La economía en su peor momento y cada vez más enojo de gran parte de los argentinos. Esta es una síntesis del cuadro de situación de la opinión pública en este noviembre y es lo que se reflejó en la movilización del viernes, con una parte de los dirigentes sindicales tomando cierta distancia de la Casa Rosada.
Nada menos que siete de cada diez personas evalúan la economía con un mal o muy mal. De ese 70 por ciento duramente crítico, la mayoría considera que el actual gobierno es responsable de lo que está pasando y, poco a poco, son cada vez menos los que dicen que la culpa la tiene el gobierno anterior. Esto va marcando un cambio trascendental en la opinión de los argentinos. En estos once meses, Macri siguió cargando con el estigma de que dos de cada tres personas piensa que su gobierno favorece a los más ricos y el porcentaje de los que piensan que gobierna para todos por igual es mínimo. Esa tendencia a ubicar a la administración Cambiemos como una administración para pocos se consolidó en noviembre.
Cuando se le pide a los ciudadanos que califiquen globalmente, de uno a diez, la gestión del gobierno, la nota promedio que le asignaron los encuestados fue de 3,98 puntos. Es un aplazo, menos de cuatro, en los colegios es una materia llevada directa a marzo. Y la calificación más baja se da en el terreno económico.
Las conclusiones surgen de una amplia encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que dirige el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1200 ciudadanos de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo, nivel socioeconómico y lugar de residencia. Las entrevistas fueron telefónicas y el CEOP hace un seguimiento, mes a mes, de las respuestas a las preguntas sobre política y economía.
Enojados
Como era de esperar, en las opiniones pesan fuertemente la caída en el salario real, la inflación, los recortes que una gran mayoría tuvo que hacer en sus consumos, la recesión, la pérdida de trabajo y el peligro de perder el trabajo. Todos esos factores impactan en el ciudadano común. Y esto se viene notando desde hace varios meses, con un agravamiento en noviembre.
“Si se tienen en cuenta los datos obtenidos en este último trabajo de campo –señala Bacman– es posible afirmar que la economía ha vuelto a ocupar el centro de la escena. A tal punto que la inquietud por la inflación y la marcha de la economía han crecido nuevamente hasta ubicarse en el eje del 46 por ciento. Si se le suma la percepción de desocupación es posible concluir que las preocupaciones estrictamente relacionadas con los temas económicos impactan prácticamente a las tres cuartas partes de los argentinos. En las dos mediciones anteriores, la economía pareció haberle dado un respiro a los argentinos y al gobierno; pero solo fue un descanso: todo parece indicar que su importancia sigue presente”.
“Es un tema para seguir con cuidado y ver su evolución a lo largo del tiempo, especialmente en estos dos últimos meses del año. La inseguridad, que venía en crecimiento, tendió a bajar este último mes. Igualmente, se mantiene como otra de las principales preocupaciones de los argentinos con un valor de 46,6 por ciento. La corrupción sigue presente en el imaginario de los argentinos, con 35,9 por ciento de los encuestados se lo sigue mencionando como uno de los principales problemas. No es casual, porque los grandes medios se dedican primordialmente a las denuncias contra el anterior gobierno y, en cambio, aparecen en forma reducida los problemas de trabajo y salario. Aún así, en síntesis, el clima de época que se desprende de las preocupaciones de estos últimos meses, deja al descubierto una sociedad marcada por una cuestión: la economía. Otro semáforo amarillo (o casi naranja) que se enciende es el siguiente: algo más de ocho de cada diez jóvenes manifiesta su enojo con la realidad económica de estos tiempos”.
Herencia
Un elemento que va jugando en forma desfavorable para el gobierno de Cambiemos es que entre los que califican mal o muy mal a la economía se va diluyendo el concepto de la pesada herencia. “No me sorprende concluir que según la percepción lisa y llana de la opinión pública el argumento de la ‘pesada herencia’ va perdiendo peso y consistencia a medida que transcurren los meses –señala el titular del CEOP–. Es un dato que venimos viendo Este mes casi seis de cada diez personas (57,3 por ciento para ser exactos) que evaluó de modo negativo lo actuado en materia económica por la actual gestión, está convencido que justamente es el propio gobierno nacional el principal responsable del deterioro”.
Por supuesto que los once meses de denuncias mediáticas y casi permanente show en Comodoro Py sirvieron en especial para eso: amortiguar el impacto de los resultados de la política económica. Fueron meses en los que se trató de instalar que la inflación o la baja en el consumo o los despidos no fueron producto de la devaluación, las altas tasas de interés o los tarifazos, sino de casos de supuesta corrupción –alguno evidente como el de José López y los bolsos en el convento– de la época kirchnerista. Los números demuestran que, poco a poco, fue subiendo el porcentaje de encuestados que percibe que su situación fue empeorando y que ya no puede echarle la culpa a quienes dejaron la administración hace casi un año, el 10 de diciembre de 2015. Desde ya que sigue habiendo un porcentaje que le atribuye todo a Cristina Fernández y su gabinete, pero esa franja se va deshilachando.
