Boicot teatral o intento de fraude, así define la actriz y directora Rita Terranova a la maniobra que en estos días se detectó en contra de la obra Babel cocina, espectáculo que se ofrece los sábados a las 20.30 en El Tinglado de Mario Bravo al 900. Sucedió que, desde la página de Alternativa Teatral, el portal desde donde es posible efectuar reservas de entradas sin abonarlas, supuestos interesados agotaron el aforo de la sala el día martes 5 para cancelarlas a último momento. Así, la obra, que hasta el momento se ofrecía a sala llena, el sábado 9 se hizo para unos pocos espectadores, los que alcanzaron a reservar sus entradas antes de que el sistema anunciara que las localidades se habían agotado.

“Yo lo relaciono con la perversión que circula en las redes, donde con perfiles falsos se dicen cosas muy violentas”, dice Terranova en diálogo con Página/12. “Algún veneno andará suelto en el teatro independiente, pero estoy segura de que no es en contra del espectáculo ni en contra mío o de Alternativa Teatral, que es un sistema que trabaja de buena fe”, afirma. Escrita entre Patricia Suárez y la misma directora e interpretada por un elenco de 14 actores, la obra se inspira en una de las primeras huelgas que tuvo lugar en Buenos Aires, en 1888. El suceso tuvo que ver con las protestas del personal gastronómico contra una libreta de trabajo (la llamada “libreta de conchabo”) donde el patrón calificaba el desempeño del empleado. El cese de tareas se extendió a los trabajadores domésticos y la medida resultó tan exitosa que los porteños adinerados presionaron al intendente Antonio Crespo hasta que la libreta dejó de existir.

“Fue una huelga sin sangre, un éxito de los humildes que se resolvió sin represión”, resume Terranova, quien también desestima que el tema político que plantea la pieza sea el motivo de la maniobra en su contra, porque “no aludimos a ningún partido sino que apuntamos a lo sensible, a una historia que pone en primer plano a las mucamas, a los cocineros, a los humildes”.

-¿Cómo fue la secuencia de los hechos?

-Unos días antes comenzamos a recibir ataques en las redes. Y aparecieron opiniones de la obra en Alternativa Teatral que más que comentarios negativos eran agravios. Después nos enteramos que a otros elencos también les pasó lo mismo. Y los mensajes estaban redactados en forma muy parecida. Pero me queda claro que no es contra del espectáculo ni en contra mío. Tampoco es contra de El Tinglado.

-¿Y entonces?

-Lo que puedo pensar es que somos muchos en el teatro independiente y algunos pueden tener envidia de que haya espectáculos que les va bien. Hace tres meses que estamos a tope. Es que esta obra tiene una estética que atrae por la música, el canto, el movimiento y se da el boca a boca por la emoción que despierta en el público que viene.

-No será un motivo económico, tratándose de teatro independiente…

-No, esto es otra cosa. En otra época, después de una temporada exitosa en Mar del Plata, el actor se podía comprar un departamento. Este es un pequeño proyecto al que le va bien. Pero somos 17 en la cooperativa y lo que se gana es para seguir sosteniendo la obra. Me parece que puede haber otra cosa…

-¿Cuál?

-Me huele a algo machista: la obra fue escrita por dos mujeres, la dirijo yo, son 11 mujeres en el elenco. No sé. Estamos en un momento en que el anonimato tiene poder de destruir. Hay gente que se envalentona con el anonimato de las redes y las usa para agredir. A los que vivimos otras épocas nos dio miedo al principio, pero no nos acobardamos: avisamos a toda la comunidad teatral para alertarlos, para que no vuelva a suceder. Y recibimos mucho apoyo y solidaridad. Sin pretender compararme con Discépolo, a él también le ocurrió lo mismo después de la Revolución Libertadora: alguien compró todas las entradas en el teatro donde se estaba presentando pero nadie asistió a esa función. Otro caso que me contó la investigadora teatral Mariángeles Sanz: hacia 1835, la actriz y cantante de manifiesta filiación rosista, Ana Rodríguez de Campomanes, fue víctima de una maniobra de boicot similar.