De semanas a la fecha, ¡maravillas, maravillas! anticipando el maravilloso estreno de La Mujer Maravilla (en cartel en cines locales). Personaje DC que -repasemos- ingresó al panteón de superhéroes a comienzos de los 40’s, volviéndose atípico role model para la época, privilegiando el diálogo a la fuerza, promoviendo amor, justicia, paz, inspirando a mujeres del mundo (Gloria Steinem, entre ellas) con su coraje, su independencia, su fuerza. Ay, princesa Diana de Themyscira, cómo nos hicieron esperar… Más de 7 décadas para que la adorada amazona tuviera película propia (a diferencia de sus compas de la Liga de la Justicia, porque en el ínterin: 10 de Superman, 9 de Batman y, colmo de la sinrazón, hasta el flojito de Linterna Verde tuvo chance de estelarizar). Entonces, feliz expectativa; aumentada, al cierre de esta edición, por críticas del globo casi unánimes, que coronan a la cinta como lo mejor que ha acaecido en el último tiempo en materia de superacción. Y maravillas, maravillas…
Como la flamante colección de pilcha, pergeñada por la firma geek Her Universe, para que fanáticas luzcan el lazo de la verdad y la espada de Atenea en mononos diseños que contemplan todos, todos los talles. O la reedición a todo trapo del film animado Wonder Woman, de 2009, con extras para explorar a la icónica dama, su estatus subversivo, la historia detrás de su creación. Más específicamente, la biografía de su creador: William Moulton Marston (1893-1947), feminista que estaba requete-convencido de que la sociedad debía virar hacia el matriarcado, que la mujer necesitaba alcanzar urgentemente la emancipación económica y erótica. De hecho, así entendía el hombre su utópica invención: “Wonder Woman es propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que, a mi consideración, debería regir la tierra”. Más claro, echale un comunicado de prensa de la época: “Este personaje fue concebido por el Dr. Moulton para establecer un estándar entre niños y jóvenes de mujeres fuertes, libres y valientes; para combatir la idea de que las mujeres son inferiores a los hombres, e inspirar a las niñas a tener confianza en sí mismas, a perseguir logros en atletismo, ocupaciones y profesiones monopolizadas por los varones. Porque la única esperanza para la civilización es la mayor libertad, desarrollo e igualdad de las mujeres en todos campos de la actividad humana”. Ajá, palabras escritas en la década del 40...
Por cierto: bígamo practicante, Moulton creía también en el poliamor; y era ávido fan del bondage, lo que explicaría por qué la MM pasó tantas, tantas historietas liberándose de cadenas, lo que -a decir del señor- “simboliza la liberación femenina frente a la opresión de los hombres”. Otro dato biográfico que echa lumbre sobre la semidiosa: William inventó la máquina de detectar mentiras, y Diana usa el lazo dorado para extraer verdades.
Volviendo a las ¡maravillas, maravillas! actuales, una en particular generó gran revuelo (entre muchos varones, bien vale la aclaración). Y no, no nos referimos al hecho de que haya habido que esperar casi un siglo para que una mujer dirigiera una cinta de superhéroes de gran presupuesto (explica la web Nerdist que la primera peli del género en EEUU fue The Mark of Zorro, 1920, de Fred Niblo y Theodore Reed; por tanto, se necesitaron 97 años para que las majors yanquis ficharan a una lady, Patti Jenkins, para dirigir una cinta del estilo, WW). Tampoco indignó a estos muchachos que en el Líbano estén intentando prohibir el estreno; o que el pasado año Naciones Unidas le quitara el título de embajadora honoraria a Wonder Woman porque, a decir de sus detractores, “es demasiado sexy para ser un emblema de equidad” (sic).
Oh, no: lo que ha empujado a que un numeroso grupo de hombres pusiera el grito en el cielo -y en las redes sociales- los pasados días ha sido la decisión de una cadena de cines norteamericana de ofrecer funciones de La Mujer Maravilla solo para mujeres, atendidas por empleadas mujeres y con simpática vuelta de tuerca: lo recaudado en tickets se destinará a la organización Planned Parenthood. Entonces, ¡cólera!, ¡arrebato!, los chicos no pueden entrar a algunas pocas funciones, ¡discriminación! En palabras de la periodista Lauren Evans, del sitio Jezebel, “los hombres ganan un 20 por ciento más que las mujeres; realizan menos tareas de cuidado infantil y domésticas (incluso cuando sus esposas son el sostén familiar); pagan menos por pantalones y cortes de pelo, y son responsables de dictar nuestras leyes de aborto. Pero ¡dios no permita! que unas pocas docenas de mujeres celebren solas la rara llegada de una película con superheroína protagonista.”
Cuestión que Alamo Drafthouse Cinema, la cadena en cuestión, se hizo eco de los reclamos y del viralizado boicot de los enojadísimos varones, y anunció que… agregaría más y más funciones para women only en más y más ciudades de EE.UU. Y las muchachas -encantadas de disfrutar de su amazona favorita en franca sororidad- respondieron comprando más y más entradas, volviendo a la propuesta un éxito rotundo, sold out. A aguantársela, señores. Maravilla, maravilla, a Alamo ni se le ocurre dar marcha atrás.