"Tensionar" es el término más escuchado por estas horas entre la dirigencia del Frente de Todos más cercana a la vicepresidenta, Cristina Kirchner. Lo utilizan para describir lo que, entienden, no es un deporte exclusivo del "cristinismo" sino más bien un concepto que sintetiza la manera en que se efectivizan las políticas económicas en un país donde las relaciones de poder del Estado con el establishment son históricamente complejas.
Esa palabra, tensionar, es la palabra clave -contaron a PáginaI12 diferentes referentes cercanos a CFK- para explicar el detrás de escena de declaraciones públicas que se hicieron esta semana y que apuntaron directamente a la gestión del Gabinete Económico del presidente Alberto Fernández, sobre todo hacia el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Tanto Máximo Kirchner como el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y el senador Oscar Parrilli, exteriorizaron una discusión que se viene dando hace tiempo: que el proceso de toma de decisiones empiece a ser de interconsulta, dado que el Gobierno tuvo y tiene un armado frentista que fue clave para llegar al poder, pero que nunca se tradujo en ideas de fondo plasmadas luego de escuchar a todas las voces. Y que, a la vez, se "tensione" o se endurezcan posiciones para forzar mejores resultados; un fenómeno que, además, redundaría en una cohesión natural del espacio oficialista, cerrando al menos algo de la grieta interna. Todo aclarando, desde dentro del círculo de influencia cristinista, que estos debates "no suponen rupturas ni sacar los pies del plato".
"Ni siquiera estamos discutiendo personas, son ideas, el cómo hacer. Y tampoco estamos pidiendo que se haga todo lo que planteamos, pero sí que se debata internamente", se sinceró un dirigente del espacio ante la consulta de este diario. Naturalmente, hay funcionarios del Gabinete que al cristinismo le simpatizan menos, uno de ellos es Guzmán, pero aclaran que lo central es cómo conducir y decidir.
En el entorno de la vice recuerdan que hace un año y medio CFK pidió públicamente alinear salarios, jubilaciones y precios, para cumplir con el mandato popular que llevó al Frente de Todos a la Casa Rosada. Y que, luego de haber ponderado herramientas como el IFE y el ATP en pandemia, sugirieron la continuidad de la asistencia teniendo en cuenta que las dificultades para un sector de la población se sostendrían. Según las mismas fuentes, la resistencia principal allí fue de Guzmán, quien decidió discontinuarlas dado que se estaban yendo al dólar blue y recalentando la inflación.
Esos dos momentos, además de la derrota electoral en las elecciones legislativas, que parte del "albertismo" relaciona también con un supuesto endurecimiento de posiciones, son los hitos fundacionales de un proceso de debate interno que salió fuerte a la luz esta semana.
Las retenciones, un debate vivo
Feletti pidió ingresar a un proceso de retenciones móviles para desacoplar los precios internos de los internacionales, en un escenario de guerra en Ucrania que trastocó el orden económico mundial. El planteo se lo llevó al Presidente, pero tiene rechazo de gran parte del Gabinete Económico. Señalan en el Gobierno que la votación en el Parlamento sería imposible de ganar. "Si vamos a medir las posibilidades en cuanto a la correlación de fuerzas, terminamos no haciendo nada nunca. Nada es fácil", explicó una importante dirigente centrándose en otra de las críticas del cristinismo al Gobierno: que más allá de los resultados en una votación parlamentaria, se obture por eso el debate de un tema clave en materia de precios.
En el entorno de la vice son partidarios de llevar a debate todos los temas de la agenda, incluido retenciones. Pero el tema campo es delicado para el equilibrio que se intenta hacer desde el Gobierno. De hecho, la ruralidad ya prepara medidas y tractorazos a Buenos Aires por la suba -igual a la que hizo el Gobierno de Mauricio Macri sin resistencia del campo- de dos puntos de retenciones a los derivados de la soja, algo que no le pega al sector primario sino a la agroindustria. "No se le puede tener miedo al conflicto todo el tiempo", destacan los que piden dar la pelea por ponerle retenciones móviles al trigo. "Si no, busquemos soluciones alternativas, pero ese tema tiene que estar presente", agregaron.
Un intento en este sentido de dar los debates fue el envío al Congreso del proyecto para pagar la deuda con el Fondo Monetario (FMI) con el dinero fugado de los argentinos. Pero el apoyo presidencial a la iniciativa también fue más simbólico que concreto, según detallan. "Le faltó elocuencia", dijo una fuente, con cierta picardía. Es que hay incluso dirigentes del cristinismo que bancaron el acuerdo con el FMI a sabiendas de la resistencia de La Cámpora y que ahora no comprenden por qué no se va a fondo con cuestiones como los dólares de la fuga, que además de tener una carga simbólica, también es una agenda que lleva la vice. Hace menos de un mes, charló de la cuestión con el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley, considerando lo relevante que sería el respaldo de ese país para repatriar esos dólares.
