Cuando alguien piensa en comprar un bolso, mochila o cartera, suele tener en cuenta el diseño, además de cierta característica esencial: que haya suficiente espacio para objetos genéricos como las llaves, la billetera, el celular, el ubicuo tapabocas, quizás un saquito por si refresca. En Japón, empero, una firma lleva un par de años proponiendo piezas ultraespecíficas para necesidades bien puntuales; por ejemplo, trasladar… una sandía. Esa, de hecho, fue la pieza debut de The Fun of Carrying, tal el nombre de la colección en curso de la respetada marroquinería nipona Tsuchiya Kaban, lanzada en 2020 bajo el nombre de Watermelon Bag, siendo -como es- un refinado bolso de cuero de líneas simples, con sutil acabado y, obvio es decirlo, forma redonda. Lúdica obra del artesano Kadoi Yusuke, obvio es decir que tuvo en cuenta el muchacho las dimensiones de la susodicha fruta al momento de la confección.

Ese, dicho está, fue el puntapié: a la Watermelon Bag, le siguió la Snowpal Bag, todavía más inusual, de curvas perfectas para que entre un pequeño muñeco de nieve. Con firma de la diseñadora Matsuzawa Yuko, vale mencionar, dedicada durante casi una década al buque insignia de esta marca japonesa, el randoseru (es decir, la mochila que tradicionalmente reciben peques en primer grado, símbolo de esfuerzo y perseverancia, que debe acompañarles hasta terminar la primaria), antes de hacer volar su imaginación con esta obra loquísima, hecha a mano y resistente al agua, cómo no.

La tercera entrega de la saga de The Fun of Carrying llegó el pasado año, y fue ocurrencia de Sasaki Yuko, talentosa artesana de Tsuchiya Kaban desde hace casi 15 años: suyo el Wine Glass Carrier, un bolso con pliegues que cumple una misión excesivamente específica: llevar ¡sin que se rompa! una sola copa de vino, meta lograda a partir del diseño ingenioso de la chica Yuko, que se inspiró -según confiesa- en una falda plisada.

Dicho lo dicho, no hay 3 sin 4 para la empresa. Más cerca en la cronología, la firma anunció una nueva incorporación a la ¿absurda?, ¿divertida?, ¿delirante? colección de accesorios, obra del talentoso Nanba Kei, artesano. Hablamos del Skipping Stone Belt, un cinturón con compartimentos para guardar piedras. No cualesquiera, por supuesto: como el nombre indica, está pensado para llevar las rocas que sirven para jugar al “epostracismo”, nombre rimbombante para “hacer patito” o “hacer sapito”, o asimismo hacer la rana, la chata, cabrillas, como se conoce -según las latitudes- al antiguo pasatiempo de lanzar una piedra al agua para que rebote varias veces, en vez de hundirse. La ciencia, al servicio de lo importante y urgente, otrora dio pistas para descollar en el hobby: elegir una pieza plana; que el ángulo de tiro (respecto al agua) sea de 20 grados; que se lance con fuerza, y con efecto: cuantos más giros, mejor.