Susana (53) es periodista y Laura (44) es trabajadora social. Están juntas desde hace diez años. Van a casarse en noviembre. La semana pasada fueron a visitar un salón de fiestas en Villa Sarmiento, Morón. Las acompañó un sobrino de 14 años. Se encontraron con una casona con jardín, árboles, más linda en vivo todavía de lo que se veía en las fotos. Las atendió el dueño, el señor Daniel Carone. Durante una hora y media miraron el salón y hablaron de los detalles de la fiesta, distintos menús, manteles, luces de colores. Daniel tenía que consultar con su señora para ver si había lugar para el próximo 18 de noviembre. Quedó en llamarlas. Recibieron un extenso y desopilante audio de Whatsapp de varios minutos, en el que el Sr. Daniel vacila y pone voz de circunstancia. ¿Qué dice en definitiva? Que no les va a alquilar el salón por lesbianas. El tema es que lo hace con una elección de tonos y expresiones sin desperdicio. Básicamente, cuenta Susana, “lo que nos dice en ese mensaje es que no nos va a alquilar porque vamos contra sus principios y, aunque ¡nos respeta!, no nos puede abrir las puertas de su casa (vive al lado), tiene familia y otros valores… no nos juzga pero…”
“Hola Laura, buenas noches, perdón por la hora, espero que no sea molestia.” Así empieza mansamente el audio que por momentos parece una nueva creacion de Peter Capusoto y por momentos confunde sus prejuicios con lo que cree que son derechos de expresión. La casa se reserva el derecho de admisión, parece decir en el fondo, o en la superficie, el Sr. Daniel. Es un caso similar al que ocurrió en la América profunda hace no tanto cuando una panadera se negó a hacer una torta de boda para unas tortas… Y que todo terminó con la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, sancionada hace dos años en Indiana, Estados Unidos, que da vía libre a los comerciantes para negar sus servicios a las fiestas de matrimonio igualitario. Veremos que dice el Inadi por estos lares.
En el nombre de los santos inocentes
Mientras tanto sigue el audio: “Cuando vos me comentaste cuál era el motivo por el que querían alquilar el lugar, yo por una cuestión de… no sé si de respeto… o no sé cómo lo querés llamar… había un chico… y no quería, lamentablemente, no quería hablar delante de él… lo que quiero simplemente decirte con esto es que no les voy a alquilar el lugar porque va contra mis principios cristianos. Espero que esto… no lo tomes a mal.” Recordando estas palabras, comenta hoy a Soy Susana, ya con una denuncia contra el dueño del salón presentada en el INADI: “Me generó mucho malestar cuando dice que no lo dijo en el momento porque había un chico. Ese ‘chico’ es mi sobrino y tiene 14 años y nos acepta y ama desde siempre. Y justamente nos acompañó a ver ese lugar porque está tan feliz como nosotras de festejar el amor. Sentí mucha bronca cuando lo tuve que escuchar decir ‘yo tengo familia’ y yo me pregunto: ¿y nosotras qué seríamos?”
“Respeto la posición de ustedes -se escucha en el audio- no la comparto, pero, sinceramente, lo que les estoy abriendo es la puerta de mi casa… y tengo una familia… tengo otros valores… no quiero con esto emitir un juicio de valor ni nada por el estilo… pero… sencillamente he tomado la decisión de no alquilarles y espero que lo sepan comprender”. El Sr. Daniel claramente no está discutiendo el derecho al matrimonio igualitario - gran parte de la sociedad parece haber entendido que eso ya no se puede discutor- pero habla a su modo de una objeción de conciencia- ocurre que en varias oportunidades pide (¿o reclama?) ser comprendido por sus clientas que acaba de rechazar. ¿Qué es exactamente lo que objeta? ¿No está de acuerdo con el lesbianismo en sí? Nadie le pide que comparta “la posición”, que haga causa común, que se convierta en lesbiana, ni que se case con otro señor. Si no condena el lesbianismo en sí, lo que le molesta es que ¡lo hagan en su casa! La homo/lesbo/trans/bifobia, como toda forma de exclusión, no se limita a señalar una diferencia, sino que la interpreta, saca conclusiones y da directivas. Todo bien con el lesbianismo, dirá, pero no se contenta con que no se haga en su jardín sino que se explaya durante largos minutos sobre sus pareceres en un mensaje que deja grabado.
Charlemos...
“Si creen que lo debemos hablar personalmente, no tengo ningún inconveniente en hacerlo con ustedes”. La lesbofobia del Sr. Daniel va con tanta onda que hasta las invita a encontrarse de nuevo para ¿hacer las paces entre discriminador y doscriminadas? ¿Qué implica esta propuesta delirante? ¿Qué es lo que quiere reconciliar? Pensará que no es ningún cobarde, o que hablando se entiende la gente (salvo en el punto de que él sí tiene una familia como la gente que resguardar). Dice Susana: “¿Por qué no nos dijo que tenía ocupada la sala? Hubiera dicho ‘no tengo fecha’ pero hay dos opciones para entender por qué no mintió. Una podría ser que sus grandes valores le impiden mentir (pero sí humillar al otro) y otra opción es que quería hacernos sentir por abajo de sus principios”.
Salón de fiestas se busca
“Les agradezco sinceramente que se hayan fijado en el lugar nuestro como una posibilidad de alquiler. Lamento que sean éstas las circunstancias pero les repito: no les voy a alquilar. Buenas noches, ¡gracias!”¿Qué es esta injuria disfrazada de buenos modales? Hasta debe considerar que les está haciendo un favor siendo sincero.
Ahora Laura y Susana tendrán que agregar un criterio de búsqueda más a la lista, un ítem impensado hasta hace unos días: se busca salón de eventos por Palomar, Caseros, Santos Lugares, Sáenz Peña, Ramos Mejía, con algo de verde, techo por si llueve y dueños no lesbofóbicos. “Muchos relacionan este audio con el derecho de admisión. Se le dijo de entrada la finalidad de alquilar su espacio. Hablamos más de una hora de detalles y esperó a nuestra partida para mandar un mensaje cobarde con palabras en tono suave pero bestial”, dice Susana. Las aclaraciones del Sr. Daniel se repiten como cuotas de progresismo obligatorias para que nadie dude de que es ante todo un padre de familia dialoguista. ¿Por qué se toma la molestia de agregar tantas muletillas de la buena educación? Tal vez busca cumplir al mismo tiempo con dos mandatos: el de los prejuicios que no amainan a pesar de las leyes y el de una pátina de tolerancia, ya que el odio que destila hasta a él le resulta insoportable.