El sábado 9 de abril la Comisión Organizadora del Encuentro Plurinacional, de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales, No Binaries, anunció que la cita en San Luis, territorio huarpe, comechingón y ranquel será los días 8, 9 y 10 de Octubre. La información puede verse en el Facebook y en todas las redes sociales habilitadas por la Comisión. Después de dos años de pandemia que nos impidieron encontrarnos de modo presencial, llegó el momento de los abrazos, los diálogos, las marchas, las celebraciones. La emoción tiene la alegría de “vivir para contarlo”, y las sombras de una posible ruptura promovida por quienes no aceptan el cambio -que no es solo de nombre, sino que implica una ampliación de la potencia antipatriarcal de nuestros encuentros-.

Un poco de memoria: quienes venimos participando hace años, sabemos que el cambio de nombre responde a históricas demandas de las mujeres originarias, que en sus talleres año a año venían interpelando el concepto “nacional”, en un país en el que existen numerosos pueblos invisibilizados a partir de la colonización y el establecimiento del Estado Nación, realizado sobre la base del genocidio y etnocidio. El derecho a ser reconocidas en nuestras múltiples identidades, no se resuelve con el concepto de Plurinacional, pero sí se abre una puerta y ventanas a esa posibilidad. En Bolivia y Ecuador hoy existe una Constitución que proclama un Estado Plurinacional. Lo mismo está en debate en Chile y Perú. Una Constitución y un nombre no alcanzan para echar abajo la cultura colonial, pero son aproximaciones que cuestionan la violencia patriarcal y racista de las lógicas de homogeneización realizadas por el poder, y la invisibilización durante más de cinco siglos de las diversas culturas, cosmovisiones, lenguas, sentidos de encuentro de los pueblos, en la naturaleza y en la vida.

Llama la atención –aunque no tanto- que estas lógicas coloniales y racistas atraviesen con fuerza a sectores de los feminismos, que obturaron en los Encuentros –especialmente en Resistencia, Trelew y La Plata- la posibilidad del cambio de nombre, y que al haberse resuelto en La Plata este cambio ahora convoquen a otro Encuentro en Noviembre. “No tanto” digo, porque las feministas negras, de pueblos originarios, racializadas, migrantes, villeras, lesbianas, tuvieron que sostener durante años que los feminismos occidentales, liberales y héteronormativos, no daban cuenta de sus historias individuales y colectivas. También travestis feministas como Lohana Berkins, Diana Sacayan, encontraron muchas veces las puertas cerradas en los ámbitos feministas. Como si el devenir feminista dependiera de la biología, y no de la experiencia cultural y política de la lucha antipatriarcal.

El cambio de nombre tiene historia en muchos sentidos. Durante muchos años, unas pocas travestis como Lohana y Diana, como Marlene Wayar participaron de los Encuentros Nacionales de Mujeres en mucha soledad y recibiendo hostilidad en muchos casos. En esas ocasiones interpelaron a quienes caminábamos juntas: “¿por qué no las nombrábamos?”. La denuncia de los travesticidios tomó un nuevo giro a partir del crimen de Diana, y comenzó a realizarse con gran masividad, en el contexto de los encuentros, las Marchas contra los Travesticidios. 

“Estamos construyendo ciudadanía travesti”, señalaba Lohana, y esa ciudadanía travesti, como otras identidades antipatriarcales -lesbianas, trans, no binaries-, están siendo asumidas con este cambio de nombre que rompe fronteras y amplía nuestros horizontes, que de ningún modo desconoce a las mujeres como sujetas de la lucha antipatriarcal, sino que nos encuentra en red con quienes también son protagonistas de las mismas. 

En octubre, caminando por San Luis gritaremos con fuerza por cada una de las mujeres asesinadas por la violencia patriarcal, reclamaremos por cada uno de nuestros derechos arrebatados, preguntaremos ¿dónde están las pibas desaparecidas por las redes de prostitución y trata?, enjuiciaremos a la justicia cómplice del abuso sexual de niñas, adolescentes, jóvenes, exigiremos el reconocimiento de las mujeres de la primera línea, piqueteras, villeras, de las barriadas populares, que son “esenciales” en la lucha por la la vida de las comunidades, cuyo trabajo no es remunerado, y se suma al “trabajo invisible” de cuidado.

 Ahí nos encontraremos para promover otras formas de buen vivir, con soberanía alimentaria, la recuperación de las tierras robadas a los pueblos originarios, la condena a los genocidas, la restitución de los niños, niñas, niñes robados, infancias libres, implementación real del cupo laboral travesti trans. Sonará en ese territorio huarpe, comechingón, ranquel, un coro polifónico de voces con exigencias urgentes, como aparición con vida de Tehuel, de tantas pibas y pibes, justicia frente a los crímenes policiales del “gatillo fácil”, reconocimiento de los saberes ancestrales, justicia frente a los travesticidios y transfemicidios, que no se pague al FMI con nuestro trabajo sobre explotado.

Preparar el 35 Encuentro no es tarea sólo de la Comisión Organizadora. Los motores se van moviendo desde cada territorio, a través de Encuentros Regionales, de muchas actividades para sostener nuestras iniciativas, para autogestionarnos y no quedar atrapadas en las trampas de punteros y partidos hegemónicos. Plurinacionales e internacionalistas, llegaremos en octubre a celebrar que estamos vivas, y que viven en nosotras las hermanas que sembraron los caminos para pronunciarnos antirracistas, antimperialistas, anticapitalistas, antipatriarcales. No nos detendrán los fundamentalismos religiosos ni políticos. No nos detendrán los conservadorismos.

Revolucionadas y revolucionarias, la cita de San Luis será un momento de Memoria, de Reconocimiento, de Justicia Feminista, de diálogos y de creatividad. Porque el patriarcado no cayó, ni caerá mágicamente. Al patriarcado lo tenemos que derribar colectivamente, junto al colonialismo, al racismo, al capitalismo ecocida, femicida y genocida.

Queremos vivir bien, no solo sobrevivir. Para eso hacen falta revoluciones, y las iremos haciendo con alegría, con deseo, invitando a que nadie se quede en el camino. La pluralidad de voces con las que llegaremos al 35 Encuentro, será producto de un proceso político pedagógico, en el que nos re-conoceremos y abrazaremos nuestros caminos, nuestra red de la vida, que tienen más de 500 años de anudar rebeldías. A pesar de todo, en octubre “les haremos el encuentro”.