Contar la historia del arte argentino sólo con obras rosarinas fue el desafío que se propusieron, allá por 2020, Guillermo Fantoni y Adriana Armando, en su labor curatorial conjunta sobre 90 artistas de la colección patrimonial municipal y al frente de lo que hoy es finalmente La ciudad ante el espejo: artistas de Rosario en la colección Castagnino

Inaugurada el viernes pasado, la muestra ocupa toda la planta baja del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Bv. Oroño y Av. Pellegrini), presentando en cada sala una "escena". Lo primero que dicen el curador y la curadora es que nada hubiera sido posible sin el trabajo intenso y organizado de todos los equipos curatoriales del Museo, empezando por los de conservación, que pusieron las obras en condiciones expositivas adecuadas. Se trata, en su mayoría, de piezas raramente vistas o francamente inéditas. 

Con ausencias que la curaduría señaló en su recorrido para la prensa el miércoles pasado, como la de Jorge Vila Ortiz (1923-2001), o déficits como el hecho de que una pintora tan prolífica como Rosa Aragone tenga sólo dos obras en el Castagnino, una colección de magníficas obras maestras ignoradas quedó articulada en un ágil relato expositivo. Años de investigación de Armando y Fantoni permiten saber, entre otras cosas, lo bien informado que estaba Julio Vanzo sobre las novedades artísticas de su época, al hallarse suscripto -algo que ambos comprobaron al visitarlo en su taller- a la revista alemana Der Sturm: demolido queda -como dijo Fantoni- el prejuicio de que no se puede ser absolutamente moderno a menos que se viaje a Europa. "Es justamente después de sus estadías rosarinas que Fontana salta hacia la vanguardia", comentó Fantoni, con las fechas a la vista, sobre el innovador artista espacialista de los bucchi.

Sala de arte abstracto rosarino. Crédito: Sebastián Vargas

Enorgullece y deleita a quienes habitamos esta ciudad no sólo conocer o reencontrar el tesoro artístico que tenemos, sino además verlo distribuido en un recorrido didáctico y hermoso a la vez. Las salas fueron pintadas alternando entre un ensoñador verde agua que unifica los paisajes más impresionistas con los retratos en interiores; un naranja solar para figuraciones estilizadas o gestos, y el cubo blanco para las abstracciones. La presentación es un paisaje arquitectónico urbano de Salvador Zaino, uno de "nuestros primeros modernos", como comentó Fantoni: "Zaino registra los cambios, la sustitución de viejas edificaciones por nuevos edificios acordes a los nuevos tiempos en el principio de siglo, y todo lo hace en un lenguaje luminista, pero no despojado de espiritualidad".  

Sigue un espejo artístico en el que reverberan las distintas ciudades de Rosario que las generaciones del siglo XX transitaron. Es un espejo donde brillan destellos de fulgores secretos. Desde el espiritismo de Alberto Pedrotti (cuyo legado al Museo clama justicia, sea cierta o no la leyenda del fantasma) hasta la Teosofía de Manuel Gutiérrez Almada, pasando por la pintura visionaria tardía de María Laura Schiavoni, el arte se hizo eco de espiritualidades modernas en conflicto con la ciencia positivista y la religión organizada.

