La FAO informó que durante marzo, el precio de los alimentos a nivel mundial aumentó 12,7 por ciento, con los cereales a la cabeza con el 17,1 por ciento. En medio de la disparada global de los precios por la guerra en Ucrania, y cruzado por una disputa interna sobre las salidas de esta crisis, el gobierno intenta medidas de protección pese al rechazo de productores rurales y la reticencia de la industria alimenticia. En el frente social, castigado por la carestía, salieron medidas paliativas pese al corset que puso el FMI, mientras los dos responsables de la dramática condena financiera que sufre la Argentina, posaron sonrientes cuando tomaban cerveza en una isla de multimillonarios en La Florida.
La foto de Mauricio Macri con su colega norteamericano Donald Trump, matándose de la risa en Palm Beach, muestra al expresidente argentino repuesto de la conjuntivitis presunta que, tras ser derrotado, alegó para retirarse del mundial de bridge. En los medios políticos se entendió la fotografía como una señal de que ambos políticos se postularán para una nueva presidencia.
Ninguno de los dos pudo reelegir y debieron abandonar sus puestos rodeados de escándalos y un fuerte descrédito. Ambos tienen denuncias en la Justicia y están acusados de aprovechar la función pública para realizar negociados. El caso de Macri es todavía más grave porque su gestión dejó al país en la ruina económica y con una deuda externa enorme que sólo sirvió para alimentar la fuga de capitales.
Pero la crisis de pandemia más guerra, sumada a la que dejó cada uno de ellos en sus países, ha llegado a un punto que hasta estos personajes tan desacreditados se animan a caranchear sobre los gobiernos de Alberto Fernández y Joe Biden, que los sucedieron. Es difícil que la crisis llegue a blanquear tanto la memoria de los argentinos. Hasta ahora, lo más que puede aspirar el expresidente es a no terminar en la cárcel y a jugar como pieza de los halcones de la derecha para retener votos y empujar a los candidatos de ese costado.
Macri tiene motivos para no preocuparse por la justicia en Argentina. Históricamente el radicalismo y los conservadores controlaron los ámbitos relacionados con el Poder Judicial, desde las corporaciones de abogados, hasta las de jueces y fiscales. Son los colores políticos de un estamento con privilegios feudales. Lo demostraron las últimas elecciones que se realizaron entre abogados y jueces para integrar la Magistratura, en las que ganaron las candidatas macristas. Aunque avance el proyecto de reforma de la Magistratura que esta semana aprobó el Senado, en este momento, el macrismo tendría mayoría.
En consonancia con esas identidades políticas, el presidente derechista de Uruguay, Luis Lacalle, dió protección al operador judicial de Macri, Fabián "Pepín" Rodríguez Simón. Y lo mismo el derechista mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, cuyos diputados en el Parlasur tratan de posponer la sesión para expulsar al prófugo Rodríguez Simón.
Mientras a Macri el Poder Judicial le habilita una gira turística interminable por el exterior, a pesar de estar imputado en varias causas, este jueves la Corte rechazó todos los recursos presentados por ex funcionarios kirchneristas, Julio de Vido, Pablo Schiavi y Carlos Ben. El jueves, la Cámara Federal decidió con chicanas mínimas impedir que Cristina Kirchner y el Senado sean querellantes en la causa por el ataque a pedradas del despacho de la vicepresidenta. Al mismo tiempo, el Tribunal Oral Federal número 5 absolvió por mayoría al titular de la Comisión Nacional de Valores durante la dictadura, Juan Alfredo Etchebarne, en una causa por el secuestro de empresarios para apropiarse de sus bienes.
Es el color político de la Cámara Federal que consideró que los agentes de la AFI que espiaban a presos políticos y opositores lo hacían por cuenta propia y salvó de culpa a Macri y a su amigo personal, el titular de la AFI durante su gestión, Gustavo Arribas. Al mismo tiempo arrastran juicios interminables contra Cristina Kirchner por obras en Santa Cruz o San Juan, sobre las que no tenía ninguna responsabilidad.
La esencia reaccionaria de esa hegemonía quedó demostrada en los festejos de estudiantes de abogacía de la agrupación Franja Morada que cantaban “Néstor ya se murió, Néstor ya se murió, ahora falta Cristina, la puta madre que la parió”. De esos estudiantes, a esos abogados, a esos jueces. El origen de Franja Morada, con la Reforma del 18, es opuesto a la derechización que fue sufriendo primero con el alvearismo y ahora con el macrismo, con el que se ha convertido en exponente de la derecha en la Universidad. Cuando se dice que todos los partidos tienen sus jueces amigos, hay que tener en cuenta que la incidencia del peronismo en ese ámbito es mucho menor.
Los medios macristas vienen anunciando la profundización de la crisis hasta mediados de año, cuando todo debería estallar, según ellos. El gobierno adelantó las paritarias, lanzó el bono de seis mil pesos para los jubilados, aumentó 50 por ciento la tarjeta alimentar y acordó con el sector piquetero más agitado.
Y con relación a los precios, aumentó las listas de precios cuidados y elevó dos puntos las retenciones a la harina y el aceite de soja para depositarla en un fideicomiso que abarate el precio de la harina de trigo. Acaba de garantizarse el abastecimiento del gas boliviano, pero debe cubrir casi el 15 por ciento del total, que importa como gas licuado a precios que la crisis mundial sextuplicó.
Los índices de inflación mensual, que ya desde el macrismo superan a la inflación argentina de base, diluyen los porcentajes que se obtienen en las paritarias y recortan drásticamente la capacidad adquisitiva del salario. Se produce entonces el fenómeno de baja desocupación con altos niveles de pobreza, porque los salarios quedaron por el piso.
Dentro del gobierno los tironeos reproducen los que agitan al peronismo. El secretario de Comercio, Roberto Feletti advirtió que su área no tiene los resortes que requiere el combate a la inflación en un contexto mundial excepcional. Y apuntó al ministro de Economía, Martín Guzmán, al que todos reconocen su capacidad técnica, pero poco manejo político. En todo el mundo se han tomado medidas excepcionales para aumentar la recaudación y combatir a la inflación. Alemania impuso en forma permanente un impuesto a las grandes fortunas y un referéndum aprobó la expropiación de 240 mil viviendas para reducir el precio de los alquileres.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, quien a pesar de su cercanía con la Cámpora mantuvo su respaldo al gobierno, insistió que ante “situaciones excepcionales son necesarias medidas excepcionales”. El debate con la Cámpora y Máximo Kirchner es una prolongación del que comenzó con el acuerdo con el FMI. Pero el reconocimiento de la gravedad de las crisis interna e internacional puso un marco a los enfrentamientos y los contuvo explícitamente dentro de la alianza oficialista. De todos modos, esta discusión sobre la profundidad que requieren las medidas para contener la inflación y proteger el bolsillo de los más vulnerables, no existe en Juntos por el Cambio, ni siquiera como preocupación.