Los ceos "salvados" por el modelo
"Hay funcionarios que creen que van a solucionar los problemas salariales de los argentinos siguiendo los consejos de Funes de Rioja". La frase, dura, salió de boca de Parrilli en una entrevista que concedió al noticiero central de IP Noticias. Allí manifestó, además, que si toda esta dinámica continúa, "vamos a terminar yendo a las elecciones con una boleta de Kristalina Georgieva". Daniel Funes de Rioja es el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y Georgieva está al frente del FMI. El doble mensaje apuntó, según fuentes del espacio, a una crítica, ya sabida, de cómo se negoció la deuda que dejó Macri.
Pero lo más importante es el inconformismo con los resultados que se obtuvieron en la mesa del Gobierno con la UIA y la CGT. De ese convite salió la decisión de adelantar las negociaciones paritarias. Pero hay algunos que creen que "era la instancia para pedir más. Son sectores empresarios que salieron del pozo en el que los había puesto Macri".
En los hechos, las alimenticias (que son parte de la Copal, que también preside Funes de Rioja), acusadas por el Gobierno de recalentar la inflación, obtuvieron ganancias récord en el último año, luego de la pandemia y el macrismo, período en el cual Molinos y Arcor, por solo citar a dos gigantes, reportaron balances en rojo por primera vez tras la crisis del 2001. Los que critican el sólo adelanto de paritarias insisten en que podría haber habido bonos privados para los trabajadores, algo que en esa mesa reclamó la CGT. U otras maneras de compensar la pérdida del salario y redistribuir ganancias. Y hacen una comparación: el aumento de 20 mil pesos que otorgaron CFK y Sergio Massa a los trabajadores de Congreso, que no un bono como el de jubilados ni un adelanto paritario, "sino algo importante que se suma al sueldo y en una sóla vez". También molestó entre los más críticos que Feletti, que había estado en la foto inicial de esas mesas tripartitas, haya sido corrido de los últimos tres encuentros formales.
Hubo una frase, en el discurso de Máximo Kirchner en Merlo, el jueves último, que grafica esta posición sobre la recomposición de ingresos: "Tengo claro que el gobierno ha hecho cosas para bancar los sueldos de los trabajadores en la pandemia para que no se rompiera el vínculo laboral y ahí también los trabajadores cedieron parte de su salario. ¿Qué les pasa ahora que no hay pandemia que les cuesta a los empresarios dar algo ahora para los trabajadores que lo dieron todo?", dijo. Y agregó que "yo quiero que a nuestro gobierno le vaya bien porque permite que le va a ir bien a nuestra gente. Yo no quiero ni juego a las divisiones, pero tampoco soy de los que piensa que hay que amontonarse por amontonarse, porque si los dirigentes se amontonan en una unidad que no busca dar todas las peleas (...) será una mera acumulación de dirigentes en un lugar y con la gente en otro lugar. Eso en Argentina no puede volver a pasar".
Esta posición de una mayor dureza no es patrimonio exclusivo del cristinismo, sino que también tiene niveles de adhesión en el Frente Renovador de Sergio Massa. Y la frase de Máximo del no amontamiento per se también se analiza como central en la retórica de coyuntura del cristinismo.
El comercio exterior y la inflación
Los dardos de Feletti a Guzmán, con sus declaraciones de que la inflación es un fenómeno multicausal, remiten a la idea interna de que la responsabilidad del alza en los precios debe ser conjunta y, sobre todo, de la cabeza de los equipos. Si bien estos cuestionamientos ya se venían dando, fueron más fuertes esta semana porque el dato de IPC que el INDEC dará el miércoles será el más alto del año con una suba superior al 6 por ciento. En ese contexto, Feletti resalta los puntos como ya ha hecho otras veces, y se corre con lógica de la línea de fuego.
En el kirchnerismo desean ver a un Guzmán más activo en el territorio, para que esos dichos del secretario de Comercio no queden en mera enunciación. Sobre ese tema, en la Casa Rosada insisten con que el ministro "tiene como principal batalla el frente de los precios, y fue un pedido del propio Presidente". Lo cierto es que habrá que ver cómo el Gobierno asimila esta semana ese dato de inflación, que será de fuerte impacto numérico y simbólico.
Los que cuestionan la toma de decisiones unilateral del Gabinete Económico también ponen un signo de pregunta sobre el proceso de acumulación de reservas en el Banco Central (BCRA), uno de los puntos centrales del acuerdo con el FMI. A eso vienen las apelaciones a un mayor control a las importaciones que manifestó Feletti. En el marco de números de crecimiento que, como bien apuntó Guzmán en su paso por Brasil, son fuertes y algunos récord en muchos años (como la mejora industrial), en el Gobierno aclaran que "nosotros estamos convencidos que habrá una mejora importante en el ingreso de divisas". Los críticos apuntan que, mientras las empresas especulan con precios y no redistribuyen, el Estado les sigue garantizando acceso a divisas para importar y los protege demasiado cuando esos mismos sectores siguen pulseando contra el Gobierno.
En este escenario, donde las diferencias continúan, todas las fuentes concluyen que la discusión política se seguirá dando y que, hoy en día, no merecen tener la lectura de una ruptura en ciernes ni particiones del espacio del Frente de Todos.