Universidades, cátedras, investigadores, antropólogos, solidarios genuinos y arribistas coyunturales... Hubo un momento de la historia en que todos estos actores sociales miraban y pensaban a la Unión de Trabajadores Desocupados de Mosconi, una organización que creció en la resistencia a las políticas neoliberales como faro de la acción y organización frente al desguace del Estado.
Cuando los piquetes comenzaron a poblar la ruta 34, más de uno tuvo que tomar un mapa para ubicar General Mosconi en la geografía de la Argentina. Aquellos humildes trabajadores, despojados de toda una vida junto a los yacimientos de YPF, se organizaban y, lejos de la centralidad, mostraban un claro camino a seguir.
Todo esto no será gratis. Persecuciones, cárcel y encierro, serán parte de una política de amedrentamiento, una forma de extirpar de raíz aquello que asomaba como un ejemplo que no debía replicarse.
Dos figuras, miles de historias
Juan Nieva y Pepino Fernández son símbolos de la lucha popular en el norte del país. Ambos ypefianos de familia, nacieron en el Hospital de Campamento Vespucio, pueblo creado para familias de petroleros, a partir de los pozos descubiertos en la zona durante la década de 1920.
“Yo nací en el año 1956 en el Hospital de Vespucio. Soy hijo de ypefianos. Mi viejo laburó más de 40 años. Vino del Valle de Lerma, se quedó mucho tiempo en Salta y después lo mandaron al sur del país para trabajar en el gasoducto más grande del mundo, que iba de Río Gallegos a Bahía Blanca”, comienza el relato Pepino, quien como trabajador se dedicaba específicamente a la parte de fluidos en la perforación: “el fluido es lo más importante para un yacimiento, para la producción. Todo depende del fluido para que el pozo dure años. Nosotros dejábamos yacimientos en producción”.
Juan Nieva nació en marzo de 1952 también en la norteña localidad, otrora modelo de desarrollo para el país, lugar que hoy se encuentra prácticamente abandonado. “En el 54 vinimos a Mosconi porque mi viejo ya se jubilaba. Hice la primaria y parte de la secundaria ahí”.
Como ex ypefiano y delegado sindical recuerda: “Nosotros, antes que surja la organización frente a la privatización, ya estábamos activos a través del sindicato. Estábamos siempre contra de la burocracia sindical. Teníamos una lista compuesta por gente de principios de izquierda, nacionalistas, más que nada combativos. Hemos peleado mucho, hicimos mucha docencia”.
YPF había comenzado su privatización en 1992 y los empleados, poco a poco, iban quedando en la calle. Fueron más de 3500 los trabajadores que directamente se quedaron sin empleo. El dinero que cada uno había recibido como indemnización, poco a poco se iba agotando y la economía local, se encontraba ahogada y paralizada por completo.
Para 1995 la situación provincial se agrava aún más con un proceso de aceleración en las privatizaciones regionales, siguiendo la misma linea que la política nacional. El hambre golpeaba la puerta de todas las casas.
Hacia 1997 la situación social y económica de gran parte del país resultaba apremiante. Con niveles de desocupación que superaban el 50%, la realidad en el norte era aún más grave. Todos los indicadores sociales rebasaban la media nacional.
La organización que nace de las ruinas
Recuerda Juan Nieva que un compañero petrolero prestaba su galpón para hacer reuniones periódicamente. Allí se combatía con ideas y acciones la urgente necesidad de salir a pelear por comida y trabajo: “Uno de los días que nos juntamos en el galpón, hicimos un acta donde dijimos que era necesario organizarnos mas allá de los partidos políticos, las ideologías. Estábamos con una necesidad fundamental que nos apretaba absolutamente a todos. En esos momentos alguno con suerte tenía para hacer una sopa, pero no había casi nada, ahí es donde hicimos tomar conciencia no solo a las autoridades, sino a la comunidad en su contexto general".
Nieva relata con orgullo: “En ese momento vinieron los compañeros de Tartagal, la mayoría eran de clase media, tenían negocios, eran profesionales, pero se interesaron y nos fuimos uniendo cada vez más. Ahí resolvimos el primer corte de ruta departamental, así empieza todo”.
Pepino Fernández evoca aquellas primeras épocas, más de un cuarto de siglo atrás, con la misma fortaleza: “Yo entro en la UTD para recuperar YPF, para que nos paguen las acciones que nos debían, para que nos paguen los años que hemos trabajado, que nos devuelvan lo que nos fueron quitando y que no nos permitió jubilarnos”.
A mediados de los años 90, el nombre de Pepino Fernández significaba una vinculación directa con la resistencia. Era la representación del militante que, poniendo el pecho junto a sus compañeros, sufrió todo tipo de embates políticos y judiciales a lo largo de su vida sin claudicar en sus reclamos: “Cumplimos 26 años, gran parte de mi vida está en la UTD. Mas allá de lo personal, de lo que nos perjudicaron los gobiernos y la Anses con la privatización de YPF, a mi padre, a mí, a todos, he tratado siempre de ayudar a muchísima gente. Hemos creado fuentes laborales, hemos creado una ley para que se jubilen los mineros en la Puna, tantas cosas”.
