Desde Roma
Después de más de dos años de pandemia que impidieron la realización de algunas de las celebraciones de la Semana Santa en los lugares y los modos más tradicionales, el papa Francisco volvió este viernes a celebrar el Via Crucis en el Coliseo de Roma, uno de los más significativos y antiguos monumentos conservados en la capital italiana. Construido en el siglo I d.C, el Coliseo nació como un anfiteatro para luchas de gladiadores y espectáculos. Llamado originariamente Anfiteatro Flavio fue conocido luego como Coliseo en memoria del emperador Nerón. Allí fueron martirizados cientos de cristianos cuando su fe todavía no era aceptado por el Imperio Romano. Fue el emperador Constantino, en el año 313, quien autorizó la religión cristiana, luego de que su madre, Helena, se convirtió al cristianismo y él comprendió que de otra forma no habría podido controlar a los cristianos que aumentaban día a día.
En memoria de los mártires cristianos es que el Via Crucis del Viernes Santo se realiza dentro y en torno al Coliseo. El Papa lo sigue desde una terraza frente al Coliseo. Y este año, que el Vaticano ha dedicado a la familia, Francisco decidió que un grupo de familias escribieran las reflexiones de cada una de las catorce estaciones del Via Crucis y fueran llevando la cruz. Entre ellas una rusa y otra ucraniana. Y esto molestó a la embajada de Ucrania ante la Santa Sede que así lo manifestó, cuando muy posiblemente el Papa lo hizo para estimular la fraternidad entre los dos pueblos. Se trató en realidad de dos chicas amigas, la rusa Albina estudiante de medicina y la ucraniana Irina, enfermera, que comparten espacios en un mismo hospital, el Campus Biomédico de Roma. Y en su reflexión pidieron que todos rezaran por la paz en el mundo.
“Cuando nos encontramos poco después que estalló la guerra -contó Irina a la televión italiana RAI– Albina vino donde yo estaba trabajando, yo estaba de guardia. Y bastó que nos miráramos y los ojos se nos llenaron de lágrimas y Albina comenzó a pedirme disculpas. Se sentía culpable pero yo le aseguraba que ella no tenía nada que ver con eso”. “Esta guerra nos ha unido más”, añadió.
El Via Crucis concluyó con una familia de refugiados de Africa. “Estamos aquí después de viajes en los que hemos visto morir mujeres y niños, amigos, hermanos y hermanas (…) Nosotros que en nuestra casa eramos importantes, aquí somos sólo números, categorías, simplificaciones. Y sin embargo somos más que migrantes. Somos personas”, dijeron en la reflexión escrita por ellos.
Unas diez mil personas, según datos oficiales, con velas en la mano y caras emocionadas, participaron del Via Crucis afuera del Coliseo. Y entre la multitud apareció también una bandera argentina. Al concluir la ceremonia, el papa Francisco sólo bendijo a los presentes y saludó a varios miembros de las familias que participaron.
Desde que Francisco llegó al papado en 2013, se ha ido abriendo la participación en estas celebraciones a otros miembros de la Iglesia, no sólo a sacerdotes, obispos o cardenales. El Viernes Santo de 2019, por primera vez una monja escribió las reflexiones que se leyeron en cada estación del Via Crucis en el Coliseo. Y el tema de las reflexiones fueron las mujeres y en especial la trata de mujeres venidas sobre todo de países africanos. El Viernes Santo de 2020, en cambio, al comenzar la pandemia, el papa Francisco se vio obligado a celebrar el Via Crucis en una Plaza de San Pedro completamente desierta. Sólo un grupo de unos diez miembros de la Iglesia fueron cumpliendo sus distintas etapas. El del 2021 fue un poco más ameno, siempre en la Plaza de San Pedro, con la presencia de unas 250 personas distribuidas a la derecha y a la izquierda del baldaquino donde estaba el Papa y con la participación de niños y jóvenes que fueron leyendo sus reflexiones.
En la tarde de este viernes y al celebrar la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro, Francisco una vez más hizo alusión a la guerra en Ucrania. "Dios omnipotente y eterno, en tus manos están las esperanzas de los hombres y los derechos de cada pueblo: asiste con tu sabiduría a aquellos que nos gobiernan para que con tu ayuda promuevan sobre toda la Tierra una paz duradera, la prosperidad de los pueblos y la libertad religiosa", dijo Francisco. Algo similar había hecho el pasado Domingo de Ramos: “¡Que se depongan las armas! ¡Que se comience una tregua pascual, pero no para recargar las armas y retomar el combate. ¡No! Una tregua para llegar a la paz, a través de una negociación, dispuestos incluso al sacrificio por el bien de la gente”, pidió.
El Jueves Santo el Papa celebró la misa en la cárcel de Civitavecchia, a unos ochenta kilómetros de Roma, donde lavó los pies, como es tradición ese día, a doce presos. El sábado celebrará la vigilia pascual a las 19,30 en la basílica vaticana donde serán bautizados y recibirán la confirmación algunos adultos. El domingo de Pascua, después de las celebraciones en la basílica de San Pedro, el papa Francisco dará su bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) desde el balcón central de la basílica que da a la Plaza de San Pedro, un mensaje en el que generalmente el Pontífice hace referencia a los principales problemas del mundo. Junto al papa en ese momento estará, entre otros, el cardenal canadiense Michael Czerny, quien fue enviado por Francisco dos veces a Ucrania y los países limítrofes para ayudar a los que escapan de la guerra.
El Papa hablará a una plaza llena de creyentes, después de más de dos años de ausencia, y llena de flores que, como es tradicional desde hace años, son donadas por Holanda. Y las celebraciones serán traducidas a varios idiomas, incluidos ruso y ucraniano.