“Cuando se trata de figuras históricas que se conmemoran en este país, se suele pasar por alto a las mujeres”. La frase la podría haber dicho un personaje de The First Lady (estreno de hoy lunes por Paramount+) pero pertenece a la esposa del presidente de los Estados Unidos en The West Wing, la memorable ficción creada por Aaron Sorkin sobre lo que sucedía en el día a día de la Casa Blanca. En definitiva, esta flamante saga viene a saldar cuenta con aquello que solicitaba -la querible, empoderada e imaginaria- Abigail Bartlet gracias a un tridente conformado por Michelle Obama, Betty Ford y Eleanor Roosevelt. Mujeres a las que les cabe el título de la entrega creada por Aaron Cooley que se focaliza en los dilemas personales, familiares y los jaques políticos durante su estadía en la casona más relevante en todo Washington.

Que la selección para los protagónicos y perfiles en The First Lady parezca azarosa es, en realidad, un propósito de la saga. Quien explica el sentido de la serie es una cuarta Flotus que aparece brevemente en el piloto. “Debés pensar que no tenés nada en común con las primeras damas que te precedieron, pero créeme que todas nos sentimos de la misma manera”, le advierte Laura Bush a Michelle Obama (Viola Davis) durante el arribo de esta última a la residencia del mandatario y su familia. Así la historia de la primera mujer negra en ocupar ese título se hilvana con la de quien pasó doce años en ese recinto. El retrato de Roosevelt (Gillian Anderson), lógicamente, se posa sobre su relevancia en las decisiones de poder durante los años del New Deal y la Segunda Guerra Mundial. Pero el relato que gana en espesura es el último en cuestión. Betty Ford (Michelle Pfeiffer) no solo debió aprender su rol a las apuradas por el escándalo de Watergate sino por el cóctel de opiáceos y alcohol con el que sobrellevaba su vida.

Los diez episodios fueron dirigidos por la muy requerida Susanne Bier (The Undoing y The Night Manager) y entrelazan en modo random distintas líneas temporales de las tres mujeres, de su oficio en tanto “esposas de” y las complicaciones de alcoba. Así se pasa del diagnóstico de poliomielitis de FDR y la pelea de Eleonor con su suegra, a las adicciones de Betty Ford y el trance de una abogada a la que los asesores de imagen quieren convertir en una “Martha Stewart negra”. Uno de los tensores más fuertes de la trama pasa por el vínculo de las protagonistas con sus maridos (interpretados por Kiefer Sutherland, Aaron Eckhart y O-T Fagbenle). Cabe decir que aquí no hay cronología ni lazo argumental; The First Lady es más bien un salpicado de dramas públicos e íntimos presentados a gran escala.

Los responsables de The Firts Lady parecen haber tomado nota del modelo de The Crown en eso de fundir postales históricas con intrigas de interiores. Como si se desempolvaran los cuadros de la Casa Blanca para pulir lo que hay detrás de las poses estoicas, aunque no más sea para dejar más reluciente el marco. “Estas mujeres compartieron un destino en común. Todas tuvieron que tolerar las influencias de lo que debían hacer por su posición, en términos sociales y de cambios culturales, pero también eran personas de carne y hueso con vidas reales, y muy conscientes de que eran observadas. Ahí hay dos entidades destinadas a chocar; sus vidas privadas influyeron en las decisiones de un país e incluso del funcionamiento del mundo”, señaló Bier.