Juan Nieva comenta: “Los momentos previos, las primeras movidas eran con las mujeres. La gente tenía hambre, ya no tenía plata. En ese tiempo había más mujeres que varones, ellos tenían más que nada vergüenza, porque después de haber tenido durante muchos años un buen trabajo, buenos sueldos, no tenían prácticamente nada. En eso es donde hablamos y decidimos tomar el concejo deliberante durante 23 días. Ahí aparecieron todos, diputados, senadores, intendentes”.
Mosconi junto a Cutral-Co, ambos vinculados directamente con las privatizaciones de YPF, serán los que pondrán nuevamente sobre la mesa una vieja herramienta de lucha: el piquete.
En momentos donde no queda nada, el paro o la huelga se vuelve inerte porque el asalariado no existe. Resurge entonces el piquete como manera de visibilizar reclamos, “los piquetes los creamos para llamar la atención”, comenta Pepino, “esto no fue fácil, mucha gente ha muerto en esa pelea. A nosotros siempre nos persiguió la Justicia por defender al pueblo”.
El fundador de la UTD, Juan Nieva, agrega “Nosotros creíamos que el piquete era el punto fundamental para afectar la producción a aquellos que, así como sigue pasando hoy, no quieren poner nada después de todo lo que se llevan. Tuvimos causas, denuncias, demandas, de todo nos metieron”.
“Acá el que mata, el que asesina, nadie lo juzga. A nosotros sí nos han metido a la cárcel por reclamar lo que nos pertenece. Nosotros fuimos hasta la Cámara de Senadores y Diputados, donde salió todo favorable para que se nos pague lo que nos correspondía. Tuvimos el apoyo de todo el Senado pero no nos pagaron nunca. Lo único que logramos es que otra vez nos metieran presos”, recuerda una vez más Fernández en su derrotero por cárceles y comisarías de todas las jurisdicciones.
Así como la gran mayoría del arco político los apoyó y luego dió la espalda a sus reclamos, fueron muchos los investigadores que llegaron a Mosconi para conocer una experiencia que luego dejaron en el olvido: “Recuerdo que nosotros mismos hicimos un banco de datos de toda la gente que no tenía trabajo. Y una vez vino una socióloga de la universidad, llegó hasta mi casa a preguntarme como era que habíamos relevado los datos, me preguntaba como había hecho, no podía entenderlo. Y nosotros le contamos que, como era fundamental demostrar con datos lo que nos pasaba, las mujeres, sobre todo, se tomaron el trabajo de ir casa por casa relevando la información. Mucha gente escribió tantas cosas sobre la UTD, muchos estuvieron en mi casa, y después un poco sentíamos que venían, escribían de nosotros y nos quedábamos solos de nuevo”.
La lucha sigue
José "Pepino" Fernández continúa incansable al frente de la UTD. Su cuerpo, castigado por las injusticias, no claudica en seguir fortaleciendo la organización: “Nosotros hemos hecho casas, cloacas, cañerías de agua, salas de primeros auxilios, ayudamos a todos los que se pueda. Tenemos casi terminada una casa para el muchacho indígena que salió mejor alumno, le hicimos toda la casita de material”.
“La UTD sigue haciendo viviendas, y aunque el IPV nos margine y no nos mande nada, nosotros tenemos recursos propios, somos autónomos y contamos con toda clase de herramientas para hacer albañilería, construcciones, para desmalezar. Aparte tenemos tres camiones y una camioneta”, comenta Pepino y agrega: “Me han invitado a hablar muchas veces del tema del petróleo, del problema energético, hablé de la cuenca Chaco paranaense, hablé del sur, hablé del tema de Vaca Muerta, de todos los yacimientos. Acá inclusive tenemos muchos pozos abandonados. Con que le saquemos un poco, lo bien que estaríamos. Pero ni siquiera en las escuelas nos dejan enseñar qué es la UTD”.
“Yo creo que el objetivo nuestro era abrir un camino que sigue latente. La tarea que tenemos ahora es lograr comprender y entender que la pobreza está abarcando cada vez a más sectores. Si no nos unimos, esto va a ser fatal”, comenta Nieva con esperanza intacta y agrega: “esperemos que el mensaje llegue a las próximas generaciones, que si no luchan no vamos a lograr nada”.
Más de un cuarto de siglo después, la UTD sigue viva en Mosconi. Las luces se apagaron, los piquetes ya no son novedad, los investigadores miraron a otro lado y el norte siempre queda lejos. Sin embargo, aquellas luchas, que también son las de hoy, siguen marcando el camino para los que quieran comprender la historia de los pueblos.