Patricia Bullrich, Jorge Capitanich, José Luis Espert, Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri, Facundo Manes, Javier Milei, Gerardo Morales. Todos estos dirigentes han manifestado, con mayor o menor énfasis, voluntad de candidatearse en las elecciones presidenciales. A la hora de la verdad muchos pre inscriptos se habrán borrado. Y faltan anotarse candidatos requete recontra importantes. Solo para empezar: del sector kirchnerista del Frente de Todos (FdT), del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT-U).

Hay figuras haciendo precalentamiento, histeriqueando levemente: Daniel Scioli o Sergio Massa, pongalé.

En el FdT y en Juntos por el Cambio (JpC) imaginan en que serán necesarias y útiles las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). La herramienta que creó el presidente Néstor Kirchner y que desde entonces favoreció a los adversarios de su fuerza. Una prueba de que nadie es infalible.

La lista provisoria de pretendientes indica cierta abundancia cuando falta más de un año para que empiecen las rutinas electorales, una eternidad en términos argentinos.

Como marca el protocolo cualquier dirigente (anche los nombrados al comienzo) remarca que no piensa ni hay que pensar en las elecciones, que a la gente eso no le importa. La segunda parte, pura verdad. A una vasta mayoría de ciudadanos (jamás la totalidad en una sociedad plural, compleja y en parte politizada) “eso” lo molesta, lo encoleriza, le hace pensar que los políticos son todos iguales y toda ambición. Por consiguiente, “de eso no se habla” en el mundillo político… de boca para afuera.

Pero, primera paradoja de una nota que recorre varias, es tentador y hasta necesario pensar en los escenarios electorales en un sistema con votaciones cada dos años. Por cortesía, por respeto o por mentira piadosa (usted tache lo que no corresponde o mestice si prefiere), dicha necesidad debe quedar fuera de las conversaciones masivas, de las declaraciones periodísticas.

Y, ojo al piojo, no tiene que ser (o mejor dicho “tiene que no ser”) la principal labor de los representantes del pueblo, particularmente de quienes gobiernan. Porque hacer, gestionar, constituye su laburo principal.

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Encuestas y votaciones, una pugna despareja: “De eso no se habla” pero se encargan encuestas o se pispean las pedidas por otros. Los consultores volantean una que otra. Cuando los números los favorecen los dirigentes incurren en un desliz o una infidelidad  (tache usted... etcétera). Incitan la difusión, arrojan dichos guijarros escondiendo la mano. Fomentan que se hable “de eso”.

Este cronista es agnóstico respecto de los sondeos de opinión político-electoral, ateo militante en relación a aquellos realizados muuuucho tiempo antes de los comicios. Las personas que contestan suelen ignorar datos accesibles: cuándo serán las elecciones, qué se elige. Ignoran asimismo datos incógnitos, futuros: cuáles serán los competidores. Y lo que es más importante: cómo estará su propio metro cuadrado (la vida cotidiana, el laburo, la seguridad, la inflación, el valor adquisitivo de sus ingresos).

A pesar de todo, los beneficiados por lo que informe algún trabajo serio o trucho o intermedio, lo propagan. Los medios se entretienen, cualquiera pega un vistazo. Miran un trabajo de la consultora Cuchuflito and Fit o de Sinarquía fotómetro y pontifican: “las encuestas muestran…”. El plural es bien singular, dirían los franceses. Y borrosa su verosimilitud.

Las elecciones son mejores predictores. El padrón decide cuando se pronuncia, sus veredictos reordenan el escenario institucional, acrecienta o disminuyen el poder de los Ejecutivos. En un sistema federal, “hablan” los electorados de 24 provincias. Las elecciones cercanas favorecieron a Juntos por el Cambio, de modo rotundo, inesperado. Injusto, considera quien les habla, sabiendo la relativa importancia de la valoración.

Los cambiemitas quedaron en pole position. Atravesaron sin deserciones el trance más difícil: los dos años ulteriores al revés en el cuarto oscuro hace menos de tres años. Cuentan con enormes alicientes para mantener la coalición.

Su táctica desde diciembre del año pasado es sencilla: obstruir al Gobierno nacional, vetar hasta el Presupuesto (mala praxis institucional, filo destituyente), serruchar el piso. En el caso de los legisladores, frecuentar más los medios que el Congreso. Indignarse. Movidas sencillas que se complejizan por la interna y por la irrupción de Milei y Espert

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Aprontes para el 2023: Los candidatos cambiemitas pueden clasificarse por partidos. También ayuda agruparlos según gobiernen o estén en el llano. Los que gestionan necesitan afianzarse en el territorio, definir a quién los sucederá… están ocupados. Son los casos de Larreta y Morales a quienes podría sumarse el gobernador correntino Gustavo Valdés. Cuenta con la ventaja de haber sido reelecto hasta 2025. La contrapesa su escaso piné.

Bullrich, Macri y Manes disponen de tiempo y de plata para hacer campaña todo el tiempo. El expresidente no lo utiliza a full, no se fatiga, dosifica el esfuerzo. Bullrich y Manes, dos modelos distintos, se aplican más.

El senador neo radical Martín Lousteau deshoja la margarita entre la Ciudad y la Nación. Lo bancan sponsors poderosos con el exministro Enrique Nosiglia a la cabeza. “Martín” se aburre en el Senado que no lo estresa especialmente.

El radicalismo y el PRO, auguran referentes de ambos aliados, toparán en la Primaria. Ninguno de los socios resolvió como tramitará la previa rueda clasificatoria ya que los dos partidos cuentan con un puñado de precandidatos. De momento da para divagar, a la hora señalada habrá que decidir. Armar más de una lista por partido en las PASO parece ser una jugada perdedora.

La exministra Patricia Bullrich confía en que Mauricio Macri no será candidato. Lo verbalizó públicamente. Por una vez, este escriba coincide con Bullrich. No hay defección ideológica (se trata de un vaticinio, no de valores) ni por ende motivos para llevarlo a terapia.

Macri alterna turismo VIP, negocios y política; se explaya sin repreguntas en medios amigos. Bullrich supone, con sensatez, que el hombre se mantendrá en el candelero para conservar poder e influir en los armados. Y que no se expondrá a dos competencias electorales ásperas, en las que debería soportar andanadas de reproches: las PASO y (si gana) las generales. Cuatro años de gobierno y dos de holganza, bridge y procesamientos penales le juegan en contra. “Mauricio” expuso demasiado su privilegiada forma de vivir, su riqueza, enormes diferencias con la gente de a pie que tanto sufrió durante la pandemia.

Macri colecciona causas judiciales. Los tribunales saben ser piadosos con él pero nunca se sabe que deparará el futuro en una Patria tan pródiga en cisnes negros. Pueden caerle en desgracia jueces serios o fiscales rigurosos (son minoría pero existen). La información acusatoria abruma pese a los esfuerzos ocultistas de la prensa in the pendiente. Macri fue un mandatario paranoico que organizó un sinnúmero de mecanismos de espionaje ilegal, un clon excitado del ”Nixon” retratado por el cineasta Oliver Stone. Entre “servicios” delatores, evidencias que se acumulan y un derroche de vagancia Macri (si lo asesoran bien) terminará buscando una banca legislativa, fueros. Y se raleará de la contienda presidencial. Es opinión, no dato por ahora… pero el firmante está dispuesto a apostar unos mangos al respecto. No una fortuna, caramba, porque hay que huir de la ludopatía y porque todo porvenir es incierto.

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Halcón pirulero: Contradicciones te da la vida. Una oportunista serial, record woman en el arte de cambiar de camisetas, se arraigó en un perfil ya en la avanzada madurez. Bullrich, está “condenada” a ser halcón de la derecha autóctona. Piensa como Marine Le Pen, es menos simpática que la dirigente francesa y estuvo implicada en muchos más hechos de violencia estatal. Practica el juego que mejor sabe y más le gusta. Sus aliados alegan que el salvajismo derechoso es funcional para restarle votos al diputado Javier Milei a quien ciertas encuestadoras le vaticinan un faraónico crecimiento a nivel nacional. Onda 15 por ciento. El cronista, ateo, se inclina a no creerles.

La estrategia cambiemita de derechizarse para frenar la hipotética trepada tampoco lo convence. Bullrich tiene en su mochila a Chocobar, a los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Milei, quizá por falta de oportunidades, no puede empardar ese record. Tampoco a la política económica de Macri y su equipazo.

La contienda entre JxC y Milei es diferente a la del presidente francés Emanuel Macron y Marine Le Pen. Minga de centroderecha versus extrema derecha. Los cambiemitas son entre derecha dura y derecha extrema para los parámetros argentinos.

Milei se propone como un adalid antisistema. Sus perspectivas no dependen del nivel de halconismo sino de un terremoto en el imaginario colectivo.

La estrategia de Cambiemos presupone el fracaso del oficialismo acompañado de gobernabilidad. Sueñan con el déjà vû: repetir la polarización de 2015. Polarización sí, cambios institucionales no. Un cataclismo económico, un estallido social, serían el caldo de cultivo ideal para una reconfiguración del sistema político donde podría prosperar Milei o algún otro tapado. Horizontes improbables aunque no imposibles (casi nada lo es en la tormenta del mundo), ajenos a los pronósticos de las dos principales fuerzas políticas argentinas.

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HRL y la UCR: ¿Conserva Horacio Rodríguez Larreta la condición de favorito en la PASO opositora? El interrogante no admite respuesta tajante lo que desnuda que HRL no las tiene todas consigo. Mantiene el gobierno de la Ciudad, dispone de una pauta publicitaria que distribuye dadivoso entre Corea del Sur y Corea del Centro. En ocasiones, incursiona en Corea del Norte. Dispone de un blindaje mediático más sólido que el de Macri… una hazaña de Hércules. Cultiva su imagen, estudia, ensaya los discursos y hasta las intervenciones públicas triviales.

Sin embargo, ay, sus aliados lo cuestionan por ser blando con la ocupación del espacio público. Larreta propone castigar a los planeros manifestantes, reprime un par de marchas. El clasismo anti-pobre garpa en amplias capas de opinión pública. Criminalizar la protesta social es repudiable (amén de ilegal) pero puede servir para consolidar apoyos.

En cambio, cogobernar “la calle” con la policía (porteña o de cualquier sitio) expone a altos peligros. Larreta podría consultar al expresidente Eduardo Duhalde con el que hacía buenas migas cuando coqueteaba con el peronismo.

Los radicales se le atreven en la Ciudad, con Lousteau. Y se tienen fe para la PASO nacional. Sea con Manes, el significante vacuo: emisor de buenas ondas, pacificación y sutura de la grieta. O con Morales que se parece más a Bullrich que a Manes pero es correligionario.

Las encuestas, sonríen los boinas blancas, robustecen el optimismo. Sondeos tan prematuros, reincidimos por última vez en esta columna, son nubes de gas dentro de canastas. Polisémicos, para colmo.

Repasemos las elecciones, más certeras aunque alguna alejada en el tiempo. En la PASO del 2015 Macri goleó al exsenador radical Ernesto Sanz. El diputado Diego Santilli (que no es un prodigio de carisma) superó a Manes en la PASO provincial en 2019. Cambia, todo cambia, en la cancha se verán los pingos… pero los antecedentes tal vez indiquen un debilitamiento de la identidad radical.

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Gobernadores en estado de alerta: Las dificultades del Gobierno y sus internas entusiasman a la oposición mientras movilizan a los gobernadores peronistas. Las reuniones en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) constituyen un clásico: siempre testimonian que hay preocupación entre los mandatarios provinciales. También la escenifican: habrá pedidos al Gobierno nacional.

El periodismo unitario desempolva un mito urbano: “vuelve la Liga de Gobernadores”. Así apodan a un cuarto poder virtual, casi nunca concretado. Los gobernadores son torazos en rodeo propio, en las provincias priman las continuidades y las reelecciones. El poder se diluye traspasando las fronteras locales, las excepciones se cuentan con los dedos de una mano… Los mandatarios se consultan, pedirán medidas y conducción a la Casa Rosada. No formarán un partido, ni una línea interna consistente. Volverán a sus pagos.

¡Están pensando en desdoblar las elecciones a gobernador!” se entusiasman los medios dominantes que lo traducen como una quita de colaboración al Gobierno nacional. Las elecciones en otra fecha son una costumbre añeja. Hay constituciones que lo imponen, la de Santa Fe por ejemplo. Siempre es una potestad del gobernador. En 2019 se desdoblaron 18, solo las de Catamarca, La Rioja, Buenos Aires y la CABA coincidieron con la de autoridades nacionales. Buenos Aires y la CABA, claro que sí, son distritos muy poblados. La Ciudad Autónoma modificó su rutina de tener calendario propio, un gesto de HRL para aupar a Macri.

Buenos Aires no tiene el hábito de desdoblar. Ni de momento hay atisbos de que el gobernador Axel Kicillof imagine hacerlo. Debilitaría mucho a los eventuales candidates a senadores y diputades nacionales que quedarían desvinculados del cuadro provincial, jugando solos en el día de las presidenciales.

Hasta ahora dos gobernadores sinceraron ansias de postularse para la Casa Rosada. El mencionado Morales y el peronista chaqueño Jorge Capitanich. Desde 1983 dos gobernadores de provincias “chicas” coronaron como presidentes electos: los peronistas Carlos Menem y Néstor Kirchner. Ambos consolidaron liderazgos estables con proyectos bien distintos. El riojano se sostuvo diez años. El santacruceño y Cristina Fernández de Kirchner perduraron doce años, tres mandatos enteros y consecutivos tras elecciones libres, La marca más alta de la historia nacional.

Dos Jefes de Gobierno porteños no peronistas atravesaron la Plaza de Mayo para instalarse en la Casa Rosada: Produjeron sendos fiascos, catástrofes económico- sociales, endeudamiento internacional suicida. No fueron reelegidos, el radical De la Rúa renunció antes de terminar el mandato. La historia no tiene por qué repetirse pero es interesante y aleccionadora.

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Pascuas de vísperas: Las Pascuas son momento de saudades históricas, reencuentros, Turismo a todo trapo, taquilla record en los teatros de Mar del Plata, canchas de fútbol colmadas. Se chimenta en quinchos y tertulias de café que el fin del feriado y el regreso del presidente Alberto Fernández a Olivos tras el nacimiento de su hijo preludian veloces cambios en el equipo de Gobierno. Se cruzan apuestas y operaciones, hay apellidos clave en el candelero.

Es primordial que haya relevos, vinculados a cambios cualitativos de política. La clave debería ser la triple “G”: gestión, gestión y gestión. Y acumulación de poder, claro. Un relanzamiento supone innovaciones en materia de políticas públicas, imprescindibles en circunstancias excepcionales.

La pandemia convulsionó al planeta. Impactó en las vidas cotidianas y en las mentes mucho más de lo que se sabe o comenta. Las instituciones se mueven a otro ritmo, se aggiornan poco o nada. La asimetría caracteriza a estos años y crece cada día. Ese fue uno de los mayores hallazgos del discurso de Cristina en esta semana.

A seis meses de la elección de medio término JxC conserva la condición de favorito para las presidenciales. El presidente Alberto Fernández podría revertir la adversidad, si mejora la vida de los argentinos, si reduce la desigualdad, si baja la inflación y aumenta el poder adquisitivo de los ingresos fijos. Desafíos tremendos, todavía accesibles, urgentes.

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