Un cielo casi sin lluvia parecía ofrecer un respiro este domingo a Sudáfrica tras unas inundaciones en la costa este que dejaron cerca de 450 muertos, según un nuevo balance, y decenas de personas desaparecidas.
La región de Durban, una ciudad portuaria de 3,5 millones de habitantes en la costa este, fue la más afectada y concentró la mayoría de las víctimas. Las precipitaciones provocaron inundaciones abundantes y deslizamientos de tierra mortales.
"El número de muertos se ha elevado a 443", declaró Sihle Zikalala, el ministro de la provincia de KwaZulu- Natal, donde se sitúa Durban, en una rueda de prensa. Unas 63 personas siguen desaparecidas.
En la mañana del domingo, todavía llovía en algunas zonas, pero a una intensidad leve en comparación con los últimos días.
"El riesgo de inundación es escaso en el KwaZulu-Natal hoy", aseguró a la AFP Puseletso Mofokeng, del instituto nacional de meteorología. "Las precipitaciones desaparecerán totalmente antes del miércoles y hasta el final de la próxima semana", agregó.
Estos últimos días, ministros, jefes tribales, el rey zulú Misuzulu Zulu y el presidente Cyril Ramaphosa acudieron a los lugares afectados para evaluar el alcance de los daños y apoyar a los familiares de las víctimas.
En cuestión de segundos, muchas familias perdieron varios de sus miembros por las inundaciones. Niños y bebés se ahogaron o quedaron sepultados por los desprendimientos de tierra. Y muchos siguen desaparecidos.
Menos llamados
Los servicios de socorro siguen en alerta, pero reciben menos llamadas. "El número (de llamadas) vinculado a las inundaciones ha disminuido", declaró a la AFP Robert McKenzie, miembro de los equipos de rescate.
En el domingo de Pascua, los llamados a la oración para las víctimas se multiplican en las ceremonias religiosas.
"Enviamos nuestro más sincero pésame a las familias que han perdido a un ser querido. Que Dios Todopoderoso seque sus lágrimas", dijo la viceministra de Asuntos Sociales, Hendrietta Bogopane-Zulu, que visitó la zona.
Cerca de 340 representantes de los servicios sociales fueron desplegados en las zonas afectadas para ofrecer una ayuda psicológica a las víctimas.
Las autoridades siguen distribuyendo alimentos, uniformes escolares y cobertores. Más de 250 escuelas fueron dañadas y más de 4.000 casas desaparecieron del paisaje. Además, 13.500 casas resultaron dañadas.
Los más afectados fueron los habitantes más pobres de los barrios marginales de la capital. Las casas hechas de lámina o de tablones de madera no aguantaron, además muchas estaban construidas en terrenos propensos a las inundaciones.
En algunas partes de la provincia, el agua y la electricidad están cortadas desde el lunes. Algunos habitantes, desesperados, cargaban cubetas de agua sobre carriolas en la carretera. La comida escasea y lo que queda se pudrió.
Las donaciones se recogen en todo el país, entre otros en los cuarteles de bomberos e incluyen pasta, comida enlatada y mantas. Y el gobierno anunció una ayuda de emergencia de 63 millones de euros (mil millones de rands).
Las carreteras y los puentes cortados ralentizan las labores de rescate. Aunque continúan, hay pocas esperanzas de encontrar a los supervivientes una semana después del inicio de la catástrofe. El trabajo de los socorristas consiste ahora en recuperar los cadáveres.
Sudáfrica suele librarse de las tormentas que cada año azotan a países vecinos como Mozambique y Madagascar durante la temporada de ciclones que va de noviembre hasta abril.