Voces como vetas de la memoria afectiva de varias generaciones de mujeres que hacen cine. Realizadoras, actrices, editoras, sonidistas, guionistas, productoras que hablan sobre los temas que decidieron poner a rodar: aborto, sexualidad, maternidad, violencias. Julia Montesoro, periodista con un posgrado en Industrias Culturales de la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero), especialista en cine argentino y creadora del multimedio digital GPS Audiovisual, acaba de publicar su primer libro: 50 mujeres del cine argentino. Allí reúne conversaciones con un repertorio plural de integrantes de la golpeada industria del séptimo arte local, un sector que recibe sus mayores estocadas contra sus integrantes femeninas, pero donde ellas dan batalla, florecen y dan a conocer su labor artística al gran público. En su unidad de género ofrecen la riqueza de lo múltiple y diverso.
Entre coincidencias, derivas, zonas placenteras y no confortables del quehacer femenino en el sector audiovisual del territorio nacional, este medio centenar de mujeres se unen en el libro de Montesoro por un mismo interés y pasión: dar cuenta de su necesidad de contar historias reales o ficticias, a través del recurso conjunto de la imagen y el sonido. Y el intento común, palpable en las páginas del volumen, pero también en la filmografía en la que dejan su sello, es cambiar el sentido de las narrativas centradas en un canon excluyente.
Allá están, por ejemplo, las palabras francas, agudas e inteligentes de realizadoras como Anahí Berneri, Albertina Carri, Paula De Luque, Sabrina Farji, Tamae Garateguy, Paula Hernández, Ana Katz, Maria Victoria Menis, Celina Murga y Lita Stantic. También, las ideas y experiencias de actrices como Marta Bianchi, Victoria Carreras, Antonella Costa, Teresa Constantini, Marina Glezer, Mercedes Morán y Ana María Picchio. Además de guionistas como Inés de Oliveira Cézar también directora), Lorena Muñoz (que suma producción y realización), Annamaría Muchnik (presidenta de la Asociación La Mujer y el Cine y la lista continúa.
“Caja de resonancia o campo en el que batallan voces convocadas para interrumpir la reconfortada postal del cine presuntamente universal y nacional, en todo caso: eficazmente patriarcal”, dicen Julia Krajte y Marcela Visconti, prologuistas de 50 mujeres, ambas académicas y especialistas en género y cine. Las entrevistas (que editó Del Empedrado) delinean un panorama de cambios donde el feminismo es condición de posibilidad para que más mujeres participen de la tarea audiovisual. El libro contribuye a las luchas actuales, acompañando la necesidad de “pasar a la acción” en la demanda por mayor paridad para acceder a los espacios de trabajo, reconociendo lo colectivo en la singularidad de cada una de las que habla y es escuchada con respeto por la autora.
El libro de Montesoro, cuya portada anticipa la luz que iluminará mente y corazón de les lectores, se leen los dichos de las participantes por orden alfabético. Sin embargo, con la libertad que propicia, se pueden leer en cualquier orden párrafos como los siguientes:
Testimonios de las protagonistas: Anahí Berneri
“No sé si diría obstáculos, pero podríamos hablar de microviolencia. Recuerdo que alguien me dijo en mi primera película que como había pocas mujeres directoras iba a entrar en festivales y en algún lado iban a pasar la película. También que dirigía por ser ‘la mujer de Dubcovsky’. En los equipos, si uno alza apenas la voz es común escuchar a algún técnico diciendo que es una loca o debe estar en ‘esos días’. Ese tipo de cosas se escucha todo el tiempo. Pero en verdad, viví cuestiones más violentas por ser directora mujer en televisión, donde los técnicos no están acostumbrados a tener directoras mujeres. También vi situaciones de acoso a compañeras (en un equipo donde el 80 % éramos mujeres), y terminé exponiéndome y exponiendo a ellos en una situación realmente violenta, que en el cine no estaba acostumbrada. También conocí hombres en rodajes de cine a quienes les gusta competir y poner los puntos cuando una es mujer; algún productor o jefe de producción, pero no mucho más que eso. Cuando terminé ‘Por tu culpa’ se la mostré a alguien que estaba implicado en la producción y financiación de la película, y luego de ver un corte me dijo que a la protagonista ‘le patearía la cabeza’, que si el personaje del marido se va a trabajar todo el día ella se tiene que quedar a cuidar a los pibes, en vez de tener un laburo de mierda dejarlos hacer lo que quiera. Cada vez que lo digo me recorre el mismo escalofrío en el cuerpo que sentí en ese momento.” (Anahí Berneri)
La ruptura con lo binario: Albertina Carri
