(ATENCION: este artículo contiene SPOILERS de la Temporada 11 de The Walking Dead)

Desde el libro Soy leyenda de Richard Matheson (1954), desde que George Romero encontró el tono justo en La noche de los muertos vivientes en 1968, la cosa estuvo más o menos clara, más o menos subrayada: en ese género inoxidable el problema son los zombies, sí, pero nunca hay que dejar de lado el factor humano. En 2010, cuando la cadena estadounidense AMC quiso revitalizar una temática con millones de seguidores pero ya casi condenada a la repetición rutinaria y la parodia, metió un pleno al apostar por The Walking Dead, el comic de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard. Una obra gráfica en la que nunca se pronuncia la palabra "zombie" y, claramente, los que aún respiran son tanto o más peligrosos que los walkers.

The Walking Dead fue un éxito inesperado y resonante. Tanto, que entre los conflictos con los showrunners y un aburguesamiento de la trama, la serie llegó a un abismo de sopor allá por la temporada 5. La aparición de Negan (Jeffrey Dean Morgan, componiendo al mejor villano de toda la saga con su bate Lucille) levantó la intensidad, pero cuando ese conflicto se resolvió todo volvió a un ritmo cansino, una temporada 9 que parecía condenar a TWD al olvido.

Y sin embargo, levantó. Lentamente, el arco narrativo de Alpha (Samantha Morton, otra gran villana) y los Susurradores fue sacudiendo el polvo. Hubo quien lloró la partida de Rick Grimes (Andrew Lincoln, que tendrá su propia trilogía de películas), pero la verdad es que el personaje del sheriff ya no daba más, con un comportamiento rayano en el absurdo. En la temporada 10 se vio lo mejor de TWD en mucho tiempo. Y mientras Kirkman le ponía un inesperado punto final a sus comics, AMC anunció que la 11 sería el cierre definitivo, dividido en tres tandas de ocho episodios.

Y la segunda tanda, que viene subiendo cada domingo un episodio nuevo en Star+ y acaba de cerrar su segundo recorrido, viene a confirmar la sospecha: The Walking Dead parece estar preparando un finale que sea digno broche para una serie que, con sus vaivenes, supo dignificar un género tan trillado. Los primeros ocho capítulos se dedicaron al cierre del arco narrativo de los Segadores, pero dejando espacio a relaciones tan complicadas como las de Daryl y Leah y sobre todo Negan y Maggie, un dúo que no puede sino estar siempre al borde del estallido. Pero sobre todo eso flota la irrupción de Commonwealth, la "Mancomunidad" que está allí para linkear con próximas continuaciones más allá de la historia original, pero también para recordar lo que siempre estuvo en la superficie de TWD: que el problema sigue siendo los que aún respiran.

Hay algo central que diferencia a estos episodios de toda la dinámica anterior. Hasta aquí -y ahí estaba una de las causas del aburrimiento que ganó a la serie- el conflicto se repetía de manera cíclica, cambiando los antagonistas. Con más o menos walkers rondando o atacando, la suerte de los personajes se iba definiendo de acuerdo a la relación de fuerzas entre el grupo "original" y sus rivales. Los caminantes en las primeras dos temporadas, luego las fuerzas del Gobernador, Terminus, los Wolves,  Saviors, Scavengers, Whisperers, Reapers: los mismos protagonistas del comic fueron turnándose en pantalla para alimentar la tensión. Mientras tanto, en Hilltop, en Alexandria, en el Reino, los "héroes" intentaban la ilusión de recomponer algo parecido a un tejido social, un techo confiable, un oasis en el apocalipsis.

La Mancomunidad vino a introducir un matiz, y nada menor: el primer comentario netamente político de The Walking Dead. A diferencia de los frágiles intentos de Rick y su familia ampliada, aquí hay una población de 50 mil personas, comandada por la gobernadora Pamela Milton y con un hombre no-tan-en-las-sombras, Lance Hornsby, que va mostrando los dientes como el próximo gran problema. Después de tantos episodios de existencia en el borde, hay todo un impacto en volver a ver a los humanos enredados en cuestiones que "la caída" había dejado a un lado, que incluyen la preocupación por el dinero. Y los procedimientos policiales. Y la corrupción, y una resistencia en las sombras ante lo que es la recreación de las peores divisiones sociales existentes en la "vieja vida".

Está claro que la serie ya no podrá tener el impacto de sus primeros tiempos, sobre todo desde que abandonó la costumbre de "matar" a un personaje querido más a menudo de lo que el librito televisivo aconseja. El mismo Dean Morgan expresó públicamente su queja por la impaciencia de los productores, que los llevó a confirmar el plan de dos nuevos spinoffs, uno protagonizado por Carol y Daryl y otro (Isle of the Dead) con los mismos Negan y Maggie. La continuidad de esos cuatro personajes limita las posibilidades de quiénes pueden caer antes del final de la producción original. Y alguien tendrá que caer, y cada fan tiene sus apuestas.

Mientras tanto, "Acts of God", el episodio 16 que abre un paréntesis hasta octubre, presenta un quiebre que se veía venir desde que Lance empezó a mostrar rasgos similares a los de Alpha o el mismo Negan de su era con los Saviors. La Mancomunidad podía parecer el camino a una "nueva normalidad", pero en la práctica terminó exhibiendo costumbres similares a las de otras comunidades de sobrevivientes menos organizadas... o, peor aún, a las comunidades de la era pre-walkers. Todo eso terminará estallando por los aires, poniendo a prueba al grupo original, que de todos modos ya tiene experiencia en el asunto.

Y a medida que esos conflictos avanzan y buscan resolución: en los foros de fans arde una cuestión que significaría el moño perfecto para la serie. Ya casi nadie se pregunta si sucederá, sino cuándo. Porque a nadie le caben dudas de que para que el epílogo tenga el peso específico que merece, en los últimos episodios deberán reaparecer el sheriff Rick y Michonne, la dama de la katana a quien también se extraña en la saga. Un gran y feliz reencuentro de la vieja familia, aun en un mundo que parece no tener arreglo.

* The Walking Dead puede verse completa en Star+. Las primeras temporadas también están disponibles en Netflix.