Esculturas de Erminio Blotta y otros autores. Crédito: Sebastián Vargas

A los retratos de artistas pioneros por artistas, como el del Negro Zamora (dibujante) por el escultor e historiador Erminio Blotta, le suma el comienzo de siglo sus paisajes próximos, aunque fuesen imponentes serranías o la meseta castellana que visitó el casi olvidado Augusto Juan Olivé. En los años veinte, cobran auge el deporte y el cuerpo, en obras inéditas de Julio Vanzo. Los años treinta de la agrupación Refugio y los arrabales pintados con una luz celestial por Pablo Pierre; los 40 de feroz geometría, los 50 del Grupo Litoral (Leónidas Gambartes, Oscar Herrero Miranda, Francisco García Carrera, Carlos Uriarte, Hugo Ottmann, Arturo Ventresca, Domingo Garrone, Juan Grela), los 60 vanguardistas (Juan Pablo Renzi, Noemí Escandell, Martha Greiner, Eduardo Favario, José María Lavarello, Aldo Bortolotti, Norberto Puzzolo, Estanislao Mijalichen, Osvaldo Boglione, Rubén Naranjo) o abstractos, como Anselmo Piccoli; los 70 del dibujo y el grabado, los soiltarios: Manuel Musto, Augusto Schiavoni, el constructivismo sensible de Domingo Candia (discípulo de Giovanni Costetti), los collages de Hugo Padeletti... es increíble que todo esto no se haya visto junto antes. Es escribir la historia desde acá.   

Y en la memoria, mientras empezaban a disiparse las tinieblas de la dictadura, irradiaba su luz recóndita la librería de Guillermo Fernández de Gamboa, quien se jactaba de ser capaz de pasarse toda una noche planteando un verde: aquí están, esos verdes. La voz vivaz del pintor y crítico Pedro Giacaglia parece regresar ante sus obras. María Elena Pires Gregorio, infaltable en el Salón de Amigos del Arte: presente con un dibujo, como Julián Usandizaga y sus discípulos, las horas de grafito que coexistían con las valerosas performances en el espacio público por el grupo de Jorge Orta, uno de cuyos collages sígnicos y tipográficos se exhibe aquí. El encierro, la tragedia y la utopía: las calles vacías que pintaban Leónidas Gambartes o Tito Benvenuto en los 30 y Rodolfo Elizalde en 1981 resuenan hoy, como comentó off the record un colega, en el recuerdo de la pandemia. 

Pinturas de Manuel Musto y Ana Caviglia. Crédito: Sebastián Vargas

Párrafo aparte merece el rescate de las artistas. Profesionales, como Emilia Bertolé o Ana Caviglia de Calatroni; potentes, como Ada Tvarkos o la escultora ceramista Susana Hertz; surrealizantes, como Maggie Lezana y Olga Vitabile; en plena producción, como las grabadoras María Suardi, Graciela Ceconi y Liliana Gastón; la xilógrafa Mele Bruniard, compartiendo sala con la no menos inolvidable escultora Gladys Nistor al final del recorrido, y la cuestión de las parejas de artistas: Mele y Eduardo Serón, Aíd Herrera y Grela, Lezana y Jorge Martínez Ramseyer... ¿quién influyó a quién? Adriana Armando trabaja a contrapelo de los estereotipos: "En Emilia Bertolé se valoró esa superficie aterciopelada que impregnaba de 'femineidad' a su obra, un tópico recurrente en la crítica. Pero hay que mirar en sus fondos una impronta italiana del divisionismo, que se puede ver también en los cuadros tempranos de Alfredo Guido", comentó el miércoles.

Se exponen también obras de Ermete de Lorenzi, Eduardo Barnes, Antonio Berni, Juan Berlengieri, Santiago Minturn Zerva, Guillermo y Godofredo Paino, Enio Iommi, Luis Riva, César Caggiano, Gustavo Cochet, Rubén de la Colina, Manuel Gutiérrez Almada, Ulises Herrera Fornari, Lía Baumann, María Reyes Amestoy, Miguel Ballesteros, Abel Rodríguez, Luis Ouvrard, Félix Pascual, Demetrio Antoniadis, Joaquín Álvarez Muñoz, Nicolás Antonio de San Luis, Antonio Palau, Emilio Ghilioni, Alberto Machiavelli, Carlos Gatti, Jaime Rippa, Rubén Echagüe, Juan Cheroni, Fabián Marcaccio, Mauro Machado, Pedro Sinópoli, Alfredo Pozzi, Daniel García e Isidro García Rouzaut.