Michael Mann más yakuza. La primera escena de Tokyo Vice (la semana pasada HBO Max estrenó los tres primeros capítulos) es todo lo que promete su título y premisa: la vuelta del creador de División Miami¸ Historia del crimen y Fuego contra fuego a la temática criminal con su estilo penetrante y seductor esta vez en el corazón urbano de Japón.
En la escena mencionada, un periodista estadounidense (Ansel Elgort de Baby Driver), acompañado por un detective nipón (Ken Watanabe), acuden a una cita en la que un mafioso le exige que deje de escribir sobre su clan. La tensión, el garbo, lo sensorial, el corte visual digital, incitan a ver el resto de lo que se conoce hasta aquí de la miniserie (cada jueves se estrenarán dos episodios). Tan cierto como que el resto de la propuesta, dirigida por otros realizadores, se extraña el toque Mann.
Tokyo Vice está inspirada libremente en las crónicas no ficción en las que Jake Adelstein (también productor de la entrega) repasó sus días a finales de los ’90 y en el nuevo siglo intrigado por los bajos fondos en la capital japonesa. La entrega, sin embargo, apuesta por un relato coral. Además del gajin contratado por una publicación local, aparecen las historias del policía que conoce el pulso de la noche, la de un miembro de la yakuza con más de una cara y una escort del distrito Kabukicho con la que se vincula el reportero. Lamentablemente, Mann sólo dirigió el piloto y ficha como productor ejecutivo de esta empresa. El resto de los episodios siguen de manera más predecible los contornos de Tokio y sus vicios.