El diseño web de la página denominada “Vivamos cultura”, que privilegia el PROselitismo a la programación del Bafici, no facilita las cosas. Las secciones con títulos indeterminados y melifluos (¿qué diferencia hay entre “Romances” y “Pasiones”?) tampoco. Y la mezcla de cortos y largos en las competencias solo contribuye a la confusión general, amuchando títulos y nombres, todos revolcados en un merengue. Tampoco hubo privadas para la prensa o acceso a enlaces virtuales para que el periodismo pudiera ver con anticipación algunos títulos para hacer su trabajo y planear una entrevista con alguno de los dos o tres invitados extranjeros que estarán este año en el festival. Pero eso no implica que no haya muchas películas valiosas en el festival. Y no deberían pasar inadvertidas.
El que sigue es apenas un puñado de sugerencias que no incluye títulos de directores consagrados (Nanni Moretti, Claire Denis, Marco Bellocchio, Hong Sang-soo, reunidos en la sección “Trayectorias”) ni de las competencias Internacional y Argentina, que tendrán su cobertura diaria en Página/12. A cambio, incorpora largometrajes que este crítico ha visto mayoritariamente durante la última Berlinale y que no son de cineastas famosos, aunque alguno –como el canadiense Denis Côté- es un habitué del Bafici, pero sigue sin llegar al estreno en salas en Argentina.
À vendredi, Robinson, de Mitra Farahani.
En los años ’60, se suponía que Jean-Luc Godard iba a tener un encuentro con el poeta y realizador iraní Ebrahim Golestan, hoy considerado uno de los padres fundadores de lo mejor del cine y la cultura de su país. Aquel encuentro nunca sucedió, los años pasaron, pero la directora Mitra Farahani, a quien el público argentino debería recordar por esa maravilla llamada Fifi Howls From Happiness, que ganó el Bafici 2014 y se estrenó al año siguiente como El Picasso de Persia, decidió concretar esa reunión, aunque más no fuera de forma virtual, acaso epistolar. Y logró que un viernes cada tanto, ambos venerables ancianos se enviaran mutuamente unos correos electrónicos, con textos e imágenes, a los que cada uno podía responder de la manera que mejor le pareciera, con asociaciones libres e improvisaciones de todo tipo. El resultado no podría ser más desconcertante y paradójico, una de esas películas en las que uno no sabe qué sucederá en la escena (o el email) siguiente. Y en la que Godard debería compartir el crédito de la dirección con Farahani. Funciones: miércoles 20 y sábado 23, ambas a las 17.30 en el cine Lorca.
Un été comme ça, de Denis Côté.
Tres mujeres jóvenes se internan voluntariamente en una casa de verano frente a un lago, perteneciente a la Universidad de Montreal. No se conocen previamente entre sí, pero tienen algo en común: se autoperciben “hípersexuales” y no están felices con lo que hacen con sus cuerpos, o con lo que sus cuerpos hacen con ellas. No viven placenteramente esa hipersexualidad y para ayudarlas durante ese retiro de casi un mes están una psicoterapeuta alemana en un proyecto de intercambio académico y un asistente social de origen argelino. Entre los cinco, vivirán esos 26 días bajo un régimen que no tiene nada de carcelario. Por el contrario, esa libertad les impone buscar su propia terapia, encontrando un principio de placer que no dependa de su actividad sexual, pero tampoco la excluya. Es quizás la película “bergmaniana” del canadiense Denis Côté, un director a quien es muy raro encontrarle referencias, pero que aquí emergen en la superposición entre la terapeuta alemana y su supervisora canadiense (hay un eco de Persona allí) y en la fantasía diurna que tiene la primera, cuando ve una inmensa araña que recuerda a la que decía ver Harriet Andersson en Detrás de un vidrio oscuro. Funciones: jueves 21 a las 17 en el Lorca, sábado 23 de abril a las 22 en el Lorca y viernes 29 de abril 14.25 en el Gaumont.
Mutzenbacher, de Ruth Beckermann.
La novela erótica Josefine Mutzenbacher o la historia de una prostituta vienesa contada por sí misma se publicó de forma anónima en Austria en 1906. En una época de fuertes tabúes sexuales, el libro fue leído por varias generaciones de habla alemana como una obra de carácter casi didáctico. Lo que esos lectores ignoraban era que el texto –oficialmente prohibido hasta 1968 y considerado perjudicial para la juventud hasta 2017- fue atribuido más tarde a Felix Salten, el escritor austro-húngaro autor de la novela Bambi, inspiradora de una de las películas más exitosas y recordadas de Walt Disney. Más de un siglo después de su publicación original, la documentalista austríaca Ruth Beckermann (Viena, 1952) le da una vuelta de tuerca muy particular a ese “retrato procaz de la sexualidad infantil que continúa provocando controversia hasta nuestros días”, como señala la introducción del film. ¿Y qué es lo que hizo la directora austríaca, que estuvo en el Bafici 2012 acompañando una retrospectiva de su obra? Algo muy sencillo, pero también muy inteligente y hasta subversivo incluso. Volvió a tomar el texto, organizó una convocatoria de hombres de 18 a 90 años, eligió a unos cuántos, en gran parte de mediana edad y adultos mayores, quienes seguramente ya conocían la novela, y les hizo leer a cámara, en un set casi vacío, algunos pasajes, para que luego pudieran reflexionar o al menos reaccionar sobre lo que acababan de leer. Funciones: miércoles 27 de abril a las 18.00 en el Gaumont y sábado 30 de abril 18.15 en el Lorca.
Eami, de Paz Encina.
La directora de Hamaca paraguaya (2006) viene de ganar el premio mayor del Festival de Rotterdam con esta fábula inspirada en la cosmogonía de la comunidad ayoreo, en el Chaco paraguayo, pero que trasciende la descripción antropológica para sumergirse en su mundo poético. Se trata de un film coral en el que se van superponiendo distintas voces, tiempos y relatos, que aluden a una cultura de concepción circular, donde el pasado se entrelaza con el presente y el futuro. La memoria histórica y la voz humana son elementos constitutivos del cine de Paz Encina. Opresores y oprimidos, pérdida y diáspora son también temas recurrentes. Y todos reaparecen ahora de modo muy elaborado en Eami, que propone una experiencia sensorial inmersiva, con un sofisticado trabajo de sonido que va más allá del mero uso narrativo. Funciones: martes 26 a las 18 en la Sala Leopoldo Lugones, jueves 28 a las 16 en el Cultural San Martín y sábado 30 a las 17 en el Cosmos.
Viens je t'emmène, de Alain Guiraudie.
Una película tan original e inclasificable como las dos anteriores del director francés, esa obra maestra que sigue siendo El desconocido del lago (2013) y Rester vertical (2016), lamentablemente nunca estrenada en nuestro país. Su nuevo aporte se titula Viens je t’emmène (Vení que te llevo) y parece precisamente eso, un viaje impredecible que tiene lugar en cinco cuadras a la redonda en una ciudad de provincia de Francia que ostenta en su plaza central una estatua del líder galo Vercingetorix. Hay algo de Ese oscuro objeto del deseo de Buñuel en el film de Guiraudie: un permanente coitus interruptus, un atentado terrorista y una riquísima galería de personajes que parecen salidos no necesariamente de una pesadilla, pero sí de un sueño recurrente, del que es difícil despertar. La atmosfera onírica construida a partir de datos de la más crasa realidad le dan a Viens je t’emmène cierta cualidad surrealista con la que el director va cuestionando todos los prejuicios, no tanto los de sus personajes como los del espectador, sometido a revisar todas las ideas formadas a partir de un film siempre impredecible y por eso mismo también siempre libre y feliz. Funciones: viernes 29 a las 21.20 y sábado 30 16.50, ambas en el Gaumont.
Small, Slow But Steady, de Sho Miyake.
Keiko nació con una discapacidad auditiva. Trabaja como camarera de un hotel de lujo, pero el boxeo es su pasión y el club al que pertenece, en un barrio periférico de Tokio, su segundo hogar. Después de ganar dos peleas difíciles, un miedo progresivo comienza sin embargo a crecer dentro de ella. En las antípodas del cine de superación personal al modo Hollywood (léase CODA o Rocky), el film de Sho Miyake, revelación de la Berlinale de febrero pasado, no pretende dar ninguna lección ni erigir a su protagonista en modelo de nada. Le basta con narrar con nobleza, de modo clásico, con la calidez que da la textura del 16mm, las disyuntivas vitales de un personaje que debe elegir el camino a seguir sin que la película lo vaya marcando con líneas de puntos. Small, Slow But Steady (Pequeño, lento pero constante) describe a su protagonista, a los personajes que la rodean y el barrio en el que vive y entrena con una rara, discreta maestría. Y de paso, recupera para el cine japonés una tradición, la de los relatos sobre la clase trabajadora, que tan bien expresó durante su período clásico, pero que luego –quizás con la única excepción de Kore-eda Hirokazu- casi desapareció de sus pantallas. Funciones: jueves 28 a las 14.50 y sábado 30 de abril 12.30, ambas en el Gaumont.
Venta de entradas y más información aquí.