-¡¡¡Yo juego con el caballo!!! ¡El caballito es mío! - gritó Velarde ante sus amigos - ¿Por qué siempre vos con el caballo, viejo? – le retrucó Acuña.

¡Porque el caballo me trae suerte, aparte vos siempre jugás con el cerdo! - le contestó.

Ariel Lagos siempre era testigo de esta ridícula pelea entre sus amigos cada vez que se ponían a jugar al “Estanciero”. Él siempre elegía la fichita del conejo y realmente mucho no le importaba, lo que más quería era empezar el juego. Pero la discusión por las fichas en forma de animalitos de plástico que elegía cada uno siempre era un problema y esta vez no fue la excepción.

- ¡Siempre están peleando por esta boludez! ¿Importa tanto con cual bicho jugar, che? ¡Agarren cualquiera y déjense de joder! – estalló Lagos.

- ¡En serio, muchachos…a mí siempre me toca el gallito y no me quejo! - se metió Beltrán en la reyerta. ¡No puede ser que siempre estemos discutiendo por esta pelotudez!

- ¡Por eso! -gritó Velarde- ¡Yo siempre juego con el caballo…cuando quieran empezamos! -dijo mientras arrojó los dados.

Otras veces la cosa duraba unos minutos y al rato se ponían a jugar, pero este día fue especial y seguían peleando casi con un cuchillo entre los dientes por la ficha que quería cada uno.

- ¡Yo el cerdo no lo quiero! - exclamó Acuña, y al toque Lagos le propuso hacer un truque por el conejo.

- ¿Querés el conejo?, te lo doy y yo juego con el chancho…dale, déjate de hinchar las pelotas - Pero el tipo estaba empecinado en ser el dueño del equino de plástico.

-No, no…o juego con el caballo o guardo todo y me voy a la mierda- Lo peor es que el dueño del Estanciero era él.

El asunto se iba poniendo cada vez más caliente y los amigos seguían a los gritos. Y fue Acuña quien sacó la primera mierda de la galera.

- ¿Aparte te pensás que no sé por qué siempre querés que yo juegue con el cerdo? ¡No soy boludo, eh! ¡En la primaria me tenías loco cargandomé con la gordura! ¿Te acordás, Velarde?

Beltrán supuso que la cosa venía por ese lado y que atrás del capricho de Acuña había más que una peleíta por los animalitos de plástico; el muchacho cuando era chico e iba al colegio de la calle Cortina, el otro, Velarde se la pasaba haciéndole burla por sus kilos de más, incluso un día se fueron a las manos y terminaron los dos en la dirección con el delantal manchado de sangre.

Lo peor de una pelea entre amigos es cuando se mete el pasado y ese fue el primer caso de esta tarde nublada. Pero no fue la única, la de Lagos y Beltrán fue peor.

- ¿Y vos Ariel? ¿Por qué siempre elegís el conejo para jugar? - le disparó Beltrán a su compañero.

- ¡Uhhh…que se yo, loco… ¡Porque es un animal que me gusta, no sé…aparte en el horóscopo chino soy justamente eso…conejo!

- ¿Ah sí? ¡Mirá vos! sabés que no te creo un carajo…yo pienso que siempre lo elegís, porque todavía seguís pensando en Adrianita…la “coneja”.

Adriana Castellano había sido novia de Beltrán unos meses en la secundaria, le decían “coneja” por los grandes y llamativos dientes incisivos. De un día para otro, la chica lo dejó y empezó a salir con Lagos, cosa que varios en la división sospechaban que ya “salían” desde antes, incluso el propio Beltrán también lo sospechaba.

-¿¡¡Vas a volver con esa mierda del pasado, Ramiro!!?- le gritó con los ojos furiosos.

-¿Y vos me vas a seguir negando que no andabas con Adriana cuando era mi novia?

Lo que iba a ser una hermosa tarde de amigos compartiendo un juego, se convirtió en una batalla de alaridos e insultos. Fueron tan altos los gritos que pegaban que despertaron al dueño de casa, el padre de Acuña.

El tipo laburaba de noche en el ferrocarril, estaba durmiendo la siesta y bajó en calzoncillos a las puteadas por la escalera.

-¿¡¡¡Se puede saber que mierda son esos gritos!!!?

No solamente los rajó violentamente de su casa a los cuatro, sino que también les tiró con fuerza el Estanciero a la vereda. Los falsos billetes del juego empezaron a volar por todos lados. Nunca pudieron recuperarlos todos, incluso también perdieron uno de los dados.

Se fueron caminando cabizbajos por la calle. Lagos y Beltrán doblaron la esquina y después de algunas cuadras, de casualidad pasaron por la casa de la “Coneja”.

-¿Supiste algo más de ella?- preguntó Beltrán

-Lo último que me enteré, es que estaba de novia con un tipo de mucha, mucha guita…hasta creo que tiene campos.

Lagos se prendió un faso y vio que a su amigo se le escapaba una sonrisa.

- ¿De qué te reís boludo?

-Del novio de la “coneja” … ¿No será estanciero, ¿no?

Se fueron los dos cagándose de risa por Tinogasta.