Ricos
“Una pregunta se viene repitiendo y cada vez con mayor insistencia: ¿Macri gobierna para los ricos? Para el 65 por ciento de los argentinos esta afirmación es cierta, incluso creciendo con respecto al mes de agosto en casi cinco puntos porcentuales –afirma Bacman–. Y podría pensarse que la pregunta fue mal intencionada o mal formulada. Todo lo contrario, se preguntó del siguiente modo: ‘¿Cuál es el sector de la sociedad que más se benefició durante estos once meses de gestión de Mauricio Macri? Las opciones para responder fueron cuatro: la clase alta, la clase media, la clase baja o todos por igual. La respuesta fue taxativa: solo el 16,3 por ciento resultó de la sumatoria de clase media más clase baja y un exiguo 9,6 por ciento optó por la categoría todos por igual. Ante valores de tanta contundencia cualquier otro comentario no agrega ninguna información”.
Expectativa
El principal sostén del gobierno de Macri, desde el punto de vista económico, es que hay una franja que cree que las cosas van a mejorar. Mirando ese dato parece expresarse la llamada grieta. Es que la mitad de las personas consultadas (50 por ciento exacto) creen que en seis meses la economía va a estar mejor y prácticamente la otra mitad (46,8 por ciento) sostiene que la situación va a empeorar. Esa leve supremacía de cierto optimismo viene en declive: los esperanzados han ido cayendo en los últimos meses.
“¿Cómo explicar esta otra grieta que retoma la división de los argentinos? –se pregunta Bacman–. Está claro que hay un núcleo duro que está del lado del oficialismo y un núcleo duro del lado opositor. Y lo que sucede es muy sencillo: la clave se localiza en el segmento de los independientes. Son los que más se resisten a perder la esperanza; por tal motivo, seis de cada diez independientes apoyan la idea del mejoramiento económico para los próximos meses y de esta perspectiva de la esperanza se convierten en el núcleo periférico de sostén de la actual gestión. Pero no es cuestión de dormirse en los laureles: el tiempo apremia, se viene fin de año (ver aparte) y luego un 2017 con elecciones de medio término”.
La estrecha avenida del medio
Los que se declaran opositores sigue superando claramente, en cantidad, a los que se declaran oficialistas. Hoy por hoy, el 42,8 por ciento se considera opositor y el 30,3 oficialista. La brecha se agrandó durante noviembre y ahora es de 12,5 puntos. El cuadro de situación exhibe un panorama que tiene que ver directamente con la política porque el CEOP, además, registra lo que son los núcleos duros tanto de los que se manifiestan oficialistas como opositores. En la Casa Rosada tienen que tener en cuenta que hay un 23,5 por ciento que se declara férreamente opositor, mientras que el núcleo duro oficialista es mucho más débil: 13,3 por ciento.
“La segmentación en cuanto a actitudes políticas es otro de los indicadores que expresa de manera contundente el clima de época –señala Roberto Bacman, del CEOP–. A través de esta variable, es posible detectar la profunda grieta que surca a nuestra sociedad. En esta última encuesta se detecta un 30,3 de oficialistas, un 42,8 de opositores y un 26,9 por ciento de independientes pragmáticos, que son aquellos que se autodefinen como ni oficialistas, ni opositores. A once meses de la asunción del gobierno de Cambiemos, el cuadro de situación sigue mostrando a dos segmentos que se ubican en las antípodas y a los independientes, que orientados por su pragmatismo, se convierten en el fiel de la balanza; o dicho de otro modo, una especie de punto de equilibrio.
Es más: si se observa con detenimiento la evolución de este indicador en este último trimestre, la tendencia es clara: la que fue alguna vez definida como la ancha avenida del medio, parece que cada día se convierte en una calle más angosta. La sociedad, en la medida que transcurre el año, tiende a polarizarse. Incluso, y como se podrá observar más adelante, no hay lugar para el término medio: los independientes, en general, se dividen en partes iguales frente a diferentes cuestiones que se consultaron en esta oportunidad”.
Mauricio Macri mantiene una imagen positiva que ronda el 45 por ciento, justamente porque una parte de los llamados independientes pragmáticos sigue teniendo una expectativa de que las cosas mejoren. Del otro lado, en los que se reivindican opositores, hay un fuerte peso de quienes opinan bien o muy bien de Cristina Fernández de Kirchner (40,6 por ciento) y por supuesto están las otras variantes del peronismo y de la izquierda. Pero, además, se va agregando un sector de los independientes, sobre todo los que son muy críticos de la situación económica.
Este panorama es el que va a pesar de cara a las elecciones de 2017, en especial en la Provincia de Buenos Aires, donde cómo se sabe votan cuatro de cada diez argentinos. Allí, además, pesa el conurbano bonaerense en el que se agrupa una parte importante de los independientes críticos. Si el diagnóstico de Bacman es correcto, es decir que hay una tendencia a la polarización, será un llamado de atención para Sergio Massa quien, precisamente, trata de transitar la llamada avenida del medio.
La insatisfacción es global
En la encuesta del CEOP se presenta lo que se llama el Indice de Satisfacción Ciudadana (ISC). La base es que se le pide a los encuestados que califiquen de uno a diez a la administración en tres aspectos: la política, la economía y lo social. Con esas calificaciones se conforman tres ISC, pero también un ISC global. Por primera vez el ISC del gobierno de Mauricio Macri cayó por debajo de los cuatro puntos y viene bajando desde hace meses. Por supuesto, que el mayor aplazo está en el terreno económico.
“¿Qué significa que el Índice de Satisfacción Ciudadana Global, en forma constante y desde el mes de agosto, arroje una media de cuatro puntos porcentuales y que ahora esté por debajo de cuatro?” se pregunta Bacman. “La respuesta es simple y rotunda al mismo tiempo: lo gestionado hasta el momento por el gobierno de Cambiemos no ha decantado en efectividades conducentes, en hechos concretos percibidos por los ciudadanos. La realidad supera al deseo, y ante tal situación, la insatisfacción es significativa. Metiéndonos un poco más adentro del Indice, los datos son lapidarios. Un 63,4 por ciento está abiertamente insatisfecho y el 18,2 por ciento -en cambio- manifiesta su satisfacción con el gobierno. El saldo neto entre ambas categorías antes señaladas es alto y negativo: -45,2 puntos porcentuales. Directamente un semáforo rojo titilante. Insisto con el concepto de que todavía hay mayores índices de insatisfacción entre los jóvenes. Eso es muy serio”.
“Desde una lectura rigurosamente sociodemográfica los que expresan de manera más terminante su disconformidad, además de los más jóvenes están los de nivel socioeconómico bajo. Los independientes, es decir los que no se declaran ni oficialistas ni opositores, se siguen dividiendo. Eso ya no es extraño. Pero en el Índice ya son un 54,5 por ciento de los pertenecientes a dicho segmento actitudinal los que se manifiestan más críticos”, finaliza el titular del CEOP.
A primera vista, todo va a depender de la marcha de la economía. La continuidad de la reducción en el salario real, la caída del consumo y, sobre todo, el aumento del desempleo acentúan las malas calificaciones. Los aplazos en el Indice de Satisfacción serán muy difíciles de sostener en el tiempo.
Lo que trae el verano
“La realidad es más fuerte que las esperanzas –señala Roberto Bacman–. Y si se considera que hay siete de cada diez personas que nos dicen que hoy no llegan a fin de mes, afrontaremos un diciembre de interrogantes y un enero en el cual se percibirán las graves dificultades de la clase media o media baja para irse de vacaciones. Habrá que ponerle atención también a los cortes de luz. Globalmente quiero decir que con el 70 por ciento señalando que la economía está mal o muy mal, hay un caldo de cultivo respecto del cual debe ponerse atención. La situación de los sectores por debajo del nivel de la pobreza es realmente grave. Se acerca fin de año y el clima social se enrarece: los fantasmas de quiebre de la paz social vuelven a hacerse presentes”.
Para Bacman, “la Ley de Emergencia Social y Alimentaria que ya tiene media sanción del Senado, apunta a paliar situaciones de emergencia socioeconómica que la Argentina está atravesando. Para los funcionarios del gobierno esta ley ‘es poco clara e incompleta’. Parece demasiada superficialidad. Y todo parece indicar que más allá de que esta ley finalmente llegue a se debatirse en Diputados, es muy probable que el Poder Ejecutivo la vete. Las cartas están echadas: se viene un fin de año con presagios de tormentas”.
“Para las clases sociales más acomodadas –completa el consultor– tampoco se presenta un panorama realmente alentador: en tal sentido, el verano que se viene no trae buenas noticias. En primer lugar, porque la reducción del consumo indefectiblemente traerá una reducción en las vacaciones. Es público y notorio que Mar del Plata, por ejemplo, se prepara para una temporada reducida. El empleado que siente que su empresa vende menos enciendo una luz de alarma sobre su estabilidad en el empleo. Piensa que le puede tocar una reducción de personal. Además, hay una baja en el salario real. Todo eso convierte a las personas en más conservadoras y uno de los recortes siempre está en las vacaciones. A este panorama hay que agregar que en estos últimos años los calores del verano traen aparejados los cortes de luz y este es un tema que produce enormes enojos, con cortes de calles y muchísimo nerviosismo. Yo diría que nuestra encuesta muestra un trasfondo complejo y habrá que ver cómo se desarrollan los hechos concretos. Diciembre y enero han sido complicados para todos los gobiernos de las últimas décadas”.