Clearview AI es una empresa con sede en Delaware registrada el 3 de agosto de 2017. Su sofisticada tecnología de reconocimiento facial la incorporó el gobierno de Ucrania en marzo pasado. Puede ser utilizada sobre personas vivas o en la identificación de cadáveres. El objetivo con que se promociona en la guerra es la búsqueda de víctimas o de presuntos espías rusos. Pero la reputación de la compañía, cuyo CEO es el australiano Hoan Ton-That, un joven de apariencia apacible, pelo largo y un pasado de hacker, lejos está de la filantropía en el uso de algoritmos. La sociedad constituida en el paraíso fiscal de EE.UU nació al amparo de un cerrado círculo de supremacistas blancos, se financió con capitalistas afines a Donald Trump y su punto de partida fue la detección de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Al gobierno de Volodimir Zelenski le ofrecieron sus servicios por carta, según una copia a la que tuvo acceso la agencia Reuters.
Con la extrema derecha
Los lazos de Ton-That con la extrema derecha de Estados Unidos están documentados, se sostuvieron en el tiempo y llegaron a su máxima exposición durante el gobierno del magnate republicano. El emprendedor negó esas vinculaciones años después, pero ya era demasiado tarde. Entrevistado por el sitio HuffPost declaró: “Hubo un período en el que exploré una variedad de ideas, no porque creyera en ninguna de ellas, sino por un deseo de buscarme a mí mismo y un lugar en el mundo”.
La fotografía de un meeting celebratorio en Nueva York cuando Trump acababa de ser elegido presidente, confirma las sombras de su pasado. Se lo ve junto a dos neonazis, Pax Dickinson y Chuck Johnson, especializados en patrullar las redes sociales para contaminarlas con su prédica racista. El primero tenía un prontuario virtual repleto de ácidos tuits contra las mujeres, judíos, afroamericanos y grupos LGBT. El segundo es un negacionista declarado del Holocausto y aparece en otra imagen durante una comida con el australiano.
El periodista Lucas O’Brien del HuffPost escribió el 7 de abril de 2020 que “fue durante este período de su vida, instalado entre extremistas en línea y fuera de línea, que Ton-That comenzó a construir la empresa que se convertiría en Clearview”. El New York Times ya se había ocupado del CEO cuando informó la contratación de dos ingenieros anónimos para que lo acompañaran en su proyecto. Uno para que ideara un sistema que pudiera extraer imágenes con miles de millones de rostros de varias plataformas y redes sociales. El otro para que diseñara el algoritmo de identificación facial.
Identificar inmigrantes
En enero de 2017, después de aquella fotografía festiva tras la victoria de Trump sobre Hillary Clinton, el ultraderechista Johnson comentó que tenía un proyecto. La construcción de algoritmos con el propósito de “identificar a todos los inmigrantes ilegales para los escuadrones de deportación”.
Ahora Clearview AI es una compañía que según la fuente que se consulte tiene 10 mil millones de fotografías en su poder o el doble de esa cantidad. No pide permiso para tomarlas de los servidores de corporaciones como Google o Meta (exFacebook) con las que mantiene litigios.
El periodista especializado en tecnologías, James Clayton, de la cadena BBC, describió la llegada a Ucrania del software de esta controvertida SA. “Ton-That puso su motor de búsqueda a disposición del gobierno ucraniano, y la oferta fue aceptada”. La cartera de clientes de Clearview AI – según el propio CEO – llega a 3.200 agencias de gobierno en EE.UU. que van desde el FBI al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés). La Policía Estatal de Indiana se convirtió en su primer cliente en Estados Unidos, según la empresa.
La investigación de HuffPost publicada hace dos años y el artículo de Clayton que la reactualizó este mes, aportan la evidencia más documentada sobre la aleación de Clearview AI y los grupos de odio racial en Estados Unidos. Su tecnología acaba de llegar a Ucrania de manera voluntaria, como señaló Ton-That, donde operan batallones neonazis como Azov. Pero su potencial de error al aplicarla no es nada desdeñable. A la compañía no parece importarle demasiado: “Los oficiales ucranianos que han recibido un acceso a Clearview AI han expresado su entusiasmo, y esperamos escuchar más”, indicó en un comunicado Ton-That.