“Cuando estrené Las hijas del fuego alguien escribió algo muy simpático que decía ‘Albertina Carri no existe. En realidad, es un comando guerrillero que nos quiere hacer creer que es una única persona, pero son muchas’. Fue muy gracioso. Creo que hay algo del comando guerrillero. Cada una de mis películas son muy diferentes entre sí, pero si las ponés todas juntas tienen un rasgo rupturista. Todas exponen un mundo incómodo… Para mí hay ciertos textos claves, no solo ensayos filosóficos, como los de (Judith) Butler o (Paul) Preciado, sino ficciones que vinieron a darlo vuelta todo. Un libro que me marcó muchísimo es La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin: ese era el tipo de ideas sobre el mundo que yo tenía, pero carecía de las herramientas para exponerlas. Es una novela en la que los personajes van cambiando de género a lo largo de la vida… Uno de esos personajes es ‘el rey embarazado’, porque luego de quedar embarazada y hacerse reina, le toca ser hombre. Entonces la ruptura con lo binario fue algo que me habitó desde siempre, pero que fui comprendiendo con el tiempo, y en ese sentido es genial que las nuevas generaciones ya lo tengan tan incorporado.” (Albertina Carri)
Anhelar la libertad de los varones: Inés Estevez
“Yo anhelaba la libertad que los varones tenían. Me llamaba la atención la falta de miedo con la que salían a la calle, el hecho de que no se les advirtiera que les podía pasar algo cuando salían, desde muy temprana edad. Una toma modelos cuando es chica. Mi hermana mayor y mi madre eran muy femeninas, hablaban de ropa y de combinaciones de colores. Yo quertía ser como mi hermano mayor, andar en moto y caminar a zancadas, ponerme unas botas y salir a la calle con el zapato plano. Me gustaba esa vida. Deambular, andar en bicicleta, encontrarme con amigas en la esquina. Me gustaba mucho la idea de ser hombre en ese aspecto, por la libertad con la que se movían.” (Inés Estévez)
Sin juicios previos: Mercedes Morán
“Debo reconocer que en las mujeres directoras hay un mundo del que yo me siento más cerca. Si bien hay hombres directores que comprenden el mundo de las mujeres y son muy sensibles a ello, el entendimiento con una mujer, las preocupaciones, el abordaje, es claramente diferente. Me siento muy cómoda con ellas… Trato de no pensar en términos de carrera mi experiencia, sino en los mundos, en los universos por los que se mete el personaje. Y en este viaje tan genial que permite mi trabajo de meterme en el cuerpo de una mujer que piensa y actúa de otra manera, y poder entender esas razones. Eso me abre a cabeza como persona, porque estoy obligada a no enjuiciar: los prejuicios no tienen cabida.” (Mercedes Morán)
No se nace feminista: Cecilia Roth
“Conté una historia que se me aclaró con el tiempo, porque a lo largo de los años el lugar de la mujer fue cambiando. En el momento en el que yo tuve una situación de abuso no sabía qué me había pasado, no lo tenía muy claro. Fue una situación que no quería que sucediera y sucedió. Cuando lo tuve claro me di cuenta de lo que me había sucedido y lo que tuve adentro a lo largo de los años, con una negación absoluta. No me acuerdo ni el nombre ni la cara de la persona. Es un momento durísimo para pasar y hay que estar muy atenta para visibilizar todo de una manera muy rotunda y clara. Creo que cambié (antes de participar en el colectivo de Actrices Argentinas). No nacés feminista: vas entendiendo lentamente y atravesando por tu propia historia situaciones donde has sido maltratada, destratada, ninguneada, mal paga. Después te vas dando cuenta. Pero con el paso del tiempo, creo que las mujeres -por lo menos a mí me ha pasado-, cada vez tenemos más claro que somos las que vamos a cambiar el mundo. El patriarcado va a caer, más tarde o más temprano. Hay un mandato de hombría para el varón, de estar por encima, de valentía, que es cultural y es totalmente falso. Y pesa muchísimo en el hombre. Todo eso va a cambiar. No tengo dudas.” (Cecilia Roth)
Antes los premios eran solo para los hombres: Annamaria Muchnik
“La idea era darle promoción, difusión y vidriera a las películas realizadas por mujeres que (hace tres décadas) eran muy pocas. Lo que María Luisa (Bemberg) siempre decía era que también había que hacer que las mujeres tomen coraje, que se animen a filmar. Tenía que partir de las propias mujeres querer ponerse detrás de la cámara. En ese momento en Europa estaba empezando a verse una ola de mujeres que filmaban, especialmente en Alemania, Francia y España. Y en menor medida en Estados Unidos. Esto sirvió para impulsar la idea de crear el festival. La primera edición fue en Mar del Plata. Participaron muchísimas mujeres. Cuando contábamos lo que queríamos hacer nos aplaudían mucho. En ese momento los premios eran para los hombres. Los festivales no invitaban a películas realizadas por mujeres: la plata para la producción era para los hombres. María Luisa fue una excepción: contribuyó mucho para que las escuelas de cine empiecen a cambiar, y que muchas chicas jóvenes se anoten y salgan a filmar. Nosotras debemos tener también nuestro pedacito de mérito… Me gustaría producir: elegir la directora, el elenco, el guión, buscar los apoyos. Me interesa la gestión. Siempre me preguntan si me gustaría dirigir. Pero digo que no, que no es lo mío. ¡Soy productora de alma!” (Annamaría Muchnik)
Siempre atenta con sus preguntas al compromiso con la perspectiva de género, dice Montesoro en una de las entrevistas: “Queda un largo camino, pero las revoluciones llevan tiempo”. Ese camino, no hay dudas, ya se ha iniciado.