En la niñez todo es para siempre. Un tiempo donde incluso los infiernos se pronuncian. El abuso infantil ha existido siempre, pero nunca en la historia tan bien documentado como ahora. Siete universidades europeas (Erasmus+) –con el apoyo del Comité de los Derechos del Niño de la ONU– acaban de presentar el estudio más serio y riguroso de prevalencia del abuso infantil en el deporte. El informe escuece, paraliza, degrada. Concluye de que el 70% de los menores han sufrido violencia interpersonal en el ámbito deportivo al menos una vez. La violencia interpersonal contra los niños en el deporte es, por lo tanto, y como determinan los investigadores “un problema grave y generalizado”. Persiste en todos los países involucrados en el estudio y no hay razón para creer que se limite sólo a estos. El estudio identifica tasas de prevalencia en cinco categorías, algo novedoso porque no se limita sólo al abuso sexual. El análisis académico amplió su investigación a la violencia psicológica, violencia física, violencia sexual sin contacto y con contacto.
Se entrevistó, de forma anónima, a 10.302 personas, en edades comprendidas entre los 18 y 30 años, y se les interrogó sobre episodios de violencia sufridos en su niñez y adolescencia. La encuesta anónima, voluntaria y confidencial, permitió conocer el índice de violencia interpersonal de los participantes, y en ese caso, de que tipo. Se abordaron cuestiones como las características de las víctimas (edad, género), y la de sus agresores: la frecuencia, duración y el marco en el que se produjo. El resultado determinó que la violencia psicológica es la más extendida con un 65% de incidencias, seguida por la violencia física con el 44%, la violencia sexual sin contacto con el 35% y con contacto el 20%.
Para cada tipo de violencia interpersonal se han asociado diferentes apartados. La violencia psicológica incluye amenazas, humillaciones, exclusión o aislamiento. La física: castigos y agresiones. La violencia sexual introduce tocamientos, comentarios sexuales o ritos de iniciación sexual. El informe abarca la totalidad del deporte, desde lo recreativo hasta la alta competición.
Dada la dimensión internacional del estudio realizado (Rumanía, Austria, Alemania, Bélgica, España y Reino Unido), los investigadores centraron sus interrogatorios en el concepto de “violencia interpersonal”, el apropiado para garantizar “un enfoque amplio e inclusivo del daño experimentado por los niños”, un concepto adoptado por la OMS (Organización Mundial de la Salud, 2012) y el Comité de Derechos del Niño de la ONU. Bélgica contabilizó el mayor número de casos, seguido de Alemania, España, Rumanía, Reino Unido y Austria. A pesar de las altas tasas de violencia interpersonal los encuestados calificaron de aceptables sus actividades deportivas en edades tempranas. Esto deja entrever que la violencia interpersonal en el deporte está, en cierto punto, aceptada, asumida y normalizada.
El impacto emocional y estadístico del informe ha servido, según los organizadores, para concientizar al resto de los países y sus instituciones gubernamentales de la preocupante y extrema gravedad del problema.
Hay que escuchar este silencio viscoso, impenetrable. No hay libertad con miedo, y el miedo en la infancia es mudo. La única forma de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente. Para crecer soñando, con un horizonte limpio, sin cerradura ni llave. Ese pasado –y presente– oculto, que late todavía con su áspero y descarnado laberinto de horrores.
(*) Ex jugador de Vélez y campeón mundial Juvenil Tokio 1979.