Agustín Rossi, ex ministro de Defensa, fue protagonista y principal orador de un acto que el sábado pasado reunió a figuras políticas cercanas al presidente Alberto Fernández. En la ocasión el ex jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria hizo una fuerte apelación a la unidad de la coalición gobernante de cara a las elecciones presidenciales del año 2023. Pero no pasó desapercibido que en sus argumentaciones Rossi apuntó “los aciertos”, la “cantidad de cosas que hicieron” y que no se ven o de las que no se habla. Aunque advirtió que “es la opinión de un ingeniero no de un comunicador, ni de un sociólogo ni de un polítólogo” el dirigente rosarino hizo apreciaciones sobre la comunicación y, sin mencionarlo de esta manera, subrayó la importancia y la centralidad de la comunicación en la acción política.
Rossi dijo que “comunicar tanto genera el mismo efecto que no comunicar nada” llamando la atención sobre un error en la estrategia comunicacional del gobierno que es reiteradamente marcado desde las propias filas del oficialismo. El ex diputado pidió comunicar con “prelación” y con “precisión”, lo que podría sintetizarse en la necesidad de unificar el discurso, evitar las voces contradictorias o discordantes y desarrollar una estrategia que articule el relato de la gestión del gobierno. Porque, según el mismo Rossi lo advirtió, no se conoce lo que se ha hecho y el sistema de medios señala los errores pero ignora los aciertos.
El ex diputado, que condujo el bloque oficialista del Frente para la Victoria en el 2009 cuando se aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (26.522), luego parcialmente derogada por el presidente Mauricio Macri cuando asumió el poder en 2015, no esquivó señalar responsabilidades en el sistema de comunicación. “Tenemos –dijo- un sistema de medios hegemónico que está predispuesto a resaltar cada uno de los errores y falencias y no está predispuesto nunca a reconocer los aciertos que tiene nuestro gobierno”.
Los dichos de Rossi vuelven a poner el tema de la comunicación en un lugar central de la política y como una herramienta fundamental no solo de la acción política, sino indispensable en la gestión de gobierno.
Siendo hoy el ex diputado una de las figuras más escuchadas en la Casa Rosada la pregunta que sigue flotando en el ambiente es por qué desde el oficialismo no se implementan medidas acordes que, más allá de los nombres y de las funciones institucionales, den cuenta de un diseño estratégico de la comunicación del gobierno, que permita precisamente destacar los logros de la gestión y que éstos puedan ser percibidos por la ciudadanía. Se podrá decir que esto es difícil cuando el factor económico –en particular la inflación- es el que más afecta la vida cotidiana y por lo tanto la imagen de la gestión oficial. Pero no menos cierto es que también la comunicación necesita de la coherencia política que el propio Rossi destacó desde el estrado en Rosario, reclamando una mirada de mediano y largo plazo de cara a un proyecto de sociedad y de país.
Por cierto que el problema central sigue siendo la política y que la comunicación está atada a las decisiones políticas. Pero, hoy por hoy, política y comunicación, marchan a la par, son indisociables.
Y parte de la acción política supone también tomar medidas que pongan coto al “sistema de medios hegemónico” denunciado nuevamente por Rossi como ya lo hizo en el 2009 cuando defendió en Diputados la votación por la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No es lo único. Dentro de la estrategia habrá que considerar otras cuestiones tan vitales como el manejo muy poco democrático de la pauta oficial que no deja de beneficiar a esos mismos medios hegemónicos que se denuncia mientras relega a un segundo plano a multiplicidad de actores y protagonistas de la comunicación popular, comunitaria y alternativa.
En esto también hay una deuda política y de gestión del Frente de Todos que tiene que ser salvada no en función de un beneficio partidario, sino en bien de la democracia y del acceso a la información que la ciudadanía necesita para forjar su propio criterio que es base de decisiones políticas fundadas.