La tarde del Bajo Flores recorrió todos los estados de ánimo. En la previa del partido, los jugadores y sobre todo los dirigentes, con Marcelo Tinelli y Matías Lammens a la cabeza, fueron silbados e insultados por los hinchas de San Lorenzo que fueron a la cancha a hacerse sentir su molestia por la muy mala situación deportiva, económica e institucional que atraviesa el club.
Cuando el equipo se puso 2 a 0 en el primer tiempo, con los goles del colombiano Yeison Gordillo y el paraguayo Adam Bareiro, la queja y la reprobación dejaron paso al aliento esperanzado de la multitud. Pero cuando en la segunda etapa, Platense igualó 2 a 2 por intermedio de Kevin Andrade y Braian Mansilla, reaparecieron la bronca y los estribillos amenazantes. El empate dejó a San Lorenzo en el mismo lugar donde estaba, con la hinchada pidiendo a los gritos que se vayan todos y no quede ni uno solo. Platense al menos pudo interrumpir una racha de seis derrotas consecutivas e irse con la certeza de que a falta de muchas otras cosas, hay carácter como para poder intentar la recuperación.
En el resultado final hubo tanto de uno como del otro. El técnico interno de San Lorenzo, Fernando Berón, quiso cuidar la diferencia de dos goles y del 4-2-3-1 del comienzo, en el segundo tiempo pasó a un 4-4-2 y le entregó la pelota a Platense. Además, Omar De Felippe, el entrenador visitante, movió mejor el banco. Sus cambios (y sobre todo la entrada de Mansilla por Baldasarra) le dieron al ataque la rapidez y la profundidad que no había tenido hasta allí y le permitieron empatar un partido que tenía casi perdido. Y que San Lorenzo, en medio de su crisis, tenía casi ganado pero no lo supo rematar.