Río Cuarto, al sur de Córdoba, parece el escenario de la Revolución de las futboleritas. En el marco del crecimiento del fútbol femenino en el país, allí cada vez hay más niñas que practican el deporte en clubes de barrio, escuelitas y potreros. Sin embargo, el campeonato de primera división que comienza a disputarse este domingo 17 de abril arranca este año con un retroceso: sólo tendrá una categoría, la A, después de haber tenido una primera y segunda división el año pasado. Y con críticas: algunos clubes, como Argentinos Juniors del barrio popular Las Delicias, que sólo tiene categorías infantiles en las ramas masculina y femenina (50 niñas entre los 5 y los 13 años), presentó los papeles para sumarse a la Liga Regional -el ente que regula el fútbol en la ciudad- pero recibió un no como respuesta. Entre los reproches de las jugadoras y las jugadoritas se anota también el reclamo sobre la falta de competencia para las Inferiores, que atenta contra el desarrollo del deporte.
Las hermanas Karina y Silvana Díaz son las entrenadoras de las infantiles de Argentinos Juniors y además fueron pioneras del fútbol en la ciudad, cuando jugaban en potreros en la década del ‘90 contra otros equipos barriales que emergieron en la época. Cuentan que en Las Delicias el fútbol es, además de un deporte, una excusa para que las niñas puedan estar menos en las calles y aprender a través del juego estrategias de empoderamiento. “Este es un barrio de inmigrantes bolivianos, nosotros les llamamos paisanos. Estas nenas necesitan competir más allá de entrenar por su propio desarrollo. Y porque si no cuando cumplen 13 o 14 se van a otros clubes para ya directamente jugar en Primera. Si eso no pasa, dejan”, cuentan mientras organizan partidos informales con Universidad de Río Cuarto y Campeonas, otros dos clubes que tienen jugadoras de entre 6 y 12 años que se acercaron buscando lo mismo: generar partidos para esas nenas.
Con 16 equipos comenzará entonces este año el torneo, sólo con la categoría de Primera. Se trata de la segunda Liga más importante de la provincia, después de la Liga de la capital cordobesa. El año pasado hubo nueve equipos en Primera y una segunda división con 10 clubes (poco después del inicio se bajó Deportivo Río Cuarto y el torneo quedó con nueve clubes).
El presidente de la Liga, Federico Tosolini, no dejó en claro los motivos del retroceso. El mismo dirigente había prometido durante la pandemia una capacitación de Ley Micaela para los clubes integrantes de la entidad (en las dos ramas) y dar inicio a la competencia en categoría infanto juvenil en el fútbol femenino. Nada de esto ocurrió.
Mariana Ferretti juega en Atenas, tiene 42 años y un largo recorrido en el fútbol. Arrancó a jugar aquí y en 2003 pasó a Boca, con el que fue campeona. Además, en 2006 representó a la Selección. También fue entrenadora y en 2014 fue impulsora del proyecto que derivó en lo que hoy es el campeonato femenino, junto a Dianela Aguirre. “En ese momento nos dijeron que estábamos locas, como siempre. Pero logramos que la Liga avalara la propuesta. Fuimos siete equipos en ese momento y después empezó a crecer abismalmente hasta llegar a 21 equipos en el año 2019”, cuenta.
La periodista Delfina Vettore, que además juega en Banda Norte, considera que los dirigentes de la Liga y de los clubes utilizaron la pandemia como excusa para dejar de generar espacios para ellas. "No hay que sacar del análisis la falta de gestión que tuvo el fútbol femenino en estos dos años. Casi no hubo partidos pese al esfuerzo de las futbolistas, que siguieron entrenando, y empujando para que se sumaran inferiores o que incluso juntaron dinero para armar encuentros o partidos amistosos. La competencia es fundamental para el sostenimiento de la disciplina, para el incentivo de cada vez mayor cantidad de jugadoras acercándose a los clubes, de distintas edades".
Además, Vettore recuerda que el fútbol de Río Cuarto empieza a abastecer de jugadoras a la Primera división de AFA, un hecho que muestra el crecimiento en la región. De la Liga de aquí salieron la arquera Daniela Pontel (hoy titular en River), Florencia Rodríguez (volante en Independiente, después de un paso por San Lorenzo) y Yamila Francescato (delantera en Comunicaciones).
Ferretti, que además es entrenadora de hóckey sobre césped, no le encuentra explicación al retroceso mientras cada vez la ciudad tiene más jugadoras. “La palabra ineficiencia es muy dura, pero cuando hay gente que no piensa en las jugadoras, en los cuerpos técnicos, en el trabajo que se ha hecho desde hace muchos años termina retrocediendo y opacando lo que se viene trabajando para la evolución”, dice y agrega que las jugadoras y las referentas no tienen lugar para opinar o sugerir en la mesa chica de la Liga, que es la que toma las decisiones. “Insisto en que tenemos que hacer un sindicato de jugadoras para que podamos defender el lugar que nos toca y habitarlos como nos corresponde”.
La historia del fútbol femenino de Río Cuarto está documentada en el libro “Miralas Gambetear”, realizado por periodistas de Al Toque Deportes y editado por UniRío. Allí se destaca que el primer partido en la ciudad data de 1965, cuando Tigre de Buenos Aires (integrado por las mundialistas de 1971 Betty García, Angélica Cardozo, Blanca Brucoli, Zunilda Troncoso y Eva Lembesis, entre otras) visitó la ciudad para enfrentar a Centro Cultural Alberdi. Tigre ganó 2 a 0 y la crónica del diario La Calle registró que se recaudaron 300.200 pesos de la época. El libro compara que ese día el encuentro masculino amistoso entre Atenas e Instituto de Córdoba terminó 3 a 3 y recaudó 70 mil pesos.
Tierra de fútbol, hay antecedentes que no figuran en los medios pero que pertenecen a relatos de Pioneras de aquí que dan cuenta que ya en la década de 1950 en los potreros las mujeres jugaban. “Miralas Gambetear” recupera las historias de Mercedes Luna y Patricia Carrizo, dos destacadas futbolistas de esos encuentros barriales, popularmente conocidas por sus apodos: La Pelé y La Maradona, respectivamente. El mural que tiene a las personalidades destacadas de Río Cuarto, en el cruce de las calles Alvear y Fotheringham, tiene a La Pelé pintada al lado de Pablo Aimar. Allí también aparece Mariana Ferretti.
En la actualidad se calcula que hay más de 300 jugadoras de primera división. Casi todas padecen la informalidad dirigencial, que se expone en distintos detalles. Con un campeonato oficial amateur, cuando algunas quieren cambiarse de clubes y llevarse sus pases, aparecen, casi como un secreto a voces naturalizado, los pedidos de pelotas a modo de pago. Una injusticia: se trata de pases libres que les pertenecen a las futbolistas que no percibieron salarios. Algunas compran pelotas de su bolsillo para no quedarse sin competir y poder irse del club libremente.
Mientras tanto, en Argentinos Juniors, en ese encuentro con Campeonas y Universidad de Río Cuarto (dirigidas por la ex jugadora de San Lorenzo María Boloquy), las nenas esperan ansiosas su turno en la cancha. Cada una con sus botines y pateando pelotas a modo de preparación, desde afuera, cuando se les pregunta si tienen muchas ganas de jugar al fútbol contestan todas juntas con un coro ensordecedor: “Siiiiii”. Y entran a jugar.