La educación superior en Argentina “atraviesa un momento de expansión”. Así lo afirma el presidente saliente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Rodolfo Tecchi, quien destaca un crecimiento que va desde el aumento de la matrícula de estudiantes, a la proyectada creación de nuevas sedes y la mayor interacción entre casas de estudios superiores.
A poco de ser reemplazado por el rector de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Enrique Mammarella, Tecchi hace un repaso de esos escenarios vividos.
A modo de balance, el recto de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) da cuenta de una tendencia al aumento de ingresantes registrada a pesar del impacto que supuso la irrupción de la pandemia, incluso en términos de deserción en los primeros años de algunas carreras. Tiene a mano estadísticas nacionales de 2020 y 2021 que evidencian ese crecimiento en la mayoría de las universidades nacionales. Y, en ese sentido, valora la adaptación de miles de alumnos y alumnas al contexto sanitario hostil, y su voluntad por capacitarse e ir en busca de un futuro mejor. El hombre que acaba de concluir su presidencia en el CIN reseña el avance de los proyectos para establecer cinco nuevas universidades (en los distritos de Ezeiza, Pilar, Cañuelas, Saladillo y Tigre), emprendimientos que considera “vitales”. “En comparación con países como Brasil y México, Argentina tiene mucho por crecer todavía en la educación superior”, reflexiona Tecchi en diálogo con el Suplemento Universidad.
La importancia del nivel formativo vigente en las universidades e institutos universitarios, el desafío de democratizar el acceso a la tecnología para llegar a todos los rincones del país, la necesidad de involucrar a las instituciones académicas para abordar problemas que afectan a la sociedad, como la capacitación en una perspectiva ambiental, son algunos de los ejes del análisis trazado por quien concluye su mandato al frente del mayor organismo que nuclea las universidades nacionales argentinas, institutos universitarios y universidades provinciales reconocidas por la Nación.
–¿Qué balance realiza de su gestión al frente del CIN?
–Me parece importante destacar que publicamos las actas del Consejo de Rectores de Universidades Nacionales (CRUN), denominación establecida durante la dictadura militar, donde se podía ver por qué la junta intervenía y elegía directamente a quienes ocupaban el rectorado en las universidades por aquellos años, de qué manera esas personas fueron absolutamente cómplices de las persecuciones que la dictadura ejerció en los ámbitos académicos, a estudiantes, docentes y no docentes, cómo las fuerzas armadas participaban en las reuniones de rectores haciendo conocer las principales líneas de trabajo represivas en aquel momento; de modo que un hito en este período fue transparentar cómo se ejerció esa estrategia represora en las casas de estudios superiores, y visibilizar que el CRUN fue cómplice de esas políticas. Por otra parte, me tocó presidir el CIN en la época final de la pandemia, dónde se abrieron grandes oportunidades para la integración mayor y cooperación del sistema académico. La virtualidad, entre otras cosas, demostró que permite una mayor colaboración entre las instituciones, y me deja conforme saber que con el trabajo realizado se dejan abiertas las puertas de cara a la universidad que se viene en la pospandemia.
–¿Cómo se aprecia el regreso a la presencialidad tras dos años de educación a distancia?
–Con el retorno paulatino que estamos teniendo luego de la pandemia nos encontramos satisfechos. Hay un regreso gradual sobre todo en los primeros años y con una continuidad de las actividades virtuales de acuerdo a lo que considera cada equipo docente. Al mismo tiempo, procuramos mantener algunas medidas sanitarias mínimas para evitar contratiempos, aunque con la tranquilidad de saber que el plan de vacunación funciona muy bien.
–¿Qué aspectos positivos aparecieron durante el proceso de enseñanza virtual?
