado de la UBA- comenzó en 2017, se puede ver desde este jueves en el cine Gaumont. Se trata de Ultima pieza, que fue la tesis universitaria de Luciano Romano. En el 2015, Romano realizó un cortometraje para una cátedra de la Facultad "que fue la semilla de lo que sería nuestra tesis universitaria", según comenta. En el corto, se planteaba un dilema laboral entre un padre albañil y su hijo a quien le enseñaba el oficio de la construcción. "Decidí contar esa historia breve basándome en mi propia experiencia trabajando con mi papá. Tratando de mostrar y exponer un punto de vista poco conocido, desde la visión de un albañil, con sus problemas personales y con su postura frente al trabajo", comenta el cineasta.
Luego del cortometraje, en el año 2017 realizó Última pieza, "teniendo como punto de partida la relación familiar y laboral entre padre e hijo; contraponiendo sus posiciones e ideologías, con sus rupturas y con sus continuidades, profundizando en la interioridad de ambos y ampliando su espectro de emociones en un contexto laboral que, a veces, puede ser muy beneficioso económicamente y otras veces puede ser muy complicado, en más de un sentido", señala el director.
"Soy contratista de obra en la construcción. Venía con un bagaje durante la carrera trabajando con esos materiales y cuando en 2015 llegó el momento de hacer un corto, pude escribirlo basándome un poco en mi historia personal”, comenta Romano en la entrevista con Página/12. “Se cruzaba el ámbito familiar con el laboral. Luego elaboré el guión en otra materia y cuando llegó el momento de la tesis en 2017, ya tenía el guión más o menos armado. Y en noviembre de 2017 ya estábamos en rodaje de la película”, relata sobre su ópera prima.
En la ficción, Rodrigo es un joven peón de albañil que trabaja desde hace muchos años junto a Edgardo en el oficio. Lo considera un padre y un modelo a seguir. Ante el inminente nacimiento de su hija y por su precariedad económica, Rodrigo decide buscar otro trabajo junto a una arquitecta, pero antes deberá comunicárselo a Edgardo, su única figura paterna.
-¿Cómo fue el trabajo de guión para profundizar de un corto a un largo?
-Ese era un tema. Yo pensaba que se podía ampliar el cortometraje y ese camino no es el más apropiado. Un largometraje tiene otras posibilidades. Hay más margen para poder indagar en la vida interior de los personajes, puede haber tramas. De alguna forma, es más laborioso que el trabajo de un corto, donde el tiempo y la precisión tienen que ser muy exactos. En cambio, en una película hay un poco más de margen. No digo margen para el error pero sí para poder desarrollar otras tramas, para poder profundizar en el contexto y más que nada en el discurso. Muchas cosas que estaban en el cortometraje se hicieron de otra forma en el largo, manteniendo un poco los elementos, pero que se mostraran distintos. En un corto podíamos trabajar la relación padre-hijo. En cambio, en el largo eso se trabajó de otra forma, como un patrón y un empleado al que lo ve como un hijo. Hay una transposición distinta.
-¿Qué significa que tu trabajo en las aulas ahora pueda verse en una sala de cine?
-Primero, siento mucha responsabilidad. Y creo que puede servirle a alguien que haga películas autogestionadas. Me siento muy bien, pero es un trabajo muy intenso. Lleva mucho tiempo, hay que tener perseverancia. Es una linda sensación, pero con muchos nervios: nunca estrené una película. Y aparte con el aval de la cátedra, que entonces se llamaba Diseño Audiovisual III.
-¿Qué mirada quisiste plasmar sobre el mundo laboral?
-Primero, la idea era cruzar un asunto familiar con el tema laboral. En relación al trabajo, la idea era que el contexto de la construcción es generalmente bastante precario. Hay condiciones de trabajo que son bastante irregulares. A veces, uno como monotributista, como autónomo, puede llegar a pensar que está independizado, pero en realidad sigue estando dentro de una estructura que no es la mejor. La urgencia económica es algo que atraviesa a todos los trabajadores porque podés tener un trabajo, y después no tener nada. Y en el trabajo, capaz que no te llegan a cubrir los gastos mínimos del día. Se termina transformando en un mundo de precariedad y de supervivencia que no es para nada bueno. Y es una estructura socialmente aceptada.
-Y la película refleja parte de eso...
-Sí, la idea es reflejar justamente cómo ante la llegada de un hijo del personaje principal, ya hay una transformación interna para salir del lugar donde está, de esa “zona de confort”, trabajando como ayudante.
-¿Y qué mirada quisiste construir sobre el difícil proceso de la paternidad?
-Hay una cuestión de la responsabilidad con los hijos. Cuando te vas a convertir en padre, todo tu mundo cambia. Un padre tiene que cuidar a sus hijos, más cuando son chicos. Es un poco lo que le pasa al personaje de Rodrigo en la película: empieza a ver que la realidad en la que vive está por modificarse. Y tiene que empezar justamente a construir una nueva realidad.
-¿Buscaste generar una tensión en el vínculo padre-hijo del empleado y el patrón?
-Sí, más que nada en la diferencia de puntos de vista, en las perspectivas que tienen sobre lo mismo. Los dos trabajan de lo mismo, pero la postura ideológica, la ética que tiene cada uno sobre el trabajo comienza a ser diferente. Incluso, es una diferencia que se da bastante entre padres e hijos. A medida que uno crece, la diferencia generacional se va acrecentando. En algún punto, los hijos empezamos a ver a los padres como un sujeto aparte. Y no hay que tratar de verlo tanto como un padre sino como una persona grande que tiene su conducta, sus errores, sus aciertos. Condenarlos un poco menos.
-¿Cuáles fueron las dificultades por tratarse de un proyecto autogestivo?
-Hubo muchas. La primera fue el guión. Era muy complejo. Tenés que estar lo suficientemente maduro para poder escribir algo que se relaciona con vos mismo. Las cuestiones más complejas fueron de logística: la locación, la cantidad de personas que iban a trabajar en la película, cómo y cuánto se les iba a pagar. El tema económico fue lo más crítico, no tuvimos subsidio. Sí tuvimos muchos favores de amigos y colegas. Estoy muy agradecido. Y obviamente tuvimos que poner un capital nosotros. Uno tenía que trabajar aparte para tener plata para el fin de semana a ver si filmaba la película.