Federico Beligoy, el Director Nacional de Arbitraje, defiende la privacidad de los audios del VAR como si se tratara de un secreto de confesión. "Se van a escuchar cuando nosotros lo dispongamos y nuestros equipos estén 100 por ciento seguros de lo que están haciendo. Necesitamos tiempo y paciencia", dijo en declaraciones a TyC Sports. Más allá de esta opinión, la fecha del fin de semana de la Copa de la Liga Profesional reveló la impostergable necesidad de dar estado público cuanto antes a los intercambios entre los árbitros de cancha y los de cabina. Sólo de esta manera se transparentará el sistema y quedará en claro quienes en verdad dirigen los partidos.
El suspicaz ambiente del fútbol argentino (jugadores, técnicos, dirigentes e hinchas) tiene la íntima convicción de que el árbitro de VAR es quien realmente está tomando las decisiones y que la autoridad de los árbitros de cancha ha quedado empobrecida ante lo que se ve y se resuelve desde Ezeiza. Los futbolistas perciben, además, que algunos árbitros no están dirigiendo con el rigor y la aplicación necesarios porque saben que si se equivocan, el VAR aparecerá en escena para rectificar sus fallos. Por eso resulta imprescindible la publicación de los audios. Recién ahí se sabrá quien influye sobre quien, si hay un criterio más tecnológico que futbolístico en la evaluación de las jugadas polémicas y si es cierto que los árbitros de cancha se sienten debilitados para sostener sus decisiones ante la convocatoria del VAR.
Beligoy reconoció que algo al respecto puede haber: "Algunos árbitros sin experiencia sienten presión cuando los llama el VAR", dijo en la entrevista televisiva. Y eso es lo que pasó el domingo en la cancha de Banfield. Pablo Echavarría, el árbitro de cancha, no había entendido como penal el roce de la pelota en la mano del defensor Quinteros. Pero cambió su fallo cuando fue llamado por Darío Herrera desde la cabina de Ezeiza, a pesar de que la mano no bloqueaba un remate al arco, no interrumpía el curso de la jugada ni beneficiaba al bando defensor. Herrera, un experto juez internacional, forzó el uso de la tecnología e indujo al error a Echavarría que no tuvo argumentos reglamentarios para refrendar su decisión. "Falló el criterio, bajo ningún punto de vista fue penal", dictaminó Beligoy.
La máxima autoridad del arbitraje nacional (que también ejerce funciones gremiales como secretario general de la Asociación Argentina de Árbitros) cree que en este momento debe tender un manto de protección y mantener en estricta reserva los diálogos entre las canchas y Ezeiza. Pero también hay una demanda impostergable de transparentar el sistema y en paralelo, una necesidad de adelantarse a los tiempos que se vienen. Una mala decisión como la del domingo en Banfield puede llegar a resolver un título de campeón, una clasificación a las copas continentales o un descenso. Si eso sucediese, el escándalo será tan grande que ningún muro de silencio alcanzará para taparlo.