–Algo concreto que generó la pandemia fue la aceleración de los tiempos para incorporar la virtualidad a la educación universitaria. Hasta comienzos de 2020 se apreciaba una velocidad relativamente lenta en la incorporación de la tecnología. Entendemos que así como la presencialidad tiene sus ventajas, la educación virtual también ofrece aspectos positivos, ya que atiende demandas de una parte del estudiantado que aspira a no volver todos los días a la universidad. Eso puede suceder porque necesita reducir los costos que generan los viajes o porque ha acomodado sus horarios en función de responsabilidades laborales, y son aspectos que tratamos de tener en cuenta. Por esa razón, apuntamos a volver a la presencialidad en forma gradual. Queremos que las y los alumnos de los primeros años tomen contacto físico con el ámbito académico pero, al mismo tiempo, que se mantenga un porcentaje de virtualidad, especialmente en materias con mucha teoría. Hoy las herramientas tecnológicas permiten tener clases de muy buena calidad y aparecen como recursos válidos para el dictado de contenidos en el sistema universitario.
–¿Qué relación se puede establecer entre la pandemia y la deserción de alumnos registrada a nivel nacional?
–En la Universidad de Jujuy los datos señalan que en 2020 la deserción aumentó entre un 8 y un 12 por ciento respecto a 2019 y que el abandono estuvo fundamentalmente concentrado en los primeros años de carrera. Como contrapartida, ya una parte de esos estudiantes empezaron a reconectarse. Y, por otro lado, en todas las áreas de Ingeniería de nuestra institución, en 2020 y 2021 hubo una mayor cantidad de graduados que en el 2019 porque, para algunos estudiantes que ya tenían una práctica adquirida y estaban en los años finales, la virtualidad significó una oportunidad de avanzar más rápido. También observamos la tendencia en otras casas de estudios superiores. Las estadísticas de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) reflejaron un gran incremento de inscriptos en 2021, pese a que se sabía que la presencialidad no era aún posible. La máxima dificultad que notamos estuvo ligada a que el acceso a las redes en Argentina todavía no es democrático y que hace falta desarrollar una infraestructura adecuada para alcanzar todos los puntos del país. Hay familias con un solo teléfono celular que comparten el alumno universitario, los padres, los hermanos. Para una casa de estudios superiores resulta imposible resolver esas inequidades en el acceso al sistema de redes. Eso va más allá del esfuerzo que se haga.
–¿Cuál es el gran desafío de la pospandemia en el ámbito académico?
–A nivel universitario se ha abierto un panorama muy atractivo a partir de la virtualidad, con proyectos que involucran en forma conjunta a distintas instituciones educativas. Hoy, si una institución aspira a incorporar una carrera es más práctico buscar otra universidad que ya la dicte y compartirla, a través de mecanismos de cooperación. Precisamente, en Jujuy y también en Córdoba vamos a firmar un convenio con la universidad de Misiones para que la carrera de Ingeniería Forestal, que es de muy buena calidad en la casa de estudios misionera, se pueda ofrecer también en las otras dos provincias, aprovechando que parte de los componentes teóricos se pueden dar en forma virtual. Por lo tanto, el objetivo es tener un sistema más cooperativo.
–¿Qué visión tiene respecto al surgimiento de nuevas carreras denominadas “del futuro”?
–Hay una gran discusión sobre esas carreras que muchos llaman del futuro, que tienen nuevos abordajes y requieren del uso de tecnologías innovadoras. Yo sostengo mi pensamiento y creo que la clave para tener una correcta formación profesional es una buena base científica en cualquier disciplina de la universidad. No soy de los que creen en la necesidad de prestarle atención a carreras que aparecen como súper novedosas, a pesar del surgimiento progresivo de algunas, como la robótica u otras vinculadas al área informática. Me parece que existe una evolución normal en las universidades y no hay que desesperarse en sacar especialistas que cuando cambian las tecnologías se encuentran perdidos, porque carecen de esa formación básica.
–¿Y cuál es su postura ante los discursos que pregonan la realización de cursos rápidos y prácticos en reemplazo de la formación académica?
–Si se carece de una formación básica buena, esos cursitos que algunos venden como milagrosos son pan para hoy y hambre para mañana. Hay grandes empresas multinacionales que buscan generar espacios universitarios privados para formar mano de obra propia en relación a sus necesidades. Es algo que ocurre en todo el mundo y supone un desafío importante, porque te dicen que vos entrás ahí y al recibirte tenés trabajo en esa multinacional, pero la universidad argentina no tiene la tradición de formar mano de obra especializada para un modelo recortado, sino que forma ciudadanos que, además, se pueden desempeñar muy bien en el ámbito laboral. Los profesionales que se gestan en nuestro país son de excelencia y siguen siendo requeridos en todo el planeta, de modo que cada vez que uno escuche a una gran empresa decir que no consigue operarios, o que están mal formados, debe entender que detrás de ese discurso hay una intencionalidad de justificar la creación el día de mañana de su propia escuela técnica y solo tomar a los chicos que salgan de ahí.
–Ya se encuentra avanzado el proyecto para la creación de cinco universidades nacionales. ¿Qué valor tiene sumar espacios para acercar la educación superior a nuevas regiones?
–Argentina, comparada con países como Brasil y México, tiene todavía mucho por crecer en materia de educación superior. Hay que crear más universidades, siempre generar espacios de ese calibre es algo positivo. Esperamos que el Congreso pueda avanzar en estos proyectos que son vitales para que más personas puedan estudiar y hacerlo cerca de donde viven.
–A fines de marzo el CIN firmó un convenio con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible para llevar adelante acciones conjuntas. ¿En qué consiste?
–El acuerdo tiene como fin colaborar desde nuestro espacio académico con otras instituciones y la aplicación de la Ley Yolanda. Se trata de una normativa destinada a que los funcionarios públicos tengan una perspectiva ambiental a la hora de tomar decisiones. Para eso se planteó la necesidad de adoptar medidas destinadas a formar a los estudiantes en lo que respecta al cambio climático, explicar qué es, desde cuándo se da este proceso y cómo afrontarlo. Es un tema transversal que gradualmente debería involucrar a todas las carreras. Cualquier profesional tiene que conocer cuáles son los objetivos de desarrollo sostenible planteados por Naciones Unidas, y estar al tanto de la gravedad que supone una crisis climática.
–También hubo un encuentro con el Gobierno para impulsar un plan de desarrollo sostenible regional. ¿Qué recursos posee el norte argentino que, debidamente incorporados a la industrialización, podrían contribuir al crecimiento nacional?
–Una de las principales demandas que tenemos las universidades, por parte de distintos sectores de la sociedad, es que nos involucremos más en la formulación de proyectos de desarrollo y solución a los problemas sociales más angustiantes. No se trata solo de formar profesionales y realizar investigaciones; por lo tanto, hablé con (el ministro de Desarrollo Productivo, Matías) Kulfas sobre la necesidad de las instituciones de altos estudios de participar activamente en programas que aporten soluciones concretas, con el apoyo del Estado. En nuestra región, hay una tendencia a exportar productos muy primarios, pero todo lo que implica valor agregado se hace afuera del país y genera trabajo en el exterior. Soy un convencido de que al litio, abundante por estas latitudes, debería agregársele valor en Argentina mediante la instalación de plantas que permitan la creación de puestos laborales. Lo mismo sucede con otros recursos naturales que exportamos en forma primaria. Sería importante que en las distintas regiones avancemos en grados de industrialización, con un plan concreto que lentamente permita la generación de empleos registrados por sobre la informalidad. Para eso hace falta decisión política.
–¿Qué escenario se vislumbra en materia presupuestaria para las universidades de cara a este y al próximo año?
–Hasta el momento, el Ministerio de Educación está cumpliendo con las universidades en base a un presupuesto que envió el Ejecutivo con un incremento importante y que, vale recordar, no fue votado. De todos modos, las partidas mensuales llegan como corresponde. Hemos cerrado la paritaria tanto docente como no docente con aumentos importantes, pero lógicamente habrá que hacer un seguimiento detallado en función del índice inflacionario. Sabemos que hay una política destinada a apoyar a la universidad, y no hay que apartarse de ese camino.