La pista del dinero
Si se sigue la pista del dinero en esta armada Brancaleone de supremacistas y algoritmos puestos al servicio de gobiernos, todos los caminos conducen al multimillonario Peter Thiel, nacido en Alemania pero con ciudadanía estadounidense y neozelandesa. Cofundó en 2004 la empresa de análisis de big data Palantir Technologies que le brinda servicios a la CIA como al FBI. En 2017 invirtió en Clearview AI como lo ha hecho en decenas de compañías. Autodefinido libertario, financió la campaña de Trump a la presidencia y hasta mantuvo cierta amistad con él. Palantir como la empresa de Ton-That que contribuyó a crear, tienen un origen com,ún. En EE.UU se dedican a la búsqueda de información personal sobre inmigrantes y trabajadores indocumentados, entre otros servicios de software que ofrecen a sus clientes.
Thiel es un conservador egresado de la Universidad de Stanford. Fue uno de los principales inversionistas en Facebook y aún conserva un cargo en su directorio. Es un producto genuino de Silicon Valley, exsocio de Elon Musk en PayPal, una plataforma de comercio electrónico que le vendió a eBay y lo transformó en multimillonario en un país que tiene hoy a ocho de los diez hombres más ricos del mundo según Forbes.
Clearview AI no llegó a su techo porque es una herramienta que seduce a organismos de seguridad e inteligencia por igual. Un especialista crítico de este tipo de software, Albert Fox Cahn, líder del grupo Proyecto de Supervisión de Tecnología de Vigilancia sostiene que su uso “es una catástrofe de derechos humanos en ciernes”. En tiempos de guerra no es la primera vez que se usa la técnica del reconocimiento facial. La compañía ni siquiera es la única plataforma de este tipo en Ucrania según la BBC. Rusia también utiliza tecnología semejante. La empresa Surfshark investigó la videovigilancia en 194 países y su primera conclusión fue que 109 países utilizan o ya aprobaron el uso del reconocimiento facial.
Realidad aumentada
En 2021 Claerview AI firmó un contrato con el Pentágono para investigar la posibilidad de utilizar gafas de realidad aumentada que ya se venden en Internet. La sociedad del australiano Ton-That es apenas una entre varias competidoras con contratos militares para desarrollar la técnica de reconocimiento facial. Aunque esta no es 100 por ciento precisa, genera sospechas su empleo en tiempos de paz. Su eficacia depende de múltiples factores. Por ejemplo, de la calidad de la imagen, de si un rostro está cubierto con un barbijo o incluso de la posición de la cabeza.
Este tipo de dificultades no intimida a sus inversores. Van por más. En enero pasado, el sitio digital Business Wire, que publica los comunicados de prensa completos de todas las empresas y organizaciones en EE.UU., señaló que Clearview AI había obtenido la patente federal 11.250.266 en Estados Unidos que emite la USPTO, la Oficina de Patentes y Marcas del país. El texto informa que se debió a “su capacidad para recopilar información disponible públicamente de Internet abierta (sitios de redes sociales, fotografías policiales, portales de noticias y más) y luego comparar con precisión fotos similares utilizando su algoritmo de reconocimiento facial patentado”.
Para el senador demócrata Ed Markey, quien ya cuestionó en el Congreso los efectos tóxicos de Instagram y Facebook entre los jóvenes que buscan notoriedad, “la tecnología de reconocimiento facial está haciendo metástasis en todo el gobierno federal. Estoy profundamente preocupado por esta tendencia hacia una mayor vigilancia”. Ajena a las críticas, la compañía que ya abrió varias oficinas en distintas ciudades de Estados Unidos se promociona en su página oficial: “Presentamos Clearview AI 2.0. Investigaciones organizadas, impactantes y exhaustivas”.
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