La situación que actualmente vive Cecilia es compleja. Hace pocos meses le diagnosticaron Trastorno de Espectro Autista (TEA) a su hija de 3 años. Recibió la noticia en medio de una separación con el padre de la niña por violencia de género. El sueldo que gana sólo le alcanza para pagarle a la maestra integradora y una obra social para la menor de edad. Su ex la hostiga, la persigue y pese a las denuncias que ella radicó, continúa haciéndolo. Ahora él busca tener la responsabilidad parental de la niña y Cecilia teme por su integridad y la de ella misma.
“Estoy desesperada. No sé qué hacer” cuenta a Catamarca/12 la mujer mientras enseña una notificación en donde el sujeto, de apellido Olmos, la demanda por un supuesto impedimento de contacto con su hija. “No tengo dinero para una abogado que me asesore y además es mentira. A él no le importa mi hija, sólo seguir hostigándome”, asegura.
Cecilia cuenta que se separó de Olmos en junio del año pasado, aunque siguieron viviendo en la misma casa hasta septiembre. “Me fui porque tenía miedo. Él quería que yo siga ahí para controlarme y me dijo que no sabía de qué era capaz si yo me iba”. Cuando se fue, se llevó sólo algo de ropa de ella y de la niña, pero cuando llegó a la casa de su madre, en donde viviría, descubrió que los zapatos estaban partidos al medio y las prendas estaban manchadas con aceite.
Así empezó su calvario. “Ese mes tenía un turno en Córdoba para llevar a mi hija a que la vieran porque yo sospechaba que algo le pasaba. Le diagnosticaron TEA y para mí fue un baldazo de agua fría. Tuve que empezar a luchar por ella y por mí, porque él empezó a hostigarme en las redes”.
La mujer, contó decenas de cosas que le hizo su ex: primero le hackeó las redes sociales, en donde hizo publicaciones obscenas, contó sus intimidades e invitó a compañeros de trabajo de ella a encuentros sexuales. En tanto, le mandaba mensajes a toda hora y le decía el lugar exacto en donde ella estaba, hasta que descubrió que la seguía por el teléfono.
Mandaba mensajes humillándola en cualquier momento. Pero no sólo a ella, sino también a sus hijos mayores, a su madre y a compañeros de trabajo. Cuando ella denunció la primera vez, no cesó. Como venganza y conociendo sus claves y a través de las mismas redes que ella no pudo controlar pero él sí, la suscribió por 20 mil pesos a UNICEF, a Médicos sin Fronteras y otras asociaciones que la dejaron en medio del conflicto de atención médica para su hija sin dinero.
Pese a que cambió de número de teléfono e hizo otras cuentas, él continuó sabiendo donde estaba ella. En octubre, supo que Cecilia debía volver a Córdoba para más controles para su hija a la que nunca intentó ver, y la amenazó de muerte. Esa denuncia, la tercera que radicó, sirvió para dicten una prohibición de acercamiento.
“Él nunca paró. No me veía, pero me hacía bloquear las tarjetas de crédito y yo me quedaba sin poder comprar. Hasta se metió a mi cuenta del banco. Paralelamente mandaba mensajes desde distintos números o se hacía cuentas falsas para seguir hostigando”, relata.
En diciembre y aunque él no había intentado ver a la niña. Pidió una mediación judicial. “Nos citaron a los dos en febrero y yo no fui porque tenía terror de verlo. No tenía ni cómo asesorarme porque la plata que gano, que son 54 mil pesos, la gasto en la maestra integradora y la oba social”, contó.
“Él nunca pidió verla, sólo se comunicaba para atacarme. Mi familia recibía los mismos mensajes. Sonaban a cualquier hora los teléfonos. Una mañana no me dejaron trabajar todas las llamadas que recibí por cursos a los que él me inscribió”, relató.
En cuanto a su situación en la Justicia asegura: “Nunca nada, nunca me citaron. Es por eso que cuando me amenazó, decidí hacer esa denuncia en Fiscalía General. Ellos no consideraban que estaba en peligro. Cuando iba a la judicial me preguntaban si él tenía armas, u otras cuestiones y cuando les decía que no, empezaban a mirarse entre los sumariantes y porque parece que no saben qué poner. Te empapelan Catamarca con que denuncies, pero cuando denunciás no hacen nada. Parece que ellos creen que te vas a quejar, o que lo haces porque tenés ganas”, manifestó.
Cecilia explica que ella debe "estar bien y tranquila" para poder encargarse de su hija. Que no quiere que él le pase cuota alimentaria con tal de que “desaparezca”. La niña, tiene alergia a casi todo. “Se llena de ampollas. No puede tomar leche, ni comer casi nada. Sólo no es alérgica a la harina de trigo y al huevo. Necesito cuidarla”, explica.
La última denuncia la radicó la semana pasada. "Esta vez fui a la Unidad de Violencia de Gènero. Cuando pregunté el estado de mis otras denuncias me pasaron un papel con el número de expediente y me dicen que no podían darme información porque el sumariante no estaba. "¿Qué puedo hacer yo con ese número?", se preguntó.
La demanda por el supuesto impedimiento de contacto le llegó el 6 de abril. "No tengo plata para un abogado y temo lo que pueda pasar", dijo.
“Él nunca paró. No tengo paz. Hay días en que siento que no puedo. Hace poco lo ví en el centro y por el miedo salí corriendo mientras él se reía. Tengo terror por mi hija”, concluye.