Se podría decir que una parte de la campaña de Horacio Rodríguez Larreta comenzó con la represión a los manifestantes frente al INCAA. En verdad, el endurecimiento de su discurso contra la protesta callejera había comenzado una semana antes cuando lanzó una diatriba contra los movimientos sociales y pidió que les quiten los programas de los que son sujetos de derecho a aquellos que elijan cortar una calle. Larreta se está endureciendo, preocupado por los votos que se fugan hacia Javier Milei o, eventualmente, hacia Patricia Bullrich, la adversaria interna a la que no logra bajar de su candidatura. El jefe de Gobierno -todo indica- seguirá en esa misma línea tanto en el discurso como en las vías de hechos.
La primera señal de que Larreta estaba virando hacia un tipo de discurso más de derecha dura fue con los acampes y cortes de ruta de los movimientos sociales. El jefe de Gobierno les dedicó una estudiada virulencia al describirlos: "¿A alguien se le ocurre que la gente viene en forma espontánea? Los traen extorsionados de que si no vienen, les sacan el plan. Y lo peor es que usan a los chicos, los ponen como escudos, a las mujeres, para que no los desalojen. Son unos cobardes en usar a los chicos para eso", bramó Larreta.
También reclamó un doble castigo: primero la represión física y luego una sanción económica. "Pedimos al Gobierno que les saque los planes sociales, que tienen como condicionalidad que los chicos vayan a la escuela. Los chicos que estaban acá no estaban cumpliendo. Hagan cumplir la ley, saquen los planes y van a ver que no vienen más", sostuvo, pese a que los manifestantes reclamaban por el programa Potenciar Trabajo, que no tiene relación con la escolaridad. La AUH sí, pero se trata de una asignación universal (como su nombre lo indica), no una prenda de cambio para quien renuncie a sus derechos políticos. El diputado Waldo Wolff, junto a otros, coronó la avanzada de Larreta presentando un proyecto para que el Estado les quite los programas sociales a quienes decidan protestar.
Nada de lo que dijo Larreta fue un error: fue calculado y estudiado ante el crecimiento de Javier Milei y de su adversaria interna Patricia Bullrich, que cada vez lo preocupa más. Larreta no quiere cederles el lugar de derecha dura, ni esos votos que puede llegar a necesitar en unas PASO con los radicales en 2023, por lo que comenzó a cambiar su perfil. Pero fue solo el primer paso, discursivo. Una semana después, la Policía de la Ciudad reprimió una manifestación ante el INCAA cuando estaba terminando.
El mensaje fue claro: diferenciarse del Gobierno nacional en su decisión de no reprimir ese tipo de protestas sociales y mostrarle a sus votantes que Larreta está dispuesto a comportarse de una forma muy distinta. En la comida que compartió el jefe de Gobierno con Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich, el tema de los cortes de calle fue una de las cuestiones en las que se mostraron completamente de acuerdo. Todos a favor de desalojarlos. De hecho, Larreta planteó que lo que lo preocupaba es que los votantes lo confundieran a él con la política del Gobierno nacional y le echaran la culpa por los acampes. Y, de ahí, la política de diferenciarse a fuerza de palazos y gases lacrimógenos.
En el Gobierno porteño, hicieron silencio ante la pregunta de si esa línea continuará en futuras manifestaciones, pero nada indica que vaya a cambiar, ni en la palabra ni en el accionar de la Policía de la Ciudad, que ya tiene instrucciones bien claras.
Ataquen a Milei
La preocupación de Larreta por el crecimiento de Milei no se vio solamente en el endurecimiento de su discurso y en la represión de la Policía de la Ciudad. También se lo pudo observar en ataques públicos de dirigentes estratégicos del larretismo al candidato a presidente de la extrema derecha. Ocurrió cuando Milei protestó por aparecer entre las personas cuyos datos fueron tomados de manera irregular para el sistema de reconocimiento facial que opera por las cámaras de la ciudad para buscar prófugos.
A las diatribas de Milei, respondió nada menos que Eduardo Macchiavelli, uno de los estrategas en el armado de Larreta a nivel nacional y secretario general del PRO. "Más incomprensible aún la actitud de Milei apoyando esto (la suspensión judicial del sistema de reconocimiento facial). ¿De qué lado estás? ¿Del lado de los vecinos o de los delincuentes?". El intentar correr por derecha a Milei con la seguridad es una señal de los tiempos que corren en el larretismo.
No fue el único. También Emmanuel Ferrario -nada menos que el vicepresidente primero de la Legislatura porteña- optó por cuestionar a Milei, una figura a la que tendrán en la mira de aquí en más, dado que se lanzó por la presidencia. "Esto es Milei. Un político que otra vez se sube a una operación berreta del kirchnerismo. Insisto: revendedor de populismo. Por ahí no le llegó el dato que en la Ciudad más de 2 mil delincuentes fueron detenidos por el reconocimiento facial. Para eso se usa, dejen de inventar".
En la cena de Larreta con los otros presidenciables, discutieron sobre Milei: mientras Bullrich y Macri se mostraron a favor de intentar incorporarlo a Juntos por el Cambio, Vidal argumentó en contra. Dijo que había que salir a discutirle y a tratarlo de populista. Larreta mantuvo silencio. Aunque está claro que el larretismo ya tomó su decisión de cómo combatir a Milei.