Una innovación tecnológica para construir edificios a menor costo y tiempo y un kit para diagnosticar un virus que afecta la producción del maíz fueron los dos proyectos ganadores este año en la decimosexta edición de los premios Innovar, una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación vigente desde el año 2005.
El arquitecto Osvaldo Rodríguez, de 75 años, trabajó más de tres décadas en este proyecto y fue reconocido por desarrollar una innovadora geometría estructural que permite construir edificios de 4 a 12 pisos en la mitad del tiempo y a un costo igual o menor al tradicional y que suponen "una posible solución en los asentamientos informales".
En tanto, la bióloga e investigadora Gabriela Llauger, de 37 años, se dedicó con su equipo a estudiar el virus del Mal de Río Cuarto, responsable de la principal enfermedad viral que afecta al cultivo de maíz en Argentina, y desarrolló un diagnóstico en base en nanoanticuerpos.
Ambos profesionales resaltaron la calidad de la ciencia y la innovación en Argentina, al tiempo que celebraron que el Estado reconozca "el trabajo y el esfuerzo", tras ser premiados con la "Gran Distinción Innovar".
Rodríguez declaró sentirse "orgulloso de estar en este país, que da tantas pruebas de la excelencia tecnológica que sabe desarrollar" y consideró que "estamos en la vanguardia absoluta por más que se oculte".
Según explicó el arquitecto, el proyecto que fue premiado plantea "un cambio de paradigma sobre el modelo estructural que acompaña a la humanidad desde el neolítico, que es el sistema estructural denominado trilítico de dos piedras verticales y una horizontal, que se traduce luego en columnas y vigas".
"Prácticamente todo lo que está construido es la aplicación de ese modelo prehistórico tan exitoso que duró toda la civilización, pero que llega un momento en que no puede afrontar los desafíos que se presentan", añadió.
A partir del modelo tradicional, los edificios verticales "funcionan como una pila de libros" donde cada piso se apoya en el de abajo y en el que las piezas, al ser más robustas en los pisos inferiores, no pueden ser unificadas y producidas en serie.
Lo que Rodríguez junto a su equipo desarrolló permite la industrialización de las viviendas a partir de un sistema que posibilita diseñar, con un repertorio limitado de piezas, cualquier tipología de edificios y construir a su vez más rápido, a menor costo y mejorar la seguridad en la construcción, una de las actividades "más peligrosas".
"En vez de una pila de libros, este sistema funciona como las cajoneras en la que los cajones no están apilados uno arriba del otro, sino que se apoyan sobre los bordes. Las cargas en vez de trasladarse verticalmente de la azotea hasta el piso, viajan horizontalmente hasta los bordes donde se apoyan", explicó.
Además de su uso en la actividad privada, este desarrollo apunta a ser una solución para los barrios populares y asentamientos del país, donde se podrían edificar viviendas nuevas por encima de las ya existentes sin que sus habitantes se tengan que ir y, una vez terminados esos niveles nuevos "se traslada la gente que vivía en esas viviendas para demoler lo de abajo y completar el edificio".
"Hay que generar soluciones habitacionales levantando el estándar de habitabilidad en esas zonas, pero sin erradicar a sus pobladores", expresó el arquitecto, quien bregó por un trabajo "por el bien común".
El segundo gran premio fue para el desarrollo del primer kit para el diagnóstico del virus del Mal de Río Cuarto del maíz basado en nanoanticuerpos, realizado por el equipo de investigadores del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (Iabimo) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Castelar.
"Es una gran alegría haber recibido el premio más importante del concurso Innovar y un reconocimiento muy gratificante a nuestro trabajo", expresó la doctora en Biología Gabriela Llauger, quien junto a su equipo se dedicó a estudiar este virus del Mal de Río Cuarto, responsable de la principal enfermedad viral que afecta al cultivo de maíz en Argentina.
"Este producto tiene un impacto muy significativo dado que se estima que las pérdidas económicas por la presencia del virus rondan los cien millones de dólares por año en la producción del maíz, que es el segundo cultivo que más se siembra en Argentina y somos los segundos exportadores mundiales", indicó la bióloga a Télam.
Previo a este desarrollo que surgió del ámbito público, no existían en la Argentina herramientas que fueran "confiables, rápidas y sencillas de producir" para la identificación y el diagnóstico de la enfermedad en los cultivos del maíz, por lo que este desarrollo "es muy necesario para el agro".
"La ciencia es fundamental para el progreso de un país", consideró la bióloga, quien también apuntó a seguir trabajando "por la igualdad de género y el reconocimiento de las mujeres en la ciencia".
Ambos profesionales son egresados de la Universidad de Buenos Aires, por lo que manifestaron su orgullo de ser "hijos de la educación pública" y resaltaron la interacción constante entre la investigación, el desarrollo y el Estado.
En total, fueron entregados 42 premios a distintos proyectos de innovación tecnológica, a partir del concurso Innovar, iniciativa que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación mantiene desde el año 2005.
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