La imagen es colorida y agradable: una manta llena de juguetes desparramados pero en armonía. La escena fue a parar a la tapa de =EP8 (2021), el disco lúdico, atmosférico e instrumental que surgió del encuentro espontáneo entre los músicos Lisandro Aristimuño y Fernando Kabusacki. “Yo estaba en Uruguay, en Montevideo, y vi la manta con juguetes y dije: ‘¡Esa es la tapa del disco’!”, cuenta Aristimuño. “La saqué con el celu. Me pareció que la gráfica tenía que ver con la infancia, con la niñez, con el juego. Porque fue eso lo que hicimos en definitiva: jugar”, explica el cantautor.

El disco se publicó en la noche buena del 24 de diciembre y es el resultado de un ida y vuelta creativo entre Aristimuño y Kabusacki, a distancia, en plena cuarentena de 2021. Pero todo se dio de manera muy natural. “En lo concreto, Lisandro una vez posteó en Instagram que estaba escuchando un disco mío y me etiquetó. Y me sorprendió. Ese fue el primer contacto, enterarme que él escuchaba o había escuchado músicas mías”, cuenta Kabusacki, un guitarrista con vasta experiencia y un estilo muy personal. “Los músicos hacemos discos y no sabemos quién los va a escuchar. Entonces, a raíz de eso entramos en contacto y básicamente dijimos ‘hagamos algo juntos’”, completa.

“A veces me pongo a jugar con la electrónica a ver si me dispara algo y sobre todo en pandemia, era mi entretenimiento”, cuenta Aristimuño, que en su música encontró una suerte de síntesis entre las programaciones y los instrumentos orgánicos. 

En este caso, el músico rionegrino tenía algunas bases musicales creadas con efectos electrónicos (samplers, sintetizadores) y se las envió a Kabusacki para que las escuchara y dejara correr su imaginación con su guitarra eléctrica. Y el entendimiento entre ambos fue inmediato. “A veces él me mandaba una idea con la guitarra y yo le ponía la electrónica, la base. Pero fue como un juego, porque no nos conocíamos personalmente”, cuenta Aristimuño.

Se conocieron recién cuando mermaron un poco las restricciones para la circulación y por esas cosas del azar Kabusacki vivía a tres cuadras del estudio de Aristimuño, en Coghlan. Para entonces, el disco ya estaba terminado. Todo lo grabaron a distancia. “Pero sí hablábamos horas por teléfono”, dice Aristimuño. “Las conversaciones nunca eran sobre la música o sobre lo que el otro había mandado. En esas cuestiones no había ninguna injerencia de uno sobre el otro, no hubo ningún desacuerdo”, suma Kabusacki. 

Fue como si entre los dos hubiera habido un productor invisible. Ninguno de los dos se puso en el rol de producir o arreglar. Nunca discutimos nada”, apunta el músico de Viedma y cuenta que ambos se consideran “ultra fans” de Tricky y Peter Gabriel.

El resultado es un EP de ocho músicas instrumentales con una fuerte impronta electrónica, que por momentos suena a ambient y por otros sugiere escenas visuales, dramáticas y cinematográficas, como es el caso de “TV”. Hay pasajes más experimentales (“Moléculas”) y otros más cercanos a la canción, como “Paisaje”, en la que Aristimuño samplea un bombo legüero. Pero, en general, el disco –masterizado por Daniel Ovie- está atravesado por un carisma atemporal y universal. Es decir, no es fácil ubicarlo en un espacio geográfico determinado.

“Varias veces dijimos que podríamos ser japoneses, dinamarqueses, alemanes o de Chicago”, grafica Kabusacki, que grabó y tocó con artistas como Charly García, Liliana Herrero y Juana Molina. “Me parece que el disco tiene una impronta folklórica argentina por momentos, porque tiene los bombos o a veces una guitarra telúrica... pero más allá de eso creo que es un disco con un sonido medio universal”, precisa el guitarrista. 

“No tiene canciones, pero eso no significa que sea una música inescuchable. Es lindo y accesible”, sostiene Kabusacki. “Es un disco flashero. Y compañero también. Mucha gente me mandaba videos en la ruta, lo escuchan mucho en los viajes; o incluso personas que hacen danza”, apunta Aristimuño, autor de siete discos como solista.

-¿Este disco les permitió hacer cosas que en sus proyectos personales no harían?

Fernando Kabusacki: –Me encantó que no había ninguna restricción estilística o estética. Hay algunas cosas medio folklóricas y otras que parecen tecno de vanguardia. Pero podíamos ir para cualquier lugar. Y otro aspecto interesante del proceso creativo fue que las músicas que me mandaba él me sugerían cosas que yo jamás en mi vida he tocado; me hacían tocar de una manera distinta. Fue un maravilloso disparador de ideas este disco.

Lisandro Aristimuño: –En mi caso, cuando empiezo a maquetear o hacer demos de mis discos ya naturalmente estoy pensando en una canción, en una melodía, una letra. Y acá no tuve que pensar ni una letra ni una melodía de voz, sino que podía meter cualquier armonía en cualquier acorde. Él tocó cosas que nunca hubiera tocado y yo también hice música que no hubiera hecho para una canción mía.

-¿Le ven una vida posible por fuera del registro grabado? ¿Puede funcionar en vivo?

F. K.: –Yo nunca lo pensé…

L. A.: –Yo tampoco. Ya haber hecho el disco fue un regalo alucinante de la música. Los dos somos muy agradecidos de la música, nos salva la vida. Entonces, no le pedimos más.

F. K.: –Por lo pronto, está el disco ahí y está teniendo una recepción increíble. Nos salvó en la pandemia, cuando no podíamos ver a nadie. De repente estás haciendo música con alguien. La música te conecta, porque la pandemia nos desconectó un poco a todos.

-La obra por la obra misma…

F. K.: –Encontrar a alguien con quien podés juntarte a jugar es muy valioso y que el otro entienda el código del juego.

L. A.: –Todo el disco es de los dos, no hay ninguno que haya hecho más que el otro. Por eso le pusimos =EP8.

F. K.: –Hay una frase de Robert Fripp que dice: "La música no está en los músicos sino entre los músicos". Y en este caso